«Por eso tengo miedo de no escuchar el canto. Porque siempre hay canto junto al cambio». Un hombre pasea con la frase en la cabeza, lleno de dudas que lo distraen en un caluroso vaivén. Perdido entre sus pasos, termina por salir de su ciudad y se funde con el desierto. No deja de hacerse preguntas: sobre la existencia, sobre la vida, incógnitas mudas a las que nadie responde. Hasta que llega a un árbol, un algarrobo que le ofrece una máscara y su sabiduría: cada vez que se la ponga, le contará un cuento y, cada cuento, responderá a una de sus preguntas.

Este es uno de los relatos que se esconden detrás de la exposición Memorias en Movimiento que se inaugura hoy, en el edificio de Casa África, con la colaboración de Casa Árabe. Este conjunto de obras de arte contemporáneo mauritano, reúne a un total de once artistas del país vecino que, a través de la pintura, la fotografía, la música y la escultura, «exploran cómo las memorias personal, colectiva y cultural se manifiestan en los procesos de creación», explica Aicha Janeiro, comisaria de la muestra.

Tradición y actualidad

Para lograrlo, se mezclan elementos como la poesía, la tradición oral africana, la caligrafía árabe, china, o el tifnag (alfabeto bereber), la artesanía tradicional tuareg y los objetos de la vida cotidiana, con la preocupación de los artistas por temas de actualidad como el medio ambiente, la migración, la situación de la mujer, el mestizaje o la pandemia.

Las salas de paredes blancas son una explosión de color, con el azul tuareg que sobresale en los cuadritos de acuarela de Moussa Abdallah Sissako, slammer (intérprete de poesía escénica), nacido en París y conocido por el pseudónimo Afroriginal. Las siete acuarelas que presenta acompañadas de fotografías, vídeo e instantes sobre el escenario, representan los siete cuentos que relata el algarrobo (Paroles d'un prosopis). Una de ellas, que representa a un ángel caído sin alas, alude al artista y a su dolor cuando contempla la realidad que le rodea. Otra, titulada Dime, trata de expresar la voz de las personas que intentan irse de África a Occidente. «Esa pregunta, Dime, es una pregunta que le hace África a Occidente para entender por qué el movimiento de los seres humanos es tan complicado», explica el artista mauritano. Esta pieza está acompañada, a su vez, de siete códigos QR que ofrecen al espectador parte de este cuento musical.

Otro de los artistas presentes es el veterano El Moctar Sidi Mohamed, conocido como Mokhis y perteneciente a la primera generación de artistas de Mauritania. Las dos obras que presenta también esconden tras la pintura historias y leyendas. La primera, La Gioconda del desierto, es un personaje que sale de una historia que fascinó a su autor: «Está basado en una mujer de una generosidad increíble, en la Mauritania de los años 50, que se casó con un hombre francés. A pesar de la pobreza en la que vivían, ella dio a la gente todo lo que tenía», explica Sidi Mohamed. A su lado, se revela «el bandido de los caminos», un personaje de otra dimensión que en realidad no era tal cosa: era un resistente colonial al que sus propios padres traicionaron.

El Moctar Sidi Mohamed con su 'bandido de los caminos' a su espalda Juan Carlos Castro

Mamadou Anne, que se define a sí mismo como un «griot plástico», un «contador de imágenes», es otro de los veteranos de esta exposición. Su serie de cuadros abstractos en los que se intuyen formas de animales, se inspira en el cuento de Kané Missoné, una mujer muy hermosa con la que tres hermanos querían casarse. «El primero se lanza y no lo consigue, el segundo tampoco, pero el tercero, el más joven, es el que lo consigue, porque Kané Missoné era una mujer sensible al ecosistema y él ayuda a los animales que encuentra en el camino cuando va a pedir su mano», relata el autor.

Es el joven el que socorre a la mosca que le pide miel, a los pájaros que le piden mijo, al pato que pide comida. Y ellos, más adelante, lo ayudan a superar las duras pruebas a las que le desafía el padre de Kané para ser merecedor de su hija. Una historia que podría ser una fábula para niños pero que, en su fondo, esconde la esencia de la vida , esa que Mamadou Anne muestra a través del arco iris que son sus cuadros: sé bueno sin importar con quién, ayuda y te ayudarán cuando menos lo esperes.

Parte de la obra de Mamadou Anne basada en el cuento 'Kané Massiné' Juan Carlos Castro

El cuarto de los artistas mauritanos presentes, Mohamed Sidi, no habla francés y se lleva la mano al pecho repetidas veces en señal de agradecimiento. Alumno de Brahim Fall (uno de los pintores pioneros del país), se inspira en la escenas cotidianas del puerto artesano de Nuakchot para configurar su obra. «Su temática tiene conexión con el ecosistema y con el impacto de la acción del hombre en los recursos marítimos, un tema de actualidad en Mauritania», explica Aicha Janeiro.

Obra de Mohamed Sidi en Casa África Juan Carlos Castro

Además de los presentes, también se pueden ver en esta exposición las esculturas de Oumar Ball, la obra de Zeinab Chiaa, de Daouda Corera, de Malika Diagana, de Béchir Malum, de Saleh Lo y de Amy Sow, todos y todas artistas, residentes en Mauritania, que reflejan la idiosincrasia de este país a menos de 1000 kilómetros de las Islas en el que el mundo árabe y el mundo africano se entrelazan en un abrazo fraternal.