Entrevista | Sonsoles Ónega Periodista y escritora

Sonsoles Ónega: "Aprendo de las críticas constructivas y huyo como gato mojado de aquellas cuyos intereses no reconozco"

La periodista y escritora ganó el pasado 15 de octubre el Premio Planeta con su novela 'Las hijas de la criada'

Sonsoles Ónega (Madrid, 1977) posa con el Premio Planeta.

Sonsoles Ónega (Madrid, 1977) posa con el Premio Planeta. / Arduino Vannucchi

Rubén López

La periodista y escritora madrileña Sonsoles Ónega ganó el pasado 15 de octubre el Premio Planeta con 'Las hijas de la criada'. Su séptima novela aborda un tema clásico de los folletines del siglo XIX, el de los bebés de distinta condición social cambiados al nacer. En este caso se trata de dos niñas nacidas en un pazo gallego, una en la casa señorial y la otra, la hija de la criada, en la de los guardeses.

¿Cómo nació 'Las hijas de la criada'? 

Nació a partir de una historia real que yo conté en televisión sobre el intercambio de unas niñas en un hospital de La Rioja. La historia no tuvo mayor desarrollo ni ocupó grandes espacios porque las protagonistas no quisieron hablar, pero a mí me pareció que ahí había una novela. Al final, fue la fatalidad del destino la que obligó a dos niñas a vivir una vida distinta a la que les correspondía. A partir de ahí empieza el trabajo del narrador, del que ficciona e inventa personajes y escenarios. El resultado es La hija de la criada

La historia le permitía abordar temas que ya ha tratado en sus novelas anteriores, con esas mujeres hechas a sí mismas.

Sí, son una constante en mis novelas. No me puedo desprender de mi manera de ver el mundo. Mi óptica es la de una mujer que ha nacido en un siglo en el que todo está ganado, pero me gusta bucear en nuestro pasado porque me permite valorar mejor todo lo que hemos conseguido. Así que, sin ese cálculo previo, es natural que me salgan personajes femeninos, mujeres que revisto de una valentía que a veces ya me gustaría para mí.

Es una historia de ficción pero salpicada con bastantes hechos que sucedieron en realidad.

Sí, también es una constante en mis novelas. Hablo de una familia conservera gallega de la primera mitad del siglo XX que vivió dos guerras mundiales y una civil, la epidemia de la fiebre española, que sufrió el naufragio frente a la isla de Sálvora... Es decir, combino los elementos de la realidad con los de la ficción.

¿Decidió ambientar la novela en Galicia porque la conoce bien?

Sí, es natural que viaje con mi literatura a esa tierra porque es mi refugio y, además, me apetecía retratar la Galicia marinera. Conozco muy bien toda esa zona, pero también visité los escenarios en los que transcurre para documentarme. Por ejemplo, visité fábricas conserveras y museos de familias que hicieron fortuna en ese sector, como el de los Massó, que empleban a pueblos enteros y sobre todo a mujeres. Durante el proceso de documentación también buceé en hemerotecas, que son la base documental de mis últimos libros. De algún lugar tienes que sacar los detalles que te permiten saber cómo se vivía en una época que no es la tuya. Las hemerotecas son auténticos tesoros.

"Llámame rara pero para mí un verano perfecto es un verano encerrada escribiendo"

¿El periodismo es su mejor caladero para descubrir historias?

Sí, imagino que cada escritor se agarra a una fuente distinta. En mi caso el recurso de la prensa es algo natural para mí.

Cuando recogió el Planeta se lo dedicó a las escritoras con hijos y a los hijos de las escritoras.

El oficio de escribir es sacrificado y cuando eres madre expulsas a tu familia de tu centro de trabajo, que es tu despacho. Y al expulsarlos les condenas a ciertas ausencias. Es algo sobre lo que he reflexionado mucho. La del escritor es una ocupación muy íntima que pagan los demás más que tú. Yo disfruto muchísimo escribiendo, pero entiendo que otros no disfruten tanto cuando yo estoy escribiendo. En cualquier caso, creo que ha merecido la pena. Me alegro de no haber abandonado la novela porque si lo hubiera hecho quizá no la hubiera podido retomar. Cuando dejas una historia te desconectas y es casi como empezar de cero y no es fácil volver.

¿Qué le aporta escribir?

La escritura me sana; es mi bálsamo, no me imagino la vida sin escribir. Llámame rara pero para mí un verano perfecto es un verano encerrada escribiendo. De todas fomas, aún no sé qué impulso me llevó a empezar a escribir a los 13 o 14 años de aquello que me dolía. A partir de ahí sigues y sigues sin una explicación razonable. Es como que necesitas compartir con los demás lo que tienes dentro, una especie de adicción... Cada novela que he escrito ha sido una aventura apasionante y ninguna me ha desfondado lo suficiente como para dejar de hacerlo. Todo lo contrario, una novela ha llamado a la otra. 

¿Ya está escribiendo la próxima?

Este pasado verano empecé a escribir y tengo más o menos clara la historia, pero aún no sé el momento histórico ni nada. Todavía está en una fase muy inicial. 

Cuando uno gana el Planeta está mucho más expuesto a las críticas. ¿Cómo las afronta?

Bueno, vivimos en un país libre. Yo aprendo de las constructivas y huyo como gato mojado de aquellas cuyos intereses no reconozco. De todas formas, los lectores son tan generosos que cuando algo te duele te puedes agarrar a ellos.

¿Su objetivo a medio-largo plazo es dedicarse en exclusiva a la escritura?

Bueno, cuando los espectadores de la tele, que es mi ocupación, ya no me quieran ya lo valoraré. Pero no me parece mal retiro.