Entrevista |

David Le Bretón: «No necesitas un ‘coach’ para explicar cómo darte una ducha de agua fría»

En la línea de su pensamiento filosófico, el académico francés manifiesta que «caminar es reencontrar la respiración del mundo»

Visitará mañana la librería Agapea en un acto de firma de libros

El sociólogo y antropólogo David Le Breton, frente a la Catedral de Santa Ana

El sociólogo y antropólogo David Le Breton, frente a la Catedral de Santa Ana / José Carlos Guerra

Era el año 335 a.C cuando Aristóteles decidió impartir sus lecciones filosóficas mientras caminaba alrededor del Liceo de Atenas. Su escuela y alumnos fueron bautizados como peripatéticos, en griego ‘ambulantes’ o ‘itinerantes’. En el devenir de la vida, David Le Breton (Le Mans, 1953) descifró el enigma del universo a través del mismísimo método aristotélico.

Caminar grandes distancias sin rumbo le convirtieron en un peripatético especialista en sociología y antropología. Hoy ejerce como profesor en la Universidad de Estrasburgo y se inspiró en su pasatiempo favorito para escribir reconocidos ensayos como Elogio del caminar (Siruela) o Antropología del dolor. Le Breton, uno de los autores franceses contemporáneos más destacados, retorna a Canarias después de su visita en 2019 para compartir la visión de su método terapéutico en la librería Agapea.

Bienvenido de nuevo a Las Palmas de Gran Canaria, su segunda vez aquí.

Me gusta mucho Las Palmas de Gran Canaria. Lamento no conocer más las otras islas del Archipiélago. Nunca fui a Tenerife o a Lanzarote, que son destinos más bien turísticos, pero me gusta la capital de Gran Canaria, una ciudad pacífica, bella, tranquila... uno puede bañarse, caminar. Es una bella ciudad para venir a escribir, por cierto.

La zona baja invita a pasear, muy en consonancia con su filosofía.

Incluso cuando uno sube también es bella [risas].

¿Se considera un sociólogo posmodernista o poshumanista?

Yo soy un sociólogo y antropólogo de los mundos contemporáneos. Uno no puede decir que vive en un mundo únicamente postmoderno porque todo se mezcla. Es lo que caracteriza a nuestras sociedades contemporáneas... una inmensa complejidad, ambivalencia, la coexistencia de poblaciones que no tienen nada que ver una con otra. Mi trabajo como antropólogo es comprender un cierto número de elementos relacionados en nuestra sociedad.

En su libro Experiencias del dolor aboga por la unión entre el dolor mental (sufrimiento) y el dolor físico. ¿Cree que el ser humano es un todo?

Sí, nosotros somos nuestro cuerpo. No tenemos un cuerpo como uno tiene un objeto. Me opongo a la diferencia entre el dolor físico y el sufrimiento, que sería dolor moral. Para mí, no hay dolor sin sufrimiento. Es decir, cuando tengo dolor en la cabeza, no quiere decir que mi cabeza esté mal, sino que toda mi vida sufre resonancias morales del dolor que siento en la cabeza. Esta oposición dolor-sufrimiento lleva al viejo dualismo de nuestras sociedades occidentales entre el alma y el cuerpo. Según esto, la psique sería el alma y el dolor físico no afectaría más que el cuerpo. Desgraciadamente, el problema del dolor es que implica siempre un sufrimiento, es decir, cambia la vida de las personas, incluso alguna vez destruyéndola.

El sociólogo y antropólogo francés, David Le Bretón

El sociólogo y antropólogo francés, David Le Bretón / José Carlos Guerra

¿Hay alguna parte del cuerpo humano que se pueda analizar de manera independiente?

El cuerpo humano no existe, lo que existe son las personas. Entonces, cuando uno hace antropología o sociología del cuerpo, uno intenta comprender la relación física, sensorial, afectiva que los humanos mantienen con el mundo que los rodea. Hablar de antropología del cuerpo es una manera de hablar, porque el cuerpo no existe. Cuando yo le veo a usted, yo no veo un cuerpo, veo a una persona.

Caminamos a diario, pero no es un caminar consciente. ¿Cuál es la diferencia?

Lo que hace entrar en nuestra condición humana, cuando uno es pequeño, son justamente los primeros pasos al aprender a caminar. Es la parte integral de la condición humana. Y, por otro lado, la emergencia de la bipedestación, el enderezamiento de los primeros humanos hace millones de años, han sido fundadores de la condición humana. Eso es lo que ha liberado las manos, con la capacidad de hacer herramientas, etc. Además, la bipedestación ha liberado el rostro. Se ha pasado de los ciclos del animal al de la humanidad.

Caminar es reencontrar la respiración del mundo, sentirse vivo en el movimiento

¿Cómo se proyecta esto en el mundo contemporáneo?

Evidentemente, durante todo el día uno camina en la vida cotidiana. Lo que caracteriza hoy el auge por el caminar es caminar para nada, por placer. Porque cuando uno camina en la ciudad hoy en día es para ir de un lugar a otro, para ir a su trabajo, a la escuela, la universidad... Pero caminar, el senderismo en cualquier caso, es una manera de caminar por nada. Se hace para observar la naturaleza, los animales, estar con los demás, con la gente que uno quiere, con su pareja, con sus amigos...

Menos utilitarista...

No es un caminar con funcionalidad, es un caminar de descubrimiento, de apertura al mundo, reconquista, disponibilidad, atención, curiosidad, etc.

Cuando se camina sin ningún fin aparente, ¿se reflexiona con mayor facilidad?

Muchos filósofos y escritores, yo formo parte de ellos, dicen que encuentran la improvisación caminando. El hecho de ponerse en movimiento físicamente activa el pensamiento. Cuando uno queda en su casa, está dando vueltas en redondo. Rumia y tiene pensamientos en círculo. Cuando salimos de casa se rompe el círculo, deja detrás sus preocupaciones, sus rutinas, y va delante de un mundo que ignora todavía, pero que intenta comprender. Cuando uno para de repensar de manera obsesiva en sus problemas, se alejan y hace que las soluciones lleguen de forma natural.

En esta línea, también son dueños de su destino, ¿no?

Claro. Son hombres y mujeres que se sienten apasionadamente vivos y conscientes de que tienen su vida entre sus manos. No están maniatados por el tiempo, sino que toman su tiempo para decidir.

El cuerpo humano no existe, lo que existe son las personas

¿Por qué cree que se produce esta desconexión con nuestro yo más material?

Porque nos hemos vuelto una humanidad sedentaria, donde nuestro cuerpo se moviliza cada vez menos y se vuelve más pasivo. La gente pasa el día sentada o tumbada usando el móvil o la televisión, sintiéndose mal en su propia piel, consigo mismos. Se llega a la conclusión de que el cuerpo es inútil, que es una fuente de descombros. De ahí esa emergencia, de esa noción curiosa, de fatiga nerviosa, es decir, de personas que dicen "no he hecho nada hoy, pero estoy agotado". Pero justamente, no han hecho esfuerzos en su vida cotidiana y el cuerpo se hace sentir de manera penosa y desagradable. El hecho de caminar, de hacer senderismo, es una forma de volver a encontrar una relación física con la sensorialidad del mundo, y, por tanto, es una forma de reconquista de uno mismo. El gran éxito planetario de la 'marcha' es una consecuencia de esa sedentarización creciente de nuestra sociedad por el hecho de que somos más sedentarios. Caminar es reencontrar la respiración del mundo, sentirse de nuevo vivo en el movimiento.

El sociólogo y antropólogo francés David Le Breton.

El sociólogo y antropólogo francés David Le Breton. / lp/dlp

Existe una tendencia fomentada desde redes sociales que incentiva al ayuno intermitente, o las duchas de agua fría para "reprogramar" el sentido más primitivo, ¿qué opina de esto?

Creo que son cosas que deben ser intuitivas. Por mi parte, yo me baño en cualquier sitio, incluso si estamos en invierno. Uno se siente profundamente tonificado, vivo y son técnicas interesantes, pero no se necesita un coach o un entrenador para explicar cómo hacer eso, o para estar en grupo. Puedo comprender que ciertas personas recurran a entrenadores porque son personas que se sienten solas. Esto de lo que usted habla son estancias de supervivencia, que tienen un gran éxito en nuestra sociedad. Es una vuelta a una vida simple, donde uno busca en el medioambiente la fuente para alimentarse. Volverse a encontrar en la desnudez del mundo, pero al mismo tiempo con los recursos de su cuerpo. Son, evidentemente, formas de resistencia respecto a la hipertecnologización. Lo que me aburre, y esto es un juicio de valor, es la mercantilización de las estancias de supervivencia.

Alaba la fórmula del Camino de Santiago

Los peregrinos que van hasta Santiago están en esa vida simple. Han abandonado cualquier tecnología. La mayor parte de ellos no llevan teléfono. Están a la vez en la sociedad, pero dan un paso al lado en relación con todo ese confort tecnológico que tenemos en la vida cotidiana. Y el éxito del Camino es planetario. Japoneses, chinos, brasileños... gente de todos los países del mundo muestra muy bien que nuestra vida está siempre apoyada por muchas tecnologías. Los caminantes necesitan volver a encontrar el peso físico del mundo. Tienen ganas de ver a los demás. Los caminos de Santiago de Compostela son grandes. Es a la vez estar solo y con los demás.

¿Existe alguna 'receta' para las personas que quieran dar un primer paso hacia esto que usted propone?

Creo que es muy espontáneo, entre comillas, que se da en un momento concreto, cuando uno ya no puede más. Las personas están cansadas de ser ellos mismos, tienen ganas de desaparecer, y en ese momento se dice, "¿Por qué no me voy a ir a caminar?" Hacen el Camino de Santiago, u emprenden otras rutas para reencontrarse a sí mismos, y así volver a tomar mi vida entre sus manos sin depender de las tecnologías. Esa es una decisión personal, nacida de una necesidad interior.