AMALGAMA

La nueva Glavlit

Renovación es la revista histórica de las Juventudes Socialistas de España, fundada en 1907, y hoy día editada mensualmente por la Oficina de Prensa de Juventudes Socialistas de España, bajo el nombre Renovación Digital

Cabecera de la revista ‘Renovación’.

Cabecera de la revista ‘Renovación’. / LP/DLP

Juan Ezequiel Morales

Juan Ezequiel Morales

El 17 de febrero de 1934, la revista Renovación, publicaba en la primera página el decálogo del joven socialista. Renovación es la revista histórica de las Juventudes Socialistas de España, fundada en 1907, y hoy día editada mensualmente por la Oficina de Prensa de Juventudes Socialistas de España, bajo el nombre Renovación Digital.

Leo desde el facsímil: «Los jóvenes socialistas deben acostumbrarse a las movilizaciones rápidas, formando militarmente de tres en fondo... hay que saludar con el brazo en alto —vertical— y el puño cerrado, que es un signo de hombría y virilidad... manifestarse militarmente, para que todas nuestras actuaciones lleven por delante una atmósfera de miedo o de respeto... ha de acostumbrarse a pensar que en los momentos revolucionarios la democracia interna en la organización es un estorbo. El jefe superior debe ser ciegamente obedecido... la única idea que hoy debe tener grabada el joven socialista en su cerebro es que el socialismo solamente puede imponerse por la violencia, y que aquel compañero que propugne lo contrario, que tenga todavía sueños democráticos, sea alto, sea bajo, no pasa de ser un traidor». Si resaltamos estas frases, publicadas a la luz del día, es para hacer notar que se publicaban dos años antes de que se reaccionara a este dislate, borrado de la denominada memoria democrática actual por el mismo partido que se autodefinía en 1982 con el eslogan de «100 años de honradez».

La cuestión a dirimir aquí es que los tiempos contemporáneos no cuentan con papeles escritos, negro sobre blanco, que lleguen con más o menos dificultad a una amplia población, sino que hoy día, tanto las noticias, como las manifestaciones, como las mentiras y las verdades, se propalan a velocidad vertiginosa, a causa de la rapidez que proporciona la tecnología, a punto ésta de ser colonizada por la Inteligencia Artificial, que será la nueva dictadora en manos de quien la domine, si es que no se escapa e independiza.

Vamos a Francia. Libération es un diario editado en París y fundado en 1973 por el filósofo Jean-Paul Sartre y dos periodistas, aprovechando el mayo de 1968. Como ya Sartre sabía que el comunismo soviético asesinaba a mansalva, se hizo maoísta, sin llegar a enterarse a tiempo de que ese comunismo también era sanguinario. Libération acogió a anarquistas y antisistema, se dijo que dependería de la gente y no de la publicidad ni de la banca. En febrero de 1980 todos los cooperativistas horizontalizados se pelearon y se paró la publicación. Lo retomó Serge July, que cambió al diario a socialdemócrata y duró dos décadas más con esa impronta. En 2006 difundía 140 mil ejemplares diarios, y entró en el accionariado, con el 38%, el empresario Édouard de Rothschild que, vistas las pérdidas, cesó a Serge July, hasta que, en 2014, pasó a formar parte de la empresa multimedia neerlandesa Altice, del grupo SFR. Pero Francia hoy es todavía más curiosa, como adalid de la información.

Hace un mes que Reporteros Sin Fronteras ha conseguido que el Consejo de Estado anule la negativa de Autoridad Reguladora de la Comunicación Audiovisual y Digital a tomar medidas contra CNEWS, medio prominente de derechas, del empresario Vincent Bolloré (dueño, también, de Canal+, Paris Match, Le Journal du Dimanche y la radio Europe1), que está agobiando a todos los medios de izquierdas, los cuales ya han perdido el interés del público por las rivales de orientación izquierdista, BFMTV, LCI, y la pública France Info. Acusaba RSF a CNEWS de incumplir con la debida honestidad, independencia y pluralismo de la información, conforme a ley, por ejemplo, siendo que los políticos no entran en la cadena con un tiempo de uso de la palabra, y un respeto a la diversidad de corrientes de pensamiento y opinión. Reporteros Sin Fronteras se justifica diciendo: «Nuestro objetivo, en la lucha por el pluralismo y la independencia de la información, es simplemente defender la democracia». Y añade: «No queremos la deriva americana, que está llevando a una democracia al borde de la guerra civil debido al desmantelamiento de la protección democrática sobre el sector audiovisual, que ha llevado a la polarización de los medios de comunicación».

Por parte de los afectados se ha respondido que la izquierda francesa pide una policía ideológica para controlar a los periodistas, lo cual querrá propalarse por el resto de Europa, ocurriendo lo de siempre, que según quien gobierne, así será la policía del pensamiento. El Consejo de Estado francés es una institución judicial actualmente dominada por jueces socialistas, y pretende el control de la orientación política de los tertulianos que intervienen en los debates, así como también el de periodistas, filósofos, ensayistas, escritores, actores o cualquiera que intervenga en un tema político, económico o social.

La percepción de la izquierda entre la población, desde el punto de vista intelectual, ha pasado a constituir un fracaso de las tesis de Gramsci y de la Escuela de Frankfurt, una resquebrajadura del discurso cultural y universitario, que se ha convertido en una caricatura y que, para defenderse, se va apuntando a la violencia extrema y la banaliza. Esto, no obstante, no es nuevo, podemos recordar la Glavlit, la Administración Principal para la Salvaguarda de los Secretos de Estado en la Prensa de la URSS, que administró la censura por décadas, con varios departamentos, Goskomizdat, para censurar el material impreso, Goskinó, que censuraba la cinematografía, y Gosteleradio, que censuraba las radios y televisiones. Destruyeron masivamente libros y periódicos prerrevolución. Fue ridículo, que después del fusilamiento de Laurenti Beria, mano derecha de Stalin, los suscriptores de la segunda edición de la Gran Enciclopedia Soviética recibieran páginas para pegar sobre la biografía de los caídos en desgracia. La traducción de 1976 de la Historia de la Segunda Guerra Mundial de Basil Liddell Hart, estaba fusilada respecto a las purgas estalinistas, el pacto Ribbentrop-Mólotov, la invasión soviética de Polonia de 1939, la anexión de Estonia, Letonia y Lituania, etcétera, en una particular Memoria Histórica parecida a la que, por ejemplo, en España, es hoy solo un viejo remedo.

A eso se quiere volver, pero se trata solamente de una pulsión eterna en la historia, practicada incluso por bestias como los taliban, no es nada nuevo, excepto que, ahora, van a tener que enfrentarse con la Inteligencia Artificial, y ésta ganará la partida.

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