Entrevista | Evgeniy Maloletka Fotoperiodista

Evgeniy Maloletka: "Contar el sufrimiento de la gente da sentido a mi trabajo"

«Tú decides qué enfocar y qué no, construyes dentro de los márgenes una parte de la verdad que te rodea» 

"Contar el sufrimientoEl fotoperiodista ucraniano Evgeniy Maloletka escapa de un campo de cereales en llamas.de la gente da sentido a mi trabajo"

"Contar el sufrimientoEl fotoperiodista ucraniano Evgeniy Maloletka escapa de un campo de cereales en llamas.de la gente da sentido a mi trabajo" / La Provincia

leandro betancor fajardo

El martes 23 de enero, a eso de las 18.00 horas, hora canaria, habíamos concertado días atrás Evgeniy Maloletka y yo nuestra cita para vernos a través del Zoom y hablar de algunas cuestiones relacionadas con la exposición que abriríamos en la Biblioteca Insular de Gran Canaria justo cuatro semanas después. La idea era compartir avances y empezar una conversación que quise reproducir en los monitores de la sala, pero algo hizo que toda esa agenda cambiara. Casi a esa misma hora, en Los Ángeles, el actor Jack Quaid anunciaba que el largometraje 20 Días en Mariupol, en el que un equipo de periodistas [entre los que se encuentra Maloletka] documenta las atrocidades de la invasión rusa, era la quinta nominación al Oscar a Mejor documental de 2023. Según me contó horas después por whatsapp, agridulcemente celebrada la noticia con Mstyslav Chernov y Vasilisa Stepanenko, sus compañeros de aventura en esta multigalardonada película, había sido «un día de locos» y me pedía trasladar nuestra conversación a unos días después ya que salía enseguida con dirección a Estados Unidos para ajustar con la agencia todo lo relacionado con la promoción.

El 18 de febrero, los tres recogían el Bafta en Londres y el pasado 23 inauguramos por fin en Las Palmas de Gran Canaria, bajo el título Crónica visual de la infamia, la primera exposición individual en España del fotoperiodista más galardonado del mundo en los últimos dos años. Por suerte, antes de esa fecha, pudimos conversar en dos ocasiones más sobre los vértigos y emociones de su trabajo en el drama bélico de Ucrania, justo al cumplirse estos días dos años de la invasión rusa.

Su primera exposición individual en España abrió sus puertas justo la víspera del segundo aniversario de la invasión rusa en Ucrania. ¿Qué emociones le acompañan estos días?

Es muy importante recordar en estas fechas dos años de la invasión, pero más de diez desde que comenzó el conflicto, que esta guerra aún sigue sucediendo y este está siendo siempre el primer mensaje que compartimos en cada evento al que nos invitan a participar o en cada ceremonia en la que nuestro trabajo es reconocido. «War is still happening»: la guerra sigue. Y nuestro primer pensamiento siempre está al lado de quienes han perdido la vida, el hogar, su ciudad o se han visto desplazados por este irracional conflicto. Para nosotros el trabajo resulta cada vez más difícil y no sólo por las restricciones sino también por el agotamiento, pero hay que seguir contando lo que pasa. Esta exposición acerca y comparte estas emociones por primera vez en España.

¿Cree que la realidad y el drama de su país ha sido desplazado de la atención mediática por otros nuevos y viejos conflictos o por otros intereses? ¿Cree que las guerras sufren la pena de telediario?

Pienso que esto ya lo habíamos aprendido de antes, que podría ocurrir así, que no es una sorpresa. Además, contábamos con que Rusia también jugaría la guerra en ese campo de batalla que es el relato, en el campo mediático. También ha aprovechado la bajada de la atención mediática para incrementar su ofensiva militar sobre el terreno, dado que muchos periodistas desplazados a Ucrania fueron reclamados para coberturas en Israel y Palestina o las campañas pre electorales en EEUU o Rusia. Justo cuando las noticias que nos llegan del campo de batalla son terribles. Estos días, otra ciudad ucraniana, Avdíivka, cayó en manos de la fuerza militar rusa y ha sido totalmente destruida. Estuve el año pasado allí, en verano y en el invierno, y ya estaba bastante castigada y la gente se refugiaba en los sótanos a todas horas. En las últimas horas han caído 60 bombas rusas por día sobre la ciudad. Lo cual me hace recordar inmediatamente lo que pasó en Mariupol. Bombardean las fábricas, los accesos y luego toda la ciudad. Otra ciudad más que borran del mapa y que nunca más se volverá a parecer a la que fue. Los activos económicos de Ucrania están siendo destruidos y ¿para qué?. Creo que para abonar ese terreno pre electoral, para instalar un relato de victoria que tape las miserias, también de las tropas rusas, sobre el terreno. Y si no es eso… ¿por qué? ¿por qué están matando a tanta gente, destruyendo tantas ciudades, escuelas, hospitales? Esto es absolutamente anormal en el siglo XXI, es irracional. Pero esa es hoy la razón de nuestro trabajo, denunciar con él los crímenes de guerra que hoy Rusia está perpetrando en Ucrania. Y no sé cuándo acabará todo esto…

Usted es un fotógrafo de mirada ancha, que domina el lenguaje de la imagen foto y videográfica. Estando en un escenario de guerra, con la tensión que esto supone, ¿cómo decide qué captar y cómo captarlo? Y en el momento de hacerlo ¿qué pasa por su cabeza?

Por supuesto, trabajando como foto reportero, nuestra mirada está siempre enfocada en lo que es importante en cada momento. La fotografía para mí es un mensaje porque debería decirte algo de lo que está sucediendo. Es importante estar sobre el terreno e importa menos si lo captado es imagen quieta o en movimiento. Lo único que pienso cuando estoy allí es que mi trabajo sea útil. Y no es sobre nosotros de quién hablará la imagen, hablará de la gente que sale en ella, la que está sufriendo hoy en día esta situación. En las últimas semanas he estado fotografiando a mujeres que siguen sin saber nada de sus seres queridos, ignoran si están vivos o muertos, capturados, desaparecidos o asesinados, en una fosa o en un camino. Porque Rusia nunca da información de sus prisioneros, ni de su paradero. Ellas y sus parientes me piden que les muestre mi archivo para ver si en esas fotos encuentran alguna pista de sus seres queridos. Me contaban que hacen esto a diario también en las redes sociales, buscan imágenes de soldados asesinados o capturados entre los fotos y los vídeos que se comparten. Es inhumano. Es una locura. 

«Es importante recordar que todo el tiempo que estoy fotografiando trato de entender a la gente que fotografío»

Estoy convencido, y así está escrito en el texto de esta exposición, que en una guerra la cámara es también un arma poderosa que dispara verdades. ¿Cuanto hay de resistencia y cuanto de poética en esto?

Tú decides qué y en qué dirección disparar, qué enfocar y que no, construyes dentro de los márgenes que encuadras una parte de la verdad que te rodea, pero todo dentro de esos márgenes es verdad. Y no es sólo poética esa verdad, es nuestra modesta manera de contarla. La foto es el mensaje.

Las guerras, los conflictos, los dramas del siglo XXI se retransmiten en tiempo real. La inmediatez a la que circula y se demanda la información responden a veces a cuestiones incompatibles con un buen trabajo. ¿Cómo cree que afecta a su trabajo esa inmediatez, las redes sociales o cómo cuentan su trabajo algunos medios? ¿Le ha generado esto contradicciones en los últimos tiempos?

Nuestro punto de vista es periodístico. Simplemente informativo. No formamos parte de esa otra narrativa interesada que utiliza y prostituye nuestro trabajo para deformar el mensaje, para convertirlo en propaganda, pero eso lo vemos constantemente, cambiar el relato empieza a ser algo ya muy común en muchos frentes: estados, empresas multinacionales e, incluso, medios de comunicación de distinto perfil editorial o ideología que publican la misma imagen con mensajes absolutamente contradictorios. Por desgracia esto es imposible de controlar.

Le escuché decir en una entrevista que le hicieron en México al preguntarle por la foto de Iryna y las que pudo hacer en las horas previas y posteriores a aquel bombardeo en Mariupol, que las emociones normalmente no ayudan a hacer bien tu trabajo y que simplemente lo hace, fotografía. ¿Cómo sobrelleva personalmente fotografiar tanto dolor, tanta devastación?

El dolor está en todas partes porque somos muy conscientes de lo que estamos haciendo en todo momento y todo es muy doloroso. Nos acercamos a escenas y lugares donde cualquiera puede morir o perder a un ser querido o donde esto recién acaba de suceder. Nos convertimos en psicólogos sin serlo porque es dificilísimo tratar de entender y de explicar cómo nos acercamos y hablamos con esta gente. Esto es lo más difícil de nuestro trabajo porque no sólo eres un fotógrafo o un periodista. Te conviertes también en un psicólogo que debe entender la tragedia de la gente que tienes delante y aprendes a actuar sin que tu presencia, lejos de agravar su situación, ayude en lo posible a mitigarla. Por muy difícil que sea decir esto. Pero es importante recordar que todo el tiempo que estoy fotografiando trato de entender a la gente que fotografío.

Nos estamos mal acostumbrando como espectadores a ver constantemente imágenes terribles de guerras, catástrofes y desgracias de todo tipo. ¿Cree que estamos padeciendo como sociedad una cierta desafección visual con el drama ajeno, como si nuestras miradas ya estuvieran vacunadas emocionalmente contra esto?

No creo que tengamos ningún tipo de protección. Toda nuestra experiencia en el campo de batalla la llevamos con nosotros como una pesada mochila. Es muy difícil prepararte para esto. Pero es bueno, creo, tener la posibilidad de contarlo. Contar el sufrimiento de la gente le da sentido a mi trabajo pero algunas veces siento yo la necesidad de desahogar también mi pena. Y aunque hay algo de verdad en lo que dices, creo firmemente que es más la gente que sí empatiza y siente el mal ajeno como propio. Nuestro trabajo habla de la gente común que sufre, que muere y de la vida que desaparece. Debería ser suficiente para despertar la conciencia de quienes lo ven. Pero no podemos pensar en eso. No tenemos tiempo para reflexionar sobre esto estando allí. Creo y quiero que mi trabajo sea útil. Mucha gente se olvidará pronto de esto de la misma manera que nosotros tenemos experiencias que nos encantaría no recordar. Lo que sí creo firmemente es que ahora es el tiempo de hacer y contar con estas imágenes lo que está pasando y mañana será el momento de reflexionar.

Un colega suyo, también fotógrafo ucraniano, Maxim Dondyuk, comentó en una entrevista hace unos meses, que había sufrido una cierta censura militar y que creía que se había descuidado a los fotógrafos locales en relación con los reporteros internacionales. Quisiera preguntarle si también ha percibido eso y, en tal caso, si algo ha cambiado el hecho de que usted, un fotógrafo ucraniano, haya sido el más laureado del año, si esto ha cambiado esa percepción de la que hablaba su colega Dondyuk.

Contestaré tu pregunta de otra manera. Mientras dure la guerra esto pasará y cada vez será más difícil documentarla porque cada día, cada mes, cada año hay más restricciones. Esto empezó hace diez años y la invasión total hace dos pero esto se pueden entender por razones de seguridad. Entiendo que la guerra tiene sus normas, también para el desarrollo de nuestro trabajo y a veces sólo te queda seguir las normas porque de otra manera no tendrías posibilidad de hacer tu trabajo. Y esto ya ha pasado en países y conflictos antes. También estoy convencido de que mi trabajo, como el de tantos otros compañeros, no puede gustar o contentar a todo el mundo pero lidio con esto desde hace mucho ya. El periodismo de verdad no debe contentar a todo mundo.

¿Le han censurado alguna imagen alguna agencia o medio con los que has colaborado? ¿Usted se ha autocensurado en alguna ocasión por lo brutalmente explícito de algunas de tus fotos?

Explícitamente no, pero sí. Y me explico. Como te decía antes, entiendo que en según qué contextos de tensión sé que debo seguir unas normas y las sigo. Pero por razones de seguridad a veces se me ha sugerido no publicar alguna imagen. Lo entiendo y no me causa ningún conflicto porque yo también soy el primero en querer que una foto no suponga una pista o que en ella se vea algo que, escapando a mi control, pueda suponer un peligro para alguien.

Un magnífico fotoperiodista español, Gervasio Sánchez, afirma siempre que se lo preguntan que hay que hacer todas las fotos por muy explícitas que sean, siempre que se preserve la dignidad de los fotografiados, porque pueden ser las pruebas de la barbarie que condenen a los culpables. ¿Cree que sus fotografías y las de sus colegas en Ucrania puedan servir para tal fin en algún momento?

Así es y espero que así sea. Nuestro trabajo debería servir para eso y espero que sea cuestión de tiempo, ojalá poco tiempo, que esto suceda.

Antes de terminar, le quiero preguntar por ese magnífico documental, 20 Days in Mariupol, filmado por ti, Mstyslav Chernov y Vasilisa Stepanenko, que ya ha ganado más de 20 premios y que en pocos días sabremos si se hace también, como todo apunta, con el Oscar ¿Cree que la posible obtención de estos importantes reconocimientos podrían reportar a dicha producción una mayor función concienciadora?

Es evidente que estas importantes nominaciones han ayudado mucho a que nuestro documental se vea más, muchísimo más. Nos han llegado cifras de las plataformas donde se emite y la subida ha sido increíble. Y claro que sí, que se vea el documental es muy importante por lo que se cuenta en ella y esperamos en que esto cambie algo, que ayude. Esta película documenta el horror al que Rusia sometió a una ciudad y a sus habitantes, se acerca de forma humana al hecho más inhumano que es quitar la vida de gente y destruir su entorno. Está hecha con la idea de no olvidar lo que pasó en Mariupol y lo que sigue pasando días tras día en Ucrania. También ahora que estamos tú y yo hablando sigue sucediendo.

Para finalizar, Evgeniy, ¿qué recuerda de aquellos días en Mariupol? ¿El equipo tenía pensado ya hacer el documental o les cogió por sorpresa?

Mariupol era una ciudad refugio donde se estaba recibiendo a mucha gente que salía de otros territorios ocupados y creíamos que eso era lo que íbamos a documentar pero las bombas empezaron a caer, los drones a volar sobre nuestras cabezas y todo lo que pasó en aquellos días es lo que documentamos, la barbarie por la barbarie. Es difícil de creer toda esa oscuridad. Pero estábamos allí y había que contarlo.

¿Cómo y cuándo cree que terminará esta guerra?

Es difícil de predecir y no quiero tener expectativas de ningún tipo pero no veo un final cercano. No lo sé, pero ojalá suceda un milagro porque todo el mundo en Ucrania desea que esto termine. Y con una victoria de Ucrania.