El argentino Juan Martín del Potro se ha adjudicado en Nueva York el primer Grand Slam de su carrera al derrotar, tras cinco durísimos sets (3-6, 7-6(5), 4-6, 7-6(4) y 6-2), a la mejor raqueta de la historia, el suizo Roger Federer, vencedor de los últimos cinco Abiertos de Estados Unidos.

Del Potro, convertido ya en el quinto jugador más joven de la historia que conquista el último Grand Slam del curso, estalló de emoción cuando Federer lanzó fuera su golpe de derecha, cansada, tras cuatro horas y seis minutos de juego.

El tenista de Tandil se echó al suelo. Se cubrió la cara con las manos y lloró. Felicitó a su rival sobre la red y corrió hacia su palco. A abrazarse a Franco Davin. Su guía. El mismo que dirigió a Gastón Gaudio hacia el éxito en Roland Garros, en 2004. En el último éxito, hasta ahora, del tenis argentino.

Del Potro ha interrumpido la trayectoria de la mejor raqueta de la historia. Ha derribado a un gigante que pretendía su cuadragésima primera victoria seguida. No perdía el helvético en el US Open desde los octavos de final de 2003. Ante otro argentino, precisamente, David Nalbandián, que no terminó de consolidar el impulso del talento que se le presumía.

Novato en una final

Del Potro pagó de inicio su inexperiencia en una final. A la que entró como novato. El semblante del joven tenista nada tenía que ver con el talante y el desparpajo que mostró frente a Rafa Nadal en la víspera. No soltó el brazo hasta bien entrado el partido. Y en los momentos cumbre decayó. Como en el tramo final del tercer set. Cuando al saque regaló el parcial a su rival con dos dobles falta consecutivas.

Lleno de dudas, el argentino tiró el primer parcial y ya no reapareció hasta el ecuador del segundo. Para entonces ya había dado un break al suizo, que circulaba con el viento a favor, como le gusta. Excesivamente sosegado, sobrado.

Del Potro asumió el cuerpo a cuerpo y su primera rotura del partido, en el décimo juego, con dos pases de derecha (5-5). Metidos en el desempate el sudamericano tiró de argumentos. Saque y diestra invertida, potente y a la línea. Ganó el set y alteró a su rival, que buscó justificaciones alrededor de la zona de juego.

Del Potro perdió definitivamente el respeto a su rival. No hubo ya muestras para la galería ni gratuitas escenas plásticas bendecidas por un contrario inexperto. Hubo miradas al juez y caras destempladas. Desconfianza.

En plena efervescencia, el tenista argentino empezó a jugar. Soltó el brazo y levantó el puño. Inclinó el partido a su favor. Pero cuando más cerca lo tenía, se desvió. Dos dobles faltas le condenaron a la derrota de la manga con Federer al resto. Le invadió la presión.

Federer, que afrontaba su séptima final consecutiva en un Grand Slam, recuperó el sosiego aunque su situación no mejoró. El argentino, que nunca dio por perdido el partido, llevó a su rival al límite. Le arrastró al desempate del cuarto parcial, que tiró el partido hacia el set definitivo tras un 'tie break' que reflejó la frescura del argentino y la desesperación del rival.

Juan Martín del Potro se agigantó en el quinto set. De entrada rompió el servicio de Federer, errático con la derecha. El argentino se amarró a la situación. El saque le dio tranquilidad, mientras el trono del helvético se tambaleaba. Bajó los brazos el suizo, que se alejó de la gloria y de más récords, aún pendientes de batir.