Huele a mar. Los juveniles del Arguineguín entrenan sobre un verde artificial, forjador de estrellas, mientras una fina bruma con sabor a salitre despunta desde Las Marañuelas. En la cantina, ante un pantalla de televisión y entre camisetas de pasado glorioso, casi todas con el dorsal 21, de repente surge un grito de gol tras un pase del paisano, David Silva. Sus amigos, familiares, vecinos y las promesas del futuro, lo celebran con calma, con un gesto común, repetido una y mil veces.

"Eso es lo que mejor sabe hacer, se lo enseñamos aquí cuando este campo era de tierra", bromean aquellos que lo vieron crecer con un balón pegado en su zurda. "Lo cierto es que esto le viene de chico, siempre lo ha tenido", asegura su tío Armando Jiménez, presidente a su vez del equipo sureño.

Muchos son los que siguen por la pantalla el primer partido en España con la elástica celeste del City pero una sola es la máxima. "Silva está que se sale", afirma José Manuel Jiménez, también tío del futbolista que en la pantalla gobierna los tiempos y el rumbo del partido en el lejano Villarreal. Mientras, todos confirman la premisa. "En Inglaterra están todos locos con él", aseguran muchos de sus amigos y familiares, algo que Quique Álamo puede contar de primera mano. "David está empezando ahora a mostrar lo que es", señala a pesar del recorrido triunfal del futbolista de 25 años. "Nos va a dar muchas alegrías más, desde la premier a la Champions", añade. Casi todos coinciden en parte, sobre todo, con el City líder e invicto ven la liga inglesa a tiro. "Mientras para la Copa de Europa, todavía quedan un par de años por delante, es muy difícil", señala Armando, más prudente.

Apoyo familiar

El futbolista de Arguineguín, campeón del Mundo y de Europa, pasa actualmente por su mejor momento deportivo pero sus familiares recuerdan el trabajo que hay detrás y aquellos años de llanto cuando abandonó su tierra con 14 años para jugar en Valencia. "Lo llamábamos prácticamente a diario y todavía recuerdo escuchar por el teléfono cómo se le saltaban las lágrimas", afirma Juan Manuel, que rememora como todos se volcaron con él hasta el punto de planificar sus vacaciones para arroparle en su aventura.

"Después, en el Éibar, se hizo un hombre. Maduró mucho en aquel campo de barro y frío. Era un sitio difícil pero él aprendió mucho, tanto que todavía se acuerdan mucho de él en Ipurúa", expone Armando.

Pero después llegó el éxito y los grandes partidos del Chino, como es conocido entre sus compañeros y que ellos han vivido al ser invitados por David. Entre todos los grandes partidos, Armando destaca uno sin dudarlo. "El día que más hemos llorado de alegría fue cuando ganó la Eurocopa", señala antes de añadir: "Era su primer gran triunfo y él, como todos nosotros, lo vivió más ya que pudo participar en todos los partidos".

Ahora los viajes son a Manchester, donde ellos aseguran que sus vecinos le agasajan con elogios. "Dicen que nunca han visto a un jugador como él, que en la Premier no existen", aseguran ellos. Sin embargo, el destino estuvo a punto de ser el de La Castellana, algo que su tío, José Manuel cree que no se produjo por deseo de Mourinho. "Con Pellegrini ya estaba hecho, pero Florentino se equivocó si lo que quería era tener a los mejores", asegura.

El partido languidece con el dominio citizen y cuando David, el sobrino, amigo y vecino se retira sustituido, en el campo de Las Marañuelas se oye un aplauso cercano y familiar.