A falta de diez minutos para el final, todo estaba resuelto, a favor, en el Centro Insular. Lo expuesto sobre el parqué no había sido un portentoso recital de puntos ni el espectáculo ofensivo más atractivo de la temporada pero el Herbalife Gran Canaria, más práctico y cerebral, sumó ante el Cajasol un triunfo (66-49) tan burocrático como necesario para no perder el paso de los aspirantes al playoff.

El Granca no falló. A un triunfo del tercero, el amarillo sigue la estela de los grandes poderes de la Liga y ayer fraguó su éxito en su defensa, pilar indiscutible que sostiene los fundamentos del conjunto de Pedro Martínez. Hubo trabajo, grandes dosis de entrega, mucha pelea y mucho esfuerzo en tareas defensivas ante un rival que se presentó a concurso como un león y se marchó como un tierno gatito. Por eso bastó con un poco del Granca para derrotar al rival sevillano. Bastó un poco del acierto anotador de Ryan Toolson, unas briznas de calidad multidisciplinar en Spencer Nelson, otro tanto de Xavi Rey y las apariciones estelares y redentoras de Uros Slokar y Jon Scheyer para batir por 17 puntos de diferencia a un Cajasol que vagó como alma en pena, sin actitud ni ilusión, sobre el parqué del pabellón de la Avenida Marítima.

El equipo de Pedro Martínez respira desde la necesidad de mejora y vive inmerso en el proceso de búsqueda de aquel Granca que maravilló en la primera vuelta. Ante esta realidad, la que supone la exploración interior del equipo y su respuesta ante situaciones adversas, mejoraron notablemente los de amarillo en su compromiso con el esfuerzo defensivo pero siguen con problemas, dudas y falta de confianza en ataque. Ayer el Granca anotó el 53 por ciento de sus lanzamientos de dos puntos (23 de 43 intentos), el 25 en triples (con sólo tres aciertos de doce lanzamientos) y cometió quince perdidas de balón; notas desafinadas entre compás y compás que deslució el decimoquinto triunfo de la temporada claretiana.

Sin embargo, ante el concierto de errores del cuadro de Aíto -puede que uno de los peores equipos en pasar por la roca insular en los últimos años- los amarillos dieron un paso adelante en sus prestaciones defensivas para robar ocho balones y dejar al plantel visitante tan seco de ideas como de intenciones, en 49 puntos. Ésta es la quinta peor marca en la historia ACB del club hispalense y el tercer peor registro anotador de la actual temporada, tan sólo superado por los 47 del Manresa ante el Barça Regal y los 46 que sumó el propio Cajasol en su duelo frente a Estudiantes. El reflejo de las estadísticas puede dar a entender que el triunfo resultó sencillo, casi un paseo de domingo en el que sobró el último cuarto, pero a eso se llegó tras el buen hacer defensivo en el que hubo sudor y sangre sobre el parqué.

El duelo comenzó con un Ryan Toolson inspirado que tomó los mandos del navío a base de puntos y valentía. El de Arizona, líder anotador en el último mes de competición, encestó primero un triple, después una canasta con rectificado y aro pasado sobre la defensa de Triguero y, por último, un tiro de media distancia. Habían pasado sólo cinco minutos de partido y en este tiempo, Spencer Nelson y Xavi Rey también pudieron estrenar su cuenta anotadora. En un pestañeo, el Gran Canaria estaba cinco puntos por encima, 11-6. El Cajasol parecía encajar los primeros golpes sin mayor pena, casi sin oposición. Sin embargo, apretaron las líneas, adelantaron su presión, sumaron ayudas y embarullaron la circulación de balón y los movimientos de los de Pedro Martínez. En consecuencia, llegaron los fallos no forzados, las precipitaciones, los errores ante la canasta y pérdidas. Un triple de John Holland igualó el marcador a once puntos y entonces se escucharon algunas quejas en el feudo insular.

Recital de fallos

El segundo cuarto agudizó los males de los dos equipos. El Granca había dejado de correr y con ello el ataque se atascó. Bellas tomó la responsabilidad y sumó una canasta en penetración y tras sacar un gancho con su izquierda prácticamente desde su oreja. Mensah Bonsu empató y entonces el Granca inició su distanciamiento con canastas a cuenta gotas. Primero, Báez con un reverso bajo el aro. Después, Slokar tras asistencia del playmaker madrileño. Satoransky, el base checo de los dos metros, lo fallaba todo desde el perímetro y Slokar prosiguió desde la intendencia para volver a anotar tras rebote y giro, en un hábil paso de baile sobre la pintura. A trompicones el Granca se iba. El Cajasol fallaba y fallaba; el Granca también, pero menos. Así, con un mate espectacular de Brad Newley al contragolpe, el equipo de Pedro Martínez logró la distancia psicológica de los diez puntos, 25-15, una referencia que le serviría para maniobrar con inteligencia y con la mirada en el marcador el resto del encuentro.

El equipo de Aíto, con menos fe con el paso de los minutos, lo intentaba a través de su estrella, Satoransky, y con espectáculo de vuelo sin motor. El checo encontró un pasillo, su compañero, Blakney lo vio y la conexión entre ambos finalizó con mate de espaldas sobre el aro del Granca. Al César lo que es del César y la grada del CID, que despertaba entonces de su letargo, regaló un aplauso de reconocimiento. El checo ni se inmutó y el Cajasol se mantuvo tan frío como un témpano de hielo. Nelson respondió y devolvió la diferencia, 29-19 a los diez puntos. Habían pasado 20 minutos, la mitad del partido, pero la anotación era pobre.

Quedaba mucho encuentro por delante, pero ninguno de los dos equipos cambió de ritmo. El Granca siguió con su paso trotón y suficiente para añadir más distancia en el marcador. Los de amarillo daban la sensación de no pasar de tercera ni caminar con el motor revolucionado. Todo era cómodo, mientras el recital de errores seguía activo. Hubo pases a la grada, malos botes, pérdidas, canastas imposibles de fallar que no tocaban aro, fallos en las marcas e incluso una asistencia de un jugador de azul para otro de amarillo y jugándose el tipo para salvar la bola de un peligroso fuera de fondo. El despropósito era mayúsculo y los dos entrenadores, los dos en activo con más partidos en la Liga Endesa, se desesperaban en la banda.

Entre tanto fallo, el Granca incrementó su renta. A poco que los amarillos acertaran en sus pases y movimiento, aparecía el hueco. Xavi se volvió a colgar, Nelson sumó de tres en tres y Scheyer pidió su cuota de protagonismo. En un par de minutos, los amarillos estaban 18 puntos por delante, 41-23, y los sevillanos cada vez más apáticos, como si la cosa no fuera con ellos. Sólo Thomas Satoransky ofrecía un mínimo de resistencia. Aíto lo dejó en pista y cambió al resto; cuatro jugadores de golpe. El Cajasol espabiló y encontró vida en la línea del 6,75, pero todo lo que ganaba en un aro lo perdía en el otro. El Granca inicio el último parcial con ventaja de catorce puntos y el duelo bajo control.

Listo para sentencia

Al acto final se llegó sin rival ni trama. El malo de la película hacía tiempo que había muerto. No había persecución ni suspense. Por primera vez en tiempo el Centro Insular respiraba sin tensión. El inglés Pops Mensah-Bonsu, aún fuera de forma al llegar sin ritmo a la liga hace pocas semanas, intentó maquillar el resultado. Pero Roberto Guerra respondió con una canasta y un triple de autor, con la firma en la mecánica característica del alero grancanario. El Herbalife aventajaba otra vez a su rival en 18 puntos, 57-39. Entonces entró Alvarado y se llevó la mayor ovación de la jornada. También lo hizo Edi Tavares. El duelo era historia. El Granca sonríe de nuevo.