Fernando Alonso vivió ayer en el circuito de Yas Marina la última pesadilla del año, de un vía crucis de dieciocho estaciones, pues se perdió la primera (Australia) por culpa de aquel accidente sufrido en los tests invernales de Barcelona. Un pinchazo en la clasificación del sábado le había relegado a la decimoséptima plaza de la parrilla, y su ilusión de al menos ganar unas posiciones y plantear algo de batalla se esfumaba tras la salida en apenas un centenar de metros.

El brasileño Nasr tocó con su Sauber a su McLaren y el impulso llevó al ovetense a sacar de la pista al Lotus de Maldonado. Los jueces no vieron o no quisieron ver la acción primigenia de Nasr y castigaron al ovetense con un paso extra por la calle de los garajes. Finalizó decimoséptimo, como empezó, a dos vueltas del Mercedes ganador de Nico Rosberg.

Nadie dudaba a principio de temporada de que para McLaren-Honda su recuperada unión iba a suponer un duro tránsito. Nadie podía imaginar que lo fuera de manera tan extrema. Mal comenzó y mal acabó el año, sin haber logrado recortar la diferencia con sus rivales en todo el campeonato, concluyendo únicamente seis carreras en los puntos (cuatro a cargo de Button, dos de Alonso) y viendo únicamente por el retrovisor a los modestísimos Manor.

Ayer a punto estuvo Alonso de sumar su noveno abandono del año. Aguantó por orgullo, viéndose doblado en dos ocasiones por los Mercedes y los Ferraris. Ocho abandonos sólo había sufrido antes en su campaña de novato con Minardi, de ello hace ya 14 años.

No descartaba Ron Dennis que el asturiano pueda tomarse en 2016 un año sabático. A Alonso lo pilló por sorpresa el anuncio, pero no hay que echarlo en saco roto.