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Copa del Rey

La sombra de la bruja Lola

Herbalife Gran Canaria y Valencia Basket reeditan la eliminatoria el cuadro 'taronja' llegaba como favorito y que se llevó el equipo

No se sabe si por convicción o por empezar el partido antes de jugarlo, Aíto García Reneses, entrenador del Herbalife Gran Canaria el curso pasado, dejó una sentencia categórica en su primera contestación durante la rueda de prensa previa al cruce de cuartos de final de la Copa del Rey 2016. "Voy a ser muy claro. Creo que el Valencia va a ganar la Copa del Rey", comentó con la boca llena. Razones no le faltaban. El cuadro taronja llegaba tras haber ganado sus primeros 28 encuentros oficiales -sumando Liga Endesa y Eurocup- y lideraban por aquel entonces la competición con 19 victorias en los 20 primeros partidos. Casi nada.

La contestación de Pedro Martínez, entrenador del equipo valenciano, también fue inolvidable. "Pitoniso Aíto. Ojalá que tenga razón, pero yo creo que lo que ha querido es ser la bruja Lola y ponernos dos velas negras". Cuando terminaron los 40 minutos de aquel choque, el Herbalife era semifinalista del torneo; el domingo plantó cara al Real Madrid en la final y solo se quedó a un puñado de puntos de levantar la Copa del Rey en La Coruña.

Este Valencia Basket no guarda aquellos registros incontestables del año pasado. Unos números que le valieron de poco al final de la temporada. Sin embargo, el cuadro de Pedro Martínez es un equipo más versátil y sólido que el del curso pasado, aquel que deslumbró por su balance histórico. Y es que el equipo 'taronja' posee unos registros envidiables: tercero en la tabla clasificatoria con 14 victorias y solo 5 derrotas en la competición doméstica.

En el camino, el conjunto de Pedro Martínez perdió a Justin Hamilton, su gran estrella durante el curso pasado. Un solo año en Europa -después de su primera etapa- fue suficiente para que el pívot californiano regresara a la NBA, donde encontró hueco en los Brookyln Nets. En base a sus 13.3 puntos, 5.4 rebotes y 14.8 de valoración en 55 partidos con el Valencia Basket -repartidos entre la ACB y la Eurocup-, Justin Hamilton se convirtió en la piedra angular del proyecto.

Sin ninguna incorporación de relumbrón, el Valencia Basket no enloqueció durante el verano. De hecho, en su plantilla se pueden encontrar hasta ocho jugadores que ya estaban el año pasado en La Fonteta (Antoine Diot, Romain Sato, Bojan Dubljevic, Guillem Vives, Rafa Martínez, Fernando San Emeterio, Luke Sikma y Sam Van Rossom, lesionado en el último curso). Las incorporaciones de Will Thomas, los nacionales Pierre Oriola y Joan Sastre y el 'mueble' ucraniano Viacheslav Kravstov han sido los refuerzos de un equipo que se mueve como un bloque.

Las estadísticas [puede que frías, como afirmó con rotundidad Marc Gasol en una entrevista con la ESPN] no suelen mentir. Ahí, el Valencia Basket no cuenta con ningún jugador que se asome a las primeras posiciones del apartado individual, lugar donde era un habitual el año pasado con Justin Hamilton y Bojan Dubljevic. El interior montenegrino es el jugador más valorado del equipo con 13,7, merced a sus 11.9 puntos y 5.5 rebotes de media.

La independencia de referentes gigantes ha hecho del Valencia un equipo rodado, extenso y práctico. Porque si en las estadísticas individuales nadie destaca en el equipo de Pedro Martínez, en las de equipo son un reloj. El Valencia es el tercer mejor ataque de la Liga Endesa (83,9 puntos anotados), tercer mejor asistente (18,3), segundo mejor defensor (75 puntos recibidos de media) y segundo mejor en valoración global (98.9).

Las llegadas de Oriola, Sastre, Thomas y Kravstov han dado oxígeno a su rotación, superando el nivel de Vladimir Lucic o Jordi Trías el curso anterior. Todo ello, unido a la recuperación del talentoso Sam Van Rossom, forma una segunda unidad que aporta más y mejor que la que tenía Pedro Martínez el año pasado. Ganar por desgaste al enemigo es una opción válida y usada por el Valencia Basket a menudo. Los cortes de Vladimir Jankovic y John Bryant, los dos refuerzos que más prometían, se superaron sin problemas. El equipo respira ese sello personal del entrenador catalán: intensidad atrás y rigor delante.

Si en el Valencia destaca el conjunto por encima de cualquier individualidad, en el Granca no lo es menos. Al igual que le sucede al cuadro taronja -excepto por alguna excepción como Rafa Martínez, líder en acierto en el triple con un 53,33% de tiros anotados-, el Herbalife tampoco cuenta con ninguna referencia clara. El colectivo es la principal arma en el equipo de Luis Casimiro. Ahí, sus guarismos dan una buena radiografía del Granca: es el primer equipo en rebotes ofensivos (11,2), lidera también las recuperaciones (9,4) y es cuarto en defensa (76,5 puntos encajados) y rebotes totales (34,5 rechaces por partido).

En medio de este duelo fluyen los recuerdos del año pasado, donde el Herbalife le pegó el primer gran bofetón de la temporada al Valencia Basket -después llegó su eliminación de la Eurocup-. Pero también las imágenes más recientes del choque entre ambos con dos derrotas seguidas del equipo claretiano. La realidad cercana es esa, la de un equipo que superó a otro con cierta holgura en sus pulsos más cercanos (75-84 y 86-81).

Si la juventud de Alen Omic o Kevin Pangos pudo el año pasado con el Valencia, este año el Granca se agarrará a la experiencia que atesora con hombres de la talla de Richard Hendrix o Bo McCalebb, sus sustitutos naturales esta temporada. Un grado de categoría que eleva el listón con Albert Oliver -rey amarillo el año pasado- o Eulis Báez. Todo con las dosis de talento que acumulan Kyle Kuric -ausente el año pasado mientras se recuperaba de un tumor cerebral- o Royce O'Neale.

El Gran Canaria, otra vez más, ha dejado el papel de favorito al rival, el Valencia Basket por segundo año consecutivo. Ahora los amarillos buscarán en Vitoria repetir la gesta de hace un año en La Coruña. Por si acaso, que alguien encienda un par de velas negras.

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