La UD Guía se quedó sin el partido de su vida, uno de esos que marcan la historia para siempre. Y no porque el de ayer no lo fuera sino porque la fiesta del Octavio Estévez podía haber acabado con un premio de los gordos: un equipo de Primera División en la Copa del Rey. El Guía no pudo con el Buñol, su rival de la Preferente valenciana, y cayó eliminado por culpa de un gol de Albert de volea tras una jugada que no supo resolver en su área el equipo de Moisés Díaz.

Y no fue porque el Guía no lo intentara durante todo el encuentro. Hasta el final lo hizo el equipo rojinegro, con una ocasión de Javi a centro servido desde el córner por Luisja, ya a la desesperada en una acción que desbarató Paco, guardameta de los valencianos. Esa fue casi la última acción de peligro del Guía, insistente desde el inicio del partido

Como en el minuto 15 cuando Ubay con un disparo cruzado provocó el primer alboroto en el Octavio Estévez. El peligro de los norteños estaba en las botas de Joaquín. El atacante lanzó primero una falta que se fue rozando la escuadra mediada la primera mitad. A punto de cerrar el primer acto, de nuevo Joaquín, pero esta vez con la cabeza a bocajarro. El Guía dominó la primera parte con el balón y el peso del partido, pero el Buñol aguantó. Esperaban los valencianos su oportunidad, replegados, buscando un contragolpe. Sin embargo, el partido cambió tras el paso por vestuarios y el Buñol se creció. Golpeó con una falta de Jonás y poco después Óscar obligó a Adrián Primo a sacar las manos a paseo

El guardameta guiense tuvo que volver a intervenir para salvar el 0-1, con una gran parada al cabezazo de Gonza. El partido giró por completo. Aquella acción fue el preludio del gol.

Moisés Díaz removió su banquillo en busca de una reacción. Le quedaban 15 minutos para cambiar un asunto que se complicó. El Buñol tiró de experiencia e hizo largo el encuentro, que pudo culminar antes si no fuera por el excelente nivel de Primo, que sostuvo al Guía con alguna intervención más de mérito. Volcado, el conjunto rojinegro se abrió a por todas, con más corazón que cabeza. Se le marchó entonces el partido y también el sueño de ver a un grande del fútbol español en casa.