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La marcha tiene futuro

Pablo González Villares, atleta del Adasat, empieza a coleccionar medallas nacionales

Pablo González Villares, marchador del Adasat, con sus medallas de playa y bronce de los últimos Nacionales. | | JOSÉ CARLOS GUERRA

Resulta complejo enganchar a los más jóvenes a otra cosa que no sea el fútbol. Sin embargo, hay trincheras que se aferran a una resistencia que también pisa fuerte. 

El ultrafondo recibió un golpe durísimo en uno de los últimos cónclaves del Comité Olímpico Internacional (COI). Allí se decidió que los 50 kilómetros marcha, esa disciplina que exige a los atletas la destreza de no tener nunca los dos pies en el aire, que lleva su capacidad de concentración al límite, iba a quedar excluida de los Juegos Olímpicos de París 2024. Tokio servirá como despedida a una distancia que llevaba en el programa olímpico desde Los Ángeles 1932. Una decisión que busca la paridad entre hombres y mujeres, ya que esta en esta distancia solo competían marchadores, pero que dejó al atletismo sin una de sus pruebas más exigentes en el calendario olímpico. Los 50 kilómetros marcha empiezan a ser historia para dejar paso a otros deportes, a priori, con más atractivo entre las nuevas generaciones: escalada deportiva, skateboard o breakdance.

Algo que no le ha pasado a Pablo González Villares. Probó a eso de correr sin despegar los pies del suelo y ahí se quedó: volando al raso. El joven marchador grancanario se enganchó a esta modalidad atlética que destila romanticismo, que huele a olimpismo y tradición. Su último éxito, una medalla de bronce en los Campeonatos de España en ruta por Federaciones Autonómicas en la categoría sub 16 de hace una semana en Sevilla. Una presea que se une a la plata que logró en diciembre, en el Campeonato de España de Marcha de Invierno de Promoción. Es un brote verde que deja a la vista que la marcha en Canarias tiene futuro.

Del fútbol a la pista

“Llevo unos tres años entrenando y compitiendo. Empecé en el atletismo combinando carreras populares y el fútbol. Mi padre me apuntó en una carrera de marcha por probar y me gustó. Conocimos a Jonay Medina y me metí con él a entrenar. A partir de ahí empecé algo más en serio con la marcha”, explica Pablo González, integrante del club Adasat Gran Canaria. Ahora cuenta con 14 años y compite en la categoría sub 16. Es decir, hay competidores que le sacan casi dos años, algo que se nota en el físico, pero también en la técnica que puedan haber desarrollado en ese trecho temporal entre unos y otros atletas.

“Gané en mi primera competición y pensé que se me podía dar”, cuenta

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Su debut en enero de 2018 no pudo ser mejor: ganó en La Laguna el Campeonato de Canarias. “Gané, gané. No lo esperaba. Vi que igual se me daba bien y empecé algo más a fondo con la marcha”, cuenta entre risas.

Porque si hay algo que tiene claro tanto Pablo González como su entrenador Jonay Medina es que en la técnica está la clave de todo. “Ees algo que no para de perfeccionarse, de mejorar. Ahí es donde trabajamos con él, tanto yo como mi compañera de club, Sara González. Aunque todavía estamos en una edad donde más que entrenar a tope, jugamos”, explica su entrenador. La presión por competir es una carga que está alejada del tándem. Una muestra más del romanticismo que les mueve por la marcha.

“No es fácil la técnica y lleva años y años de práctica. Por ejemplo, aún no he podido interiorizar el movimiento de los brazos. Cuando llevo varios kilómetros se me descolocan y me hace perder velocidad. Ese es el problema que más tengo, el que más debo mejorar”, confiesa Pablo González, que paró el cronómetro en Sevilla en 23:16 tras 5 kilómetros. En Getafe, marcó un tiempo de 23:01. De momento, el control de los pies “ya está dominado”.

Algo que al inicio de su aventura con la marcha sí le costó. De esprintar por la banda jugando al fútbol a tener siempre un pie en contacto con el piso. “Es bastante complicado tener una buena técnica, pero poco a poco se puede, lo haces tuyo”, reflexiona. La mano de Jonay Medina se nota cada día. “Me ha ayudado mucho a seguir entrenando, a avanzar, a continuar en los momentos complicados”, agrega.

El Adasat, que ha hecho de la Ciudad Deportiva de Gran Canaria su casa, cuenta con un pequeño grupo de marchadores compuesto por cuatro atletas: dos adultos, Pablo González y Laura Delgado. “En Canarias hemos tenido referentes nacionales muy importantes en esta disciplina como Basilio Labrador y Tere Linares. Ojalá volvamos a tenerlos en el futuro”, sentencia el entrenador lanzaroteño, afincado en Gran Canaria desde hace varios años.

La foto con el mito

Como para casi cualquier disciplina deportiva, tener referentes a mano se convierte en una necesidad para los que se inician en este mundo. Hablar de marcha hoy en España es hacerlo de Chuso García Bragado, que vivirá en Tokio sus octavos Juegos Olímpicos. “No pude sacarme con él la foto en Sevilla, por el tema de las restricciones y demás, pero daba igual porque ya la tenía hecha unos meses antes en Getafe”, explica entre risas Pablo González.

En el futuro de Pablo González se agolpan un montón de sueños con la marcha como hilo conductor. Pero antes no nombrarlos, de poner cotas, se abona al día a día. “Prefiero centrarme en seguir entrenando y esforzándome al máximo para así llegar a todas las cotas posibles”, espeta.

“Estamos en una edad donde más que entrar a tope, hay que jugar”, narra su técnico

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Esa es su máxima, la que le inculca su familia, pero también su entrenador. “Su llegada al club puede que nos marcara un antes y un después. Empezó compaginándolo con el fútbol y venía a entrenar un día a la semana. Después pasó a venir dos y se dedicó ya solo a la marcha y ahora casi hay que decirle que pare”, cuenta Medina.

En el Adasat, con los niños y jóvenes de la base, buscan la polivalencia, no solo el desarrollo especial en una disciplina. No obstante, enganchar a niños para marchar es una tarea casi imposible. “A las niñas, menos, pero a los niños le da muchísimo pudo, en su gran mayoría, hacer ese movimiento de cadera al principio, cuando empiezan a probar”, narra el entrenador del Adasat. “Pablo al principio era como un bloque, pero despertó y empezó a avanzar muchísimo. Le puso mucho entusiasmo y todavía le queda mucho por recorrer. Con él ha sido todo lo contrario porque le puso siempre entusiasmo, voluntad y ganas por lo que las cosas son más fáciles”, explica.

El ojo de la RFEA

Tanto que la RFEA ha activado su radar con él. “Su forma de marchar gusta. El seleccionador de marcha de menores lo vio y creen que tiene potencial, pero esto es paso a paso”, concreta Jonay Medina. De momento, Pablo González, con los pies en el suelo, ya mira a un futuro que tiene pinta de poder ser prometedor, porque lo suyo es ir paso a paso.

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