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Entrevista. Autor de 'Espías de Franco'

Josep Guixá: "La entrada en escena de Negrín acabó de entorpecer un armisticio"

"Los procesos de Moscú y el 'caso Nin' abrieron los ojos a la intelectualidad de Francia sobre el estalinismo, y ello va a coincidir con la no-intervención", afirma el escritor

Josep Guixá. LP/DLP

¿Llegaron a creer realmente los franquistas que los contactos de los republicanos con Francia iban a fructificar?

Lo que sabemos es que en los últimos días de 1936 la SIFNE dio cuenta a Salamanca de los contactos entre el círculo de republicanos en París, que lideraba el abogado Amadeo Hurtado, y el propio gobierno francés. A partir de ese momento, la acción diplomática de Salamanca tuvo esto presente y también se aceleró la puesta en marcha de una oficina de propaganda en París, igualmente patrocinada por Cambó, que difundiría con eficacia una imagen revolucionaria de la España republicana.

¿Pero hubieron acciones concretas del espionaje para que no saliese adelante un armisticio?

Los contactos entre republicanos españoles y franceses nunca estuvieron tan avanzados para que se contemplase seriamente esa posibilidad, quizá porque la toma rebelde de Málaga, en febrero del 37, hizo tomar conciencia a todo el mundo de que Franco no iba a negociar una paz. Como sabemos, la entrada en escena de Negrín acabó de entorpecer esa posibilidad, aunque a finales de 1937 se sugirió en aquellos mismos ambientes de exiliados en París que el gobierno de Valencia formase un gobierno más moderado que el de Negrín.

¿Fue trascendental para la ambigüedad gala el peso que tenía la URSS en la gestión de Negrín?

Fue, en efecto, un factor importante pero no el único. En 1937 los procesos de Moscú y el 'caso Nin' [dirigente del POUM asesinado por agentes de Stalin] abrieron los ojos a cierta intelectualidad de izquierdas francesa sobre el estalinismo. Esto coincide con la postura de no-intervención en España que, desde a su llegada al poder, en junio del 37, seguía el presidente centrista Camille Chautemps. Tampoco su predecesor, el socialista Léon Blum, hizo mucho más que consentir los envíos clandestinos de armas para la República española.

¿El lobby catalán en situación de semiexilio creyó alguna vez que Franco iba a transigir con la idea de un posible estado catalán bajo la dictadura? ¿No se trata de una visión excesivamente ingenua de la coyuntura?

Fue sólo una facción dentro del partido separatista Estat Català, que estaba liderada por Josep Dencàs, un admirador de Mussolini y antiguo organizador de las fuerzas de choque de Esquerra Republicana, la que se ofreció a Burgos para desestabilizar la retaguardia republicana. A cambio, se hablaba de unas concesiones en forma de protectorado que, efectivamente, nos suenan un tanto utópicas. Pero en abril del 37 Nicolás Franco autorizó que los espías de Cambó mediasen con Dencàs, si bien los "hechos de mayo" de Barcelona [la guerra interna entre comunistas y anarquistas] hicieron innecesario a este "agente provocador" y los contactos no continuaron.

¿Cómo ha conseguido Pla y su entorno que el perfil oscuro que usted ha sacado a la luz se mantuviese fuera de circulación, acogotado bajo la mera mención de 'leyenda negra?

Josep Pla ocultó sistemáticamente sus labores en la guerra, incluso cuando pudo sacar algún rédito profesional de ellas. Su apuesta por los aliados en la segunda guerra mundial consolidaría su perfil más liberal, más allá de las clásicas acusaciones de colaboracionismo franquista. Si esto ya sucedía con el espionaje de guerra, qué decir de su participación en la prensa falangista antes de la guerra. El esquematismo del catalanismo radical, el más interesado en desenmascarar a Pla, no podía ni imaginar la sintonía con José Antonio Primo de Rivera de un escritor a quien nadie puede negar sus servicios a la lengua y cultura catalanas.

¿Cómo pagó Franco los servicios del mecenas Cambó y de su grupo? ¿Recibieron un trato digno después de 1939?

Hacia 1938, a medida que Franco iba ganando la guerra y obtenía créditos de la City, se fue desentendiendo de Cambó y los suyos. A finales de ese año el propio Pla abandona la tutela de Cambó y se integra en las estructuras diseñadas por Serrano Suñer, en su caso periodística, por otra parte lo que Cambó sugería hacer a sus cuadros políticos. Pero le faltaron colaboradores del talento de Pla para ejercer una verdadera influencia en la nueva España.

¿Colaboraron después estos espías con la Gestapo con el seguimiento en suelo francés o británico a los republicanos relevantes?

No está documentado que así fuese. A comienzos de 1938 la red de Cambó fue absorbida por el SIPM (Servicio de Información y Policía Militar) del coronel Ungría, y, al poco tiempo, la diplomacia franquista empezó a actuar a sus anchas. Seguro que a Cambó no le faltaban ganas de desquite contra ciertos políticos catalanes, pero siempre prefirió que el trabajo sucio lo hicieran los militares. Caso aparte fue Pla, quien incluso llegó a colaborar con el espionaje aliado en la vigilancia marítima de la Costa Brava.

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