La Provincia - Diario de Las Palmas

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La cruz de Nauzet, un símbolo en la costa

Una cruz que mira al mar recordará para siempre a Nauzet Rodríguez, el joven de La Graciosa que perdió la vida hace tal solo unos meses cuando fue a mariscar. Sus amigos decidieron darle el adiós más emotivo. Vestidos con la ropa típica de los pescadores de Caleta de Sebo, con sombrera incluida, atravesaron la isla hasta el lugar maldito en el que perdió la vida. Tiraron flores al mar, en un rito que se repite cada vez que uno de ellos muere faenando lejos de casa. Después clavaron la cruz de madera, enramada de flores, un símbolo más. El punto exacto al que pueden volver y recodar al amigo que se marchó demasiado pronto. Estos días será un día triste para todos. Tendrá que pasar más tiempo para que la tristeza y la pena se atenúen, se calme y así casi parezca que el dolor ya no está. Aunque siga ahí. En La Graciosa también cuentan con un pequeño camposanto. Se creó a mediados de los años cuarenta. Antes tenían que llevar al difunto por el risco. Con el cajón a cuestas recorrían el camino que lleva hasta Haría y allí dejaban a sus seres queridos. Fueron tiempos duros. Ahora, los gracioseros que mueren pueden ser enterrados en el cementerio de San Simeón, así se llamó el primer pescador de la isla que pudo al fin descansar en casa.

El cementerio de Femés

Y en la isla grande, en Lanzarote, también cuentan con camposantos históricos. Entre todos destacan los de Tías de 1799 y el de Femés de 1818, que siguen siendo uno de los pocos recintos que se encuentran junto a la iglesia, muy cerca de la población. Como recuerda Rosa Pérez Peñate en su obra `El espacio de la muerte´, de esta proximidad en el caso de Femés queda constancia en la obra Mararía de Rafael Arozarena cuando señala: ?"... resaltaba el rectángulo encalado del cementerio. Podían verse las cruces negras y torcidas. En el fondo quedaba la iglesia, lo más grande, lo más alto del pueblo?" Para Pérez Peñate, la situación de este camposanto puede indicar ciertas "reticencia a deshacer los lazos divinos establecidos en el tránsito hacia la vida eterna por medio de la cercanía del templo".

Llama la atención Peñate sobre la modestia y sencillez que presentan los cementerios de Lanzarote y también de Fuerteventura con respecto al de Gran Canaria y Tenerife: "Las propias características del edificio ofrecían pocas exigencias arquitectónicas. Unas tapias a la altura conveniente y una portada eran suficientes para impedir el acceso a personas y animales, evitando la profanación. La construcción de capilla, osario o dependencias para capellanes y sepultureros no fue algo prioritario para los recintos más modestos ni tampoco para los primeros que se alzaron".

Pancho Lasso

A pesar de la extendida sencillez de los camposantos lanzaroteños merece la pena destacar la existencia en el cementerio de San Román de Arrecife de unas esculturas hechas por el artista Pancho Lasso, con las que quiso honrar la muerte de su madre y de su hermana, además un hecho que se produjo el mismo día. Resultan de una extraordinaria belleza, y sin duda merecen una visita prolongada. También de Pancho Lasso hay que destacar algunas piezas más, como la que se encuentra en el cementerio de San Bartolomé que responde a la misma temática y características. Tal y como la define el autor Pérez Reyes: "Junto a un pequeño montículo sobre el que se yergue una cruz, una mujer sentada, con amplios ropajes, llora".

En este recorrido hay que destacar los cementerios de Haría, en el que se encuentran los restos mortales de César Manrique y el de Teguise con mausoleos peculiares como la tumba en forma de pirámide que ordenó realizar el insigne Luis Ramírez.

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