La Provincia - Diario de Las Palmas

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MEMORIAS (I)

"Los estibadores son gente dura que luchan por sus privilegios"

"¿Ustedes no se dan cuenta de que todo es a través del Puerto, que todo pasa por él? Es el corazón de la Isla", manifiesta Caridad Cuyás Jorge

(L)-

Caridad Cuyás Jorge (Las Palmas de Gran Canaria, 1946), nació un 7 de mayo en el seno de una saga familiar estrechamente unida al Puerto de la Luz, desde su bisabuelo Salvador Cuyás y Prats, que fue uno de los socios fundadores de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Las Palmas. En 1980 entró a formar parte de la empresa portuaria Consignaciones Cuyás, creada por su hermano Javier, que falleció en 1984, por lo que ella tuvo que tomar las riendas de la dirección de la empresa.

En 1997 le fue concedida por el presidente de la Autoridad Portuaria de Puertos de Las Palmas el Premio al Trabajo Personal, como reconocimiento a la labor realizada al frente de Consignaciones Cuyás; era entonces la única mujer que dirigía una empresa consignataria en el Puerto.

En 1999 fue nombrada vocal del pleno de la Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación de Las Palmas, cargo que ocupo hasta 2006. En mayo de 2001, con motivo del centenario de la fundación de la Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación de Las Palmas, le fue entregado un reconocimiento por acuerdo del pleno de la Cámara. Se lo entregó entonces el Príncipe de Asturias, actual rey, que presidió el acto institucional de entrega de honores.

Infancia feliz

"Nací en Ciudad Jardín, en la plaza de Julio Antonio, en casa de mis abuelos. Posteriormente ya nos fuimos a vivir a un chalé muy cerca de allí, en la calle Quintana,esquina con Campoamor, donde discurrió mi vida de niña hasta que me casé a los 21 años. Mi infancia fue feliz. Estudié en el Colegio Teresiano. No tenía que comer en el colegio porque vivía al lado, prácticamente enfrente. Mis padres fueron buenísimos, jugábamos en bicicleta y bajábamos sin manos por donde hoy está el Estadio Insular. No habían coches y teníamos pandillas. A las ocho y media teníamos que estar en casa. A don Harald Flick es una de esas personas que recuerdo con mucho cariño. Vivía enfrente de casa. Él llegaba a las ocho y media y nosotros estábamos con sus hijos jugando. Todo aquello se llamaba el Campo de las Brujas, que hoy está todo edificado. Entonces Harald ponía sus manos en la boca y daba un silbido que se oía en todos lados. Era la forma de avisar de que los niños tenían que recogerse en casa. Tengo recuerdos muy agradables con mis amigos en casa. Entonces en casa de mamá en verano era un entra y sale de amigos, de guateques pequeños, de festejos de mis hermanos y míos".

Estudiante normal

"Era una estudiante normal. Aprobaba y tenía notables. No era como mi madre, que era de matrícula. Con las niñas de la Cruz Roja salíamos vestidas de blanco e íbamos al hospital San Martín a ayudar. Como la Cruz Roja estaba en Ciudad Jardín, las niñas del barrio nos apuntábamos voluntarias. Estudié también algo de Turismo, que no terminé. Mi inquietud hacia los demás me la inculcaron mis padres. Eso lo vives y nace en ti desde tu casa. No sabía entonces que yo podía tener esa manera de ser de ayudar a los demás. Y mi vida ha sido así. También estuve 25 años en Nuevo Futuro ayudando a los niños que lo necesitan. Llevo en la sangre darme a los demás porque la sociedad nos da mucho. A mí me ha dado mucho la sociedad y tengo que devolverlo. Lo hago con agrado y porque pienso que un granito de arena aquí puede hacer mucho cuando se junta con otros. El voluntariado nunca es obligación, lo hago porque quiero y me nace".

Madre profesora en 1939

"Mi padre, Salvador Cuyás Díaz, trabajaba en la Casa Elder del Puerto. Allí fueron sus primeros pasos, luego ya terminó en Navicasa (Compañía Naviera de Canarias SA). Mi padre murió con 56 años y su vida profesional fue corta pero muy intensa y muy bonita. De ahí viene el amor que le tengo al Puerto y también el que le tenía mi hermano Javier, que ya falleció. Tanto él como yo estábamos muy vinculados al Puerto. Javier era el menor de mis hermanos. En medio está mi hermano abogado Salvador Cuyás. Mi madre era una persona maravillosa. Era increíble, muy elegante, con una gran personalidad. Además era profesora de Filosofía y Letras y daba clases de latín y griego cuando aquí casi nadie estudiaba y las mujeres se dedicaban a sus labores. Mi madre en el año 39 se fue a Barcelona porque el precursor de todo esto, el que tenía una gran visión de futuro, era mi abuelo, don José Jorge García. Le dijo a mi madre que iba a estudiar porque tenia muy buenas notas y se vanagloriaba de eso y de las matrículas que sacaba. Era una mujer estupenda con una cabeza fantástica. Entonces los padres decían lo que tenían que estudiar los hijos".

Ahora a viajar

"Las canarias que estaban estudiando en Barcelona en aquella época se contaban con una mano. Pero luego vino la guerra mundial y los traslados en barco eran muy peligrosos. Coincidió que en La Laguna empezó la Facultad de Filosofía y Letras. Entonces hizo el cambio de matrícula y se trasladó a Tenerife. Vivía en la pensión Aguere, que hoy es hotel. Mi madre fue una precursora junto con otras pocas mujeres de su tiempo¡. Empezó su andadura profesional en el colegio Viera y Clavijo, del que tiene muchos alumnos que la querían muchísimo. Fue una mujer extraordinaria. Su actividad siguió en el instituto y se jubiló con 60 años. Era el momento clave de la transición política y entonces los claustros eran muy intensos y complicados por el tema de la política, por lo que decidió dejar la docencia. De mis padres tengo un legado maravilloso. Los dos eran de Las Palmas y se conocieron aquí por las familias. Mis padres quisieron que yo estudiara una carrera, pero llegado el momento no quisieron que me fuera de casa, les entró una pena porque era la única chica. Mamá, que ya tuvo experiencia en eso, me decía que lo iba a pasar mal.

Por un lado quería que estudiara pero por el otro no. Al final me dijo: "lo que vas a hacer ahora es viajar, vas a ir a este sitio y a este otro, vas a casa de Fulanita y vas a conocer mundo, y si algún día tienes que estudiar, ya estudiarás. Y así fue".

Boda a los 21

"Era una forma de prepararme para la vida, para tener mundo, para saber. Al final me casé con Carlos Núñez a los 21 años porque por aquel entonces nos casábamos jovencitas. Vino aquí mi marido. Su madre era canaria, aunque él procedía de Madrid, de una familia también muy conocida aquí de toda la vida: Ladeveze. El abuelo de él era cónsul de Francia aquí. Y nos casamos. La época de novios era muy bonita. Mi marido fue el primer novio formal. Antes siempre tenías alguna relación con alguno que te gustaba a los 15 años: el paseo por la calle Triana arriba y abajo, el parque San Telmo, caminando y viendo a los chicos, ay, este me gusta, ay, aquel me miró, esas cosas de la adolescencia. Pero el único novio serio fue mi marido. Lo conocí en mi casa. Tenía un guateque de verano, él llegó el día anterior y ya me lo trajeron a casa. Me lo trajo una tía abuela mía. El día anterior había llegado a Las Palmas para trabajar en la empresa Dragados porque era ingeniero de Caminos. Tenía 24 años y yo 20 cuando lo conocí. Al año siguiente nos casamos".

Flechazo

"Él niega que fuera un flechazo pero dice que cuando estaba bajando las escaleras y me vio dijo: con esta chica me voy a casar. Él dice que no. A mí me lo presentaron y muy bien, hasta que poco a poco nos fuimos conociendo y tal. Era un chico agradable y simpático. Ahora ya los dos peinamos canas. Este año, en septiembre, hacemos las bodas de oro, cincuenta años de casados. He tenido una vida muy llena, muy plena. Dios quiera que lleguemos. Nos casamos con el visto bueno de nuestros padres. Conocíamos a las respectivas familias y muy bien. Mis suegros también querían conocerme y lo hicieron de una manera que no me di cuenta, y se quedaron contentos. Fueron unos suegros maravillosos y estupendos. Fenomenal. Tengo una familia exquisita por parte de mi marido, que son como hermanos míos".

Tres hijos

"Tuve mis tres hijos, una niña y dos chicos, igual que mi madre. Tuve primero a mi hija Ana, que estudió Económicas; después nació mi hijo Carlos, que está trabajando en el Puerto desde hace doce años como director de Bergé Marítima en Canarias. Carlos Núñez, él nunca dice Cuyás para que no lo asocien en el Puerto, lo que a mí me sienta fatal. El último, Josepe, estudió una carrera técnica pero se ha dedicado a organizar eventos relacionados con golf, lo quieren muchísimo y él está encantado también. Mis hijos, gracias a dios, son muy trabajadores, y no se les caen los anillos para nada. Son gente normal, muy normal, y la vida profesional les va bien. Estoy muy orgullosa de mis tres hijos y de mis cinco nietos. Tengo un nieto de 28 años, que ya es arquitecto. Como es mi nieto puedo decirlo: es un chico guapo, estupendo y creo que le va a ir muy bien en la vida porque tiene un buen criterio y la cabeza bien amueblada. Y eso es muy importante. No nos preocupa nada el futuro de Pablo. A pesar de cómo está hoy la arquitectura, se está moviendo y tiene las ideas claras. Sabe lo que quiera hacer. Está viviendo en Madrid. Para mi hija no está tan bien porque solo tiene este hijo y vive fuera".

Problemas de familia

"Luego tengo los clásicos nietos de la edad: de nueve, siete y dos niñas de casi tres años de edad. Mi nieto mayor solo tiene once años menos que mi hijo el pequeño. Casi podía ser mi hijo. Es que mi hija también se casó muy joven. He tenido una vida plena en la que ha habido de todo. No ha sido una vida maravillosa, sino también dura de trabajo y de problemas por cosas que surgen, pero siempre he tirado para adelante. Mi marido estuvo enfermo durante año y medio, yo con 28 y él con 32. Ha habido muchas cosas y muchos problemas de familia y de todo, pero siempre se sale afrontándolos y aceptando la realidad como es, los propios errores y las propias alegrías. Y sobre todo dando muchas gracias a Dios de estar donde estoy y de haber tenido esta vida".

Mujer creyente

"Soy una mujer creyente y eso me da fuerzas y me ayuda en la vida. Dios está ahí y es el que nos ayuda y el que nos acompaña y el que en un momento dado de tu vida les pides ayuda. Dios de mi vida, ayúdame. Y si tú rezas y pides, te ayuda. Se lo digo a todo el mundo: hay que tener fe y creer. Y ayudar. Y ayudarte a ti misma para creer. Porque claro, la fe hay que trabajarla. Tenemos que poner también de nuestra parte. Y gracias a dios he vivido en una familia católica. Mi madre era muy católica. Me educaron en el colegio Teresiano, que es algo que te aporta muchísimo, pero también está la familia. El otro día escuché de la boca de un sacerdote, en este caso mi cuñado, que hablaba en Madrid de cómo está la sociedad. Él vive en Holanda. Decía que aquí lo importante son las madres. Las madres son las importante, las que transmiten todo lo bueno y todo lo positivo de la vida, de todo, de la educación, de los valores, de todo. Porque yo me encuentro con personas que me dicen que eso lo saben por su madre".

Labor de madre

"Las familias saldrán adelante por la labor que hacen las madres. Es el nexo que tienen, a través de la maternidad, con sus hijos, a los que le enseñan cosas buenas de la vida. Aunque tengas un padre fantástico, las madres son las que transmiten todo, las que enseñan a comer, a dar las gracias, a rezar por la noche, por la mañana. Lo que les pueda enseñar a los niños, claro, no vas a enseñarles a esa edad teología, pero sí las cosas importantes de la vida. La familia está en manos de las madres. Yo lo único que hago es rezar por mis hijos, que ya es bastante".

Amor al Puerto

"El amor al Puerto de mis padres era tremendo. Como todos los padres, nos llevaban de paseo al Puerto, al Dique del Generalísimo a ver los barcos. A nosotros nos llevaban con más asiduidad. Todavía recuerdo esos paseos. Tengo pasión por el Puerto. Lo primero que hago de casa es irme al mar a ver qué barcos hay en la bocana, quiénes están anclados. Conoces a algunos, otros ya no, porque claro mi vida ha seguido más alejada de la actividad portuaria del día a día. Ahora me voy recreando en todas las plataformas, voy viéndolas una a una, qué bonito. Me voy recreando. No sé vivir sin el mar. Me da mucha paz el mar. De hecho, cuando fuimos al Dique de León y Castillo, mi despacho daba a la bahía. Ver el mar, el práctico, el remolcador cuando sale, el barco cuando atraca? Me da una paz y echo mucho de menos estar en el Puerto".

La jubilación

"Me jubilé con 67 años y ya estaba bien. Yo hubiese seguido pero las circunstancias se ponen de una manera que tienes que decir: se acabó. Estaba dedicada plenamente a mi familia y a mis hijos y en eso muere mi padre, muy joven aún, con 56 años. Entonces mi hermano Javier, que estaba estudiando Medicina, dejó la carrera y se hizo cargo de una agencia de aduanas de mi padre, que era también consignataria. Mi hermano me llamó para que trabajara con él y le dije: Javier, no estoy preparada para ayudarte en una oficina. Había tenido yo mi tercer hijo. Recuerdo que llegué a casa muy agobiada y me dice mi marido: pero bueno, Cari, ¿qué me estás diciendo?, ¿que tú no estás preparada para ayudar a tu hermano? Le dije que no, pero él me animó mucho. Mi marido siempre me ha apoyado porque es un hombre de mentalidad amplia. Tanto es así que cuando éramos novios le dijo a mi padre: yo lo único que te voy a pedir es que Cari aprenda a conducir. Y mi padre puso una cara de sorpresa y extrañeza. Le preguntó: ¿y eso? Y mi marido le dijo que yo tenía que tener el carné de conducir porque nos íbamos a casar, tendríamos hijos y yo tendría mi coche para moverme de forma independiente. Y saqué el carné de conducir. Era una época en la que la mujer apenas conducía. Mi madre de joven no conducía a pesar de que era profesora. Ya posteriormente sacó su carné. Carlos tenía la mente amplia, me ayudó muchísimo y no ponía peros a nada. Yo me hice finalmente cargo de la empresa familiar cuando mi hermano murió. Yo había empezado a trabajar en la empresa cuatro años antes y ya conocía el negocio".

Límites de mujer en el puerto

"Pusieron a un director pero no cuajó. Pusieron otro y lo mismo. Pusieron a un tercer director en tres años pero tampoco cuajó. Al final me planté y les dije que me dieran la oportunidad de llevar la empresa y a partir de ahí, en 1987, se solucionó todo. Mi hermano había muerto en 1984. Hice todo lo que pude porque una mujer en el Puerto en aquellos momentos tenía sus limitaciones. Me encontré con muchas paredes, que afortunadamente pude traspasar, pero siempre con mucho respeto. Los estibadores me han respetado siempre y yo a ellos también. Cuando estaban en sus operaciones de carga y descarga tienen unos protocolos y nosotros solo nos podíamos dirigir a cierta persona, el oficial, pero yo me saltaba todo. Cuando veía que algo se estaba realizando mal bajo mi criterio lo decíamos. Nosotros descargábamos las bobinas de papel con las que se hacían los periódicos de Editorial Prensa Canaria. Y había que tratarlo con mucha delicadeza. Cuando veía desde mi ventana lo que estaban haciendo los trabajadores, salía corriendo y me iba directamente al carretillero: "pero Fulanito, ¿usted no se da cuenta que las bobinas hay que tratarlas con cuidado? Ellos estaban acostumbrados a los gritos entre ellos, pero los trataba con tranquilidad y respeto".

Me temblaban las piernas

"Recuerdo cuando asistí por primera vez a una reunión de consignatarias. Entré y era una mesa muy larga que presidía don Armando Bordes. Era una mesa larga llena de hombres y de consignatarios. Yo entré por aquella puerta y calladita me siento en una silla y ellos siguen hablando. A mí no me dicen nada, ni hola ni nada. Era la primera vez que asistía una mujer a aquella reunión de consignatarias y así constó en acta. Abrí brecha. A mí me temblaban las piernas. Ellos siguieron hablando de lo que se estaba tratando, del tema de los portuarios. Siempre el tema de los estibadores ha estado encima de la mesa: los problemas de la huelga, de la no huelga, de los convenios? Eso desde el año 84, que yo empiezo a vivirlo, y ahora sigue de actualidad".

Negociación

"Eso tenía que llegar, pero creo que con el buen criterio de ambas partes llegarán a una negociación y a un acuerdo. Estoy leyendo y veo que se acercan posturas. No sé cómo será ni cómo llegarán a un acuerdo, pero al final tienen que llegar a un acuerdo por el bien de todo. Es que toda Europa está por esa línea y no puedes quedarte fuera. Claro, ellos verdaderamente no quieren perder sus privilegios que se han ganado porque han luchado toda la vida. De hecho aquel día en el que yo entro por primera vez en esa mesa de las consignatarias se estaba tratando el tema de los portuarios, con anuncios de huelga".

Yo no era nada

"Antes cada consignatario nombraba a los portuarios y en una de esas don Armando Bordes me mira y me dice: "a ver, Caridad Cuyás, ¿qué opinión tienes tú de esto?". Y yo creí que me moría. Yo dije: trágame, tierra. No sé muy bien lo que contesté pero vine a decir algo así como que no tenía criterio en ese momento para decirlo y eran ellos los que tenían que decidir.

Y me salí por ahí. No era nadie para decir nada porque llegaba en ese momento, pero claro, era para probarme. Siempre me han tratado con mucho respeto en el Puerto. Siempre, siempre. Claro, por supuesto que tendría gente que no me aceptaba por lo que sea, pero eso es condición humana. Luego fui presidenta de los consignatarios durante dos años y medio hasta que las cosas no iban tan bien como yo pensaba y en eso me proponen a ver si lidero una asociación de empresarias del Puerto. En aquel momento no existía ninguna asociación de empresarias en el Puerto, solo de mujeres. Lo pensé y acepté. No iba a seguir matándome por los consignatarios. Ya había estado dos años y medio, ya me habían conocido. Antes de ser presidenta, fui vicepresidenta muchos años Yo ya tenía rodaje".

Presidenta

"En 2005 se crea la asociación de empresarias del Puerto porque ya había unas cuantas mujeres. Cuando yo entré no había ninguna mujer directiva de empresa portuarias. Bueno, sí, había una señora griega muy mayor de una consignataria, pero murió al poco de yo llegar. Estaba metida en su mundo. Ayudé a que se empezara a ver a las mujeres en el Puerto como profesionales. No tenía carrera y allí me di cuenta de que hice mal, que debía haber ido a estudiar. Pasar por una universidad es estupendo y sobre todo adquieres unos conocimientos que yo no tenía a mano, aunque sí levantando el teléfono y preguntando".

Ética

"Pero al final me defendí bien. Siendo uno recto en sus cosas y en el trabajo, todo va saliendo. Algunos me dicen que hay mucha gente que se ha enriquecido en el Puerto y les contesto que sí. ¿Por qué lo dices, porque yo no me he enriquecido, verdad? He trabajado y ya está, se acabó. Aquí ha imperado mucho mi manera de ser, mi moral y mi ética. Sabía que eso no se podía hacer y no lo hacía. Hay muchas historias. Yo trabajé, tenía mi sueldo y mis cosas, daba trabajo a las personas, tuve empresas y estoy contenta. Era una responsabilidad porque detrás de cada empleado había una familia que vivía de ese sueldo. La responsabilidad de ir por las mañana y dices: hay que abrir la oficina y a ver qué ocurre hoy. Porque hay días buenos y días malos y el cliente quiere saber lo que pasa. Hay situaciones muy delicadas. Intentaba, con mi manera de ser y mi criterio, hacer las cosas lo mejor posible. Siempre dialogaba, no me imponía".

Un mundo aparte

"El Puerto es muy dinámico y yo, como mujer, actuaba en consecuencia. Si tú vives para tu trabajo en el Puerto, estás 24 horas. Porque los barcos llegan a la hora que llegan, los problemas surgen y hay que solucionarlos sobre la marcha. A mí me decían que trabajaba en el Puerto como algo extraño, les chocaba. Y les respondía siempre: es que esta isla, si no es por el Puerto no es nada. ¿Ustedes no se dan cuenta que todo es a través del Puerto, que todo pasa por él? Es el corazón de la isla. La gente poco a poco ha ido entendiendo que eso es así, pero ha costado. El Puerto era un mundo aparte. Salía del Puerto y era un mundo totalmente distinto. El Puerto es difícil, como todas las profesiones. Lo que pasa es que el Puerto está allí, concentrado. Si vamos por el resto de la ciudad vemos que todo está disperso, pero en el Puerto está todo concentrado. Allí estás en el Puerto, ven tu coche y ya sabes dónde estás, si estás en la Autoridad Portuaria o en Aduanas. Nunca he tenido problemas en el Puerto por ser mujer. Ahora, eso sí, las tardes se las dedicaba a mi familia".

Instinto maternal

"Estaba en el Puerto desde por la mañana temprano, como todos, y estaba hasta las tres o tres y media porque en la oficina se hacía horario continuo. Luego me llamaban por la tarde o atendía correos desde mi casa. Yo tenía mi vida también. Es verdad que cuando tienes una familia e hijos llegas a tu empresa y te llevas el problema de casa si eres mujer. En los hombres es distinto. Si tienes un niño malo, con fiebre o cualquier problema familiar. Entonces ¿qué haces? Tienes que hacer el esfuerzo de poner ese problema en el cajón, olvidarte de él y centrate en lo que estás haciendo. Si no es mejor que no trabajes porque no haces bien ni una cosa ni otra. Es muy difícil y las mujeres eso lo saben hacer. Por eso yo abogo por la defensa de la mujer, que la mujer valga. Es que las mujeres tenemos muchas cualidades: trabajamos y organizamos una casa, y eso requiere mucho trabajo. Hoy en días las parejas se distribuyen mejor el trabajo en casa, pero al final la mujer es la que lleva la casa, es la madre de los niños, es la que toma las decisiones, la que por la noche se levanta si el niño está malo? El instinto maternal. La mujer vale mucho y yo he luchado para que salga adelante y todo el mundo sepa que podemos hacer de todo".

Finlandia

"Estuve en Finlandia a principios de los años 90 y en los puertos las mujeres llevaban las carretillas y cargaban las bobinas de tres o cuatro toneladas, las del papel kraft. Yo como presidenta de Aeport organizamos un curso de carretilleras para mujeres pero nadie las contrató en un almacén de logística, a pesar de estar formadas y preparadas. Estoy hablando de los años 2005 a 2010, hasta ayer mismo. Dejé de trabajar en 2012. Cuando me marché y cerré todo la asociación quedó en manos de otra señora, pero la tienen en stand-by. Son más jóvenes y están en un momento crucial de sus vidas, sacando adelante sus negocios y los hijos. Tienen que buscar a una persona como yo, que ya tengas a tus hijos mayores y hayan volado, que sean independientes".

Problemas con los portuarios

"Los portuarios siempre han sido hombres. Nunca ha habido mujeres, pero podría haber, como ocurre en Finlandia. Cuando yo las vi no me lo creía. Estaban cargando el barco y yo estaba viéndolas en el mismo barco, y lo estaban haciendo perfectamente, incluso mejor que los hombres porque las mujeres son más delicadas. Nunca tuve problemas con los estibadores portuarios. La diferencia de criterios lo resolvíamos con tranquilidad. Además, nosotros encargábamos el trabajo a la empresa estibadora, no a los estibadores. Pedíamos tantas manos para descargar un barco y el conflicto podría ser de la empresa Luz Market con nosotros, no entre nosotros y los estibadores".

Estibadores duros

"Los estibadores son gente dura porque han tirado para ellos y han conseguido sus privilegios. Ellos lo reconocen y están ahí, todo el mundo es conocedor de eso, no estamos hablando de nada que no se sepa. Siempre su trabajo ha sido muy bien remunerado y ahora no sé qué pasará porque lo que se pretende es abrirlo al mercado, siguiendo las directrices de la Unión Europea. Al negociar cada uno tendrá que ceder para llegar juntos a un acuerdo. Tanto unos como otros tienen sus razones: el Gobierno, porque está mandatado por la Unión Europea y no tiene más remedio que ejecutar la orden, y por otro lado están los estibadores, que están luchando por sus convenios y privilegios".

"Los hombres que trabajan en la estiba son duros, pero también tienen sus parte buena, como la Fundación Belén María, que surgió de aquel accidente donde murió la hija de un portuario. Esta fundación está para ayudar y aportan a su manera a la sociedad. Tienen convenios con Vodafone y dan clases de ordenador a muchos sectores, van a las asociaciones de mayores también, ayudan a los niños discapacitados? Tienen labor social que viene de no hace mucho, pero Miguel Rodríguez y su equipo lo están llevando bien. Con ellos hay mucho respeto mutuo. Cuando yo me encuentro por la calle a alguno de mi etapa nos damos grandes abrazos".

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