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Un viaje al cerebro del yihadista

"No hay un patrón de personalidad específico del terrorista", subraya la psiquiatra Paz García-Portilla. Dezcallar, exdirector de CNI alerta sobre un sentimiento de frustración que se sublima en terror

¿Qué puede impulsar a una persona a realizar una masacre? Y aún más: ¿Qué puede inducir a un terrorista a perder la vida con tal de llevarse por delante a unos cuentos congéneres a los que, sin conocerlos de nada, considera íntimos enemigos? Estas preguntas, que comenzaron a formularse en aquel fatídico 11 de septiembre de 2001, no han perdido vigencia. Es más, en los últimos meses han recobrado actualidad al hilo de las matanzas perpetradas por el yihadismo islamista en algunos de los puntos más neurálgicos de Europa. "Es un fenómeno complejo, diverso, estudiado por la psiquiatría cultural, del que aún quedan muchos interrogantes por resolver", subraya Paz García-Portilla, catedrática de Psiquiatría. "A pesar de las consecuencias personales y políticas asociadas a la violencia terrorista, la investigación psicológica sobre el comportamiento terrorista se encuentra subdesarrollada", corroboran los psicólogos Esther Blanco y Andrés Calvo Kalch.

Los interrogantes abundan mucho más que las respuestas en un problema que desafía las coordenadas de lo que el ser humano medio considera unas pautas de conducta racionales. Sin embargo, los expertos de muy diversas disciplinas comienzan a esbozar explicaciones. Es el caso de Jorge Dezcallar, exdirector del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), quien apunta una pista, basada en "un sentimiento profundo de frustración que se sublima en terrorismo". A juicio de Dezcallar, desempeña un papel clave "la humillación que embarga al mundo musulmán, que en el pasado disfrutó de un esplendor cultural, político y económico de primer orden, y que hoy ve cómo exhibir un pasaporte que acredita a una persona como perteneciente a ese mundo es objeto de un cierto desdén".

Paz García-Portilla señala que en el terrorismo de corte yihadista "subyace un proceso de radicalización" a través del cual los individuos "adoptan determinadas actitudes, puntos de vista o pensamientos que les lleva a participar en actos terroristas". Un proceso, prosigue la psiquiatra, "mediatizado principalmente a través de internet, medio que propicia la expresión de ideas más peligrosas, violentas y extremistas sin restricciones sociales, a diferencia de la comunicación tradicional cara a cara en el mundo real".

"No hay un perfil definido del terrorista islamista", afirma el psiquiatra Miguel Lázaro. Paz García-Portilla coincide en que "no existe un patrón de personalidad específico" que predisponga a este tipo de conductas. La catedrática asturiana sostiene que se trata de una realidad multifactorial, en la que entran en juego violencia y conflicto, refugiados, migración, prejuicios y discriminación, creencias religiosas, impacto y afrontamiento del cambio cultural en la identidad personal...

Como resulta lógico, a un fenómeno poliédrico hay que darle respuestas multidisciplinares y universales, entre las que Paz García-Portilla cita "políticas sociales contra la marginalización, promoción de la integración cultural y la educación, fomento de la tolerancia a la diversidad...".

En el complejo concepto de "identidad personal" se detienen también Andrés Calvo Kalch y Esther Blanco. "Entendemos que puede ser una visión superficial del fenómeno del terrorismo aquélla que no toma en consideración el proceso de construcción identitaria del individuo y las motivaciones que mueven al ser humano", aseveran. Y puntualizan que "una ideología determinada, en un momento determinado, puede ser simplemente la excusa perfecta, la racionalización última de la necesidad emocional de ser apreciado, de significar algo en la vida de los demás".

Según el análisis de Dezcallar, que además de dirigir el CNI fue embajador de España en diversos países, se aprecia en los terroristas de la yihad un intento de "regreso al pasado", a un mundo "idealizado", que en modo alguno "se corresponde con la realidad". Asimismo, observa "mucho sentimiento de venganza", de deseo de "devolver los golpes" recibidos como resultado de una guerra asimétrica en la que existe una evidente desproporción de medios.

El citado "sentimiento de venganza" hace que se culpe a Occidente de todos sus males, "lo que, en parte, es cierto por las secuelas del colonialismo ejercido por las potencias occidentales".

Todo ello ha hecho que primero buscasen en el nacionalismo nasserista (Gamal Abdel Nasser fue el presidente de Egipto que impulsó el panarabismo, perdiendo contra Israel la llamada Guerra de los Seis Días, en 1967), después en el socialismo y ahora en el islamismo remedio a sus males, aclara Jorge Dezcallar.

De vuelta al análisis psíquico de los terroristas, Paz García-Portilla incide en el papel de los movimientos políticos que llaman a la yihad en las redes sociales -marketing religioso- y en "la influencia de internet en la formación de la identidad personal, especialmente en las personas jóvenes pertenecientes a comunidades islámicas migrantes". Asimismo, hace hincapié en la atracción que ejercen las imágenes y vídeos difundidos en los medios de comunicación.

"En este contexto se sitúa la aparición reciente de los terroristas denominados 'lobos solitarios' frente a las tradicionales células terroristas como una forma de auto-radicalización para promocionar una causa o una creencia", señala la catedrática de Psiquiatría.

El también psiquiatra Miguel Lázaro afirma que se da una situación "difusa", en la que "cualquiera puede radicalizarse". No obstante, concede que "individuos con antecedentes" son susceptibles de engrosar la nómina del yihadismo, apuntando igualmente la alternativa de ese "individuo solitario", que en las redes sociales se "come el coco" hasta llegar a la radicalización extrema que le convierte en terrorista. "Por todo ello -reitera Lázaro- no puede hablarse de un perfil definido, concreto, sino que hay múltiples causas que tomar en consideración".

Desde otro frente de análisis y acción, fuentes policiales involucradas en la lucha contraterrorista, que reclaman la preservación del anonimato, esgrimen que no puede establecerse un perfil definido de los terroristas islámicos y que la radicalización de quienes se enrolan en las redes terroristas obedece a causas diversas y no a una concreta.

El comportamiento del terrorista islamista, y en particular la disposición a inmolarse, "desafía cualquier capacidad de razonamiento", precisa el doctor Lázaro, quien agrega que "todos somos agresivos, pero el ser humano depende de sus circunstancias, por lo que la violencia es un fenómeno de carácter cultural, depende del contexto en el que se desenvuelve la persona".

Lo que niega tajantemente es que el terrorista islamista sea un "trastornado". "Sabe perfectamente lo que hace, no tienen trastornos de personalidad", aunque en ciertos casos se le 'programa', principalmente durante la infancia.

"El terrorista suicida posee la firme convicción de que lo que hace tiene sentido, sus convicciones están ligadas al mundo pasional, no son creencias racionales", añade.

Esther Blanco y Andrés Calvo anotan un dato no menor: "El 60 por ciento de los individuos que perpetraron un ataque terrorista en Europa habían estado en prisión, y un 80 por ciento tienen antecedentes penales conocidos".

Los psicólogos hacen hincapié en que "del conocimiento del ser humano, de escuchar atentamente el discurso individual y el medio familiar y social más cercano, obtendremos las respuestas más íntimas y menos superficiales al fenómeno del horror".

¿Existen paralelismos entre el yihadismo y el nazismo? "Sí", responde Miguel Lázaro. Y argumenta que los islamistas radicales "coinciden con la doctrina del nazismo de que el fin justifica los medios, por lo que sus creencias son muy difíciles de extirpar".

"Al igual que los nazis -prosigue-, siguen fielmente un guión, que para los nazis se basaba en la supremacía de la raza aria y para ellos es la 'sharía', la Ley Islámica".

El fenómeno del terrorismo yihadista está insuficientemente estudiado. Por desgracia, todo apunta a que en un futuro inmediato no perderá actualidad y vigencia.

Los apuntes esbozados pueden servir para hacerse un bosquejo de una realidad enmarañada, en la que se entrelazan elementos muy distintos que confluyen en la voluntad de acabar con vidas humanas, con poblaciones enteras, con estilos de vida...

No existe un perfil definido del terrorista islamista, pero urge un análisis acertado que plante cara a un fenómeno que supone todo un reto al modo de vivir de la civilización occidental.

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