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¿por qué calan en el cerebro las ideas reaccionarias?

«Los migrantes serían hoy chivos expiatorios como lo fueron los judíos»

Juan Manuel Santana, historiador y catedrático de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. | JUAN CARLOS CASTRO LP / DLP

Investigador y catedrático de Historia de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Juan Manuel Santana advierte en esta entrevista que los discursos extremistas no son un asunto de ahora y que, en realidad, solo han cambiado los canales por los que se difunden esas ideas.

¿Es nuevo el uso de mensajes radicales para amedrentar a la sociedad?

A lo largo de la historia ha habido discursos que, con la distancia y el tiempo, vemos que eran absolutas locuras, como por ejemplo el pensar que había brujas y que se produjera una gran caza que provocó que ardieran en la hoguera muchas de esas mujeres. Hoy en día sabemos que no tenían esos poderes que se les atribuían pero hubo otros casos en la Edad Media. En Francia, en un momento determinado, se corre la idea de que los leprosos y los judíos están conspirando para quedarse con la corona francesa: salieron a matarlos. Es decir, que una idea, por muy disparatada que sea, se logra meter en nuestro cerebro por distintos canales. Hoy en día, fundamentalmente a través de los mass media, y en otra época calaba de otro modo, por el boca a boca. Lo cierto es que, como sucedía en el pasado, se siguen extendiendo ideas que son disparatadas como ha sucedido con el Covid y las vacunas.

¿Cómo calaban estos mensajes en aquellas sociedades?

Los procesos son similares a los actuales; lo que ha cambiado son los canales por los que esas ideas penetran en la sociedad que no siempre son distribuidos por medios mayoritarios, como por ejemplo todo el discurso acerca de la vacuna del coronavirus.

¿Y qué diferencia aquella situación de la que vivimos ahora?

Hoy en día sabemos que hay gente que estudia de manera sistemática cómo deben calar esos mensajes. Un discurso que te dé toda la respuesta siempre es más fácil de asumir porque una vez que te dicen la regla, por ejemplo, aquellos son los malos, los judíos son los malos o, como sucedió en un momento determinado en Canarias, los godos son los malos, se tiene identificado al enemigo. Ocurre también ahora con los migrantes, que son chivo expiatorio como lo fueron los judíos. Y se puede decir ‘vale, eso es cierto porque algunos eran de esta manera o de la otra’. Si se piensa bien es, al final, una receta muy sencilla. El problema está en dónde y quién nos transmite esa receta, que suele estar siempre vinculada a políticas de ultraderecha.

¿No sucede lo mismo con los ideales o partidos de izquierda?

No considero que haya organizaciones o grandes grupos de la izquierda a día de hoy que hagan eso pero sí hay gente con poca capacidad de análisis y crítica que se aplican la receta y se sirven de eso para explicar el mundo.

¿Es tan sencillo?

Claro. Todos tratamos de entender el mundo y entonces, cuando todo el mal del mundo está centrado en un enemigo, tiene una respuesta fácil que no te obliga al complejo proceso de la reflexión. Realmente, saber las causas reales de cualquier elemento conlleva muchas horas de estudio, de análisis, de pensamiento...

¿De qué perfiles hablamos?

No hay un perfil único. Nos sorprendería si escucháramos el discurso real de personas supuestamente formadas y con estudios, le hablo incluso de profesores universitarios. Cuando te dicen ‘no, yo lo tengo claro, esto es así’, pues es muy fácil que mucha otra gente lo asuma como cierto. Esas personas que compran este tipo de discursos suelen ser gente con menos capacidad crítica y, en muchos casos. con menos formación, aunque ya le dije que eso no ocurre siempre.

Al final se trata de tener un pensamiento crítico y analizar toda la información que se recibe.

Exacto. Puedes criticar todo pero si lo haces desde un pensamiento crítico, no desde planteamientos simplistas. El pensamiento complejo, que es el que más se aproxima a la realidad, conlleva más esfuerzo. Yo llevo toda la vida estudiando para entender y dar credibilidad a una información. Se trata de sacar tu versión. Lo fácil es creer o quedarte con un elemento que te digan, conformarte con la idea de que todo se debe a una sola cosa.

¿Las situaciones de crisis, como la que hemos vivido con el coronavirus, son buen caldo de cultivo?

Creo que sí. Por ejemplo, durante es la crisis del huracán Katrina en Estados Unidos se aprobaron leyes reaccionarias que la población asumió porque lo único que les preocupaba era comer. No estaban para otras cosas.

¿Es importante que quienes lanzan esos discursos incendiarios o radicales al menos se los crean?

Recuerdo que cuando era joven durante mucho tiempo estaba convencido de que el Papa no creía en Dios. Pues ahora, con el paso del tiempo, me he dado cuenta de que lo más probable es que sí, porque lo más cómodo para él es creer en Dios y así defender mejor su discurso. Si trasladamos esa idea a otros ámbitos creo que la respuesta está clara.

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