Entrevista | Santos Huertas Ríos Director de Innovación e Investigación en Asepeyo

Santos Huertas Ríos: “Para percibir el riesgo es esencial dotar a las empresas de herramientas»

SantosHuertas Ríos

SantosHuertas Ríos / La Provincia.

Miguel Ayala

Miguel Ayala

Apasionado por la química desde la infancia, Santos Huertas Ríos es licenciado en Ciencias Químicas por la Universidad de Barcelona en la especialidad de Química Orgánica y técnico de nivel superior en las especialidades de Seguridad en el Trabajo, Higiene Industrial y Ergonomía y Psicosociología Aplicada. Su labor como higienista comenzó en 1989 en Asepeyo, donde actualmente es el director del área de Higiene Industrial. La función de Huertas, asimismo, se ha desarrollado en especial en labores de asistencia técnica y formación relacionada con agentes químicos y biológicos y, más concretamente, el diseño de estrategias de muestreo, implantación de medidas preventivas, utilización y la creación de metodologías simplificadas así como investigación de enfermedades profesionales.

Las estadísticas de EEUU, Francia, Alemania o Gran Bretaña indican que entre el 4% y el 10% de los diagnósticos de cáncer se deben a la exposición a agentes cancerígenos en el trabajo. En España de los 295.000 nuevos casos de cáncer que se registraron en 2023 (según un informe de CCOO) sólo 94 fueron partes de enfermedad profesional por exposición a cancerígenos (ninguno de ellos en Canarias). Es decir, solo el 0,03% del total. ¿Cuáles pueden ser las causas de este infrarreconocimiento?

El llamado infrarreconocimiento, en el que se hace evidente la diferencia de los casos que se deberían reconocer como enfermedad profesional (EP) según las estimaciones dadas, respecto a los cánceres registrados en España se debe a varios factores. El cuadro de EEPP, por ejemplo, tiene un carácter médico legal pero, para reconocerse en él, debe estar recogida la enfermedad, el agente causante y la actividad. Este cuadro es limitado en cuanto a las enfermedades incluidas, los agentes causantes y las actividades y, si no se cumple con estos tres criterios, no se consideraría enfermedad profesional. Por tanto una primera razón es que no están todos los cánceres ni los agentes causantes ni la actividad para ser reconocido.

En segundo lugar, muchos de los diagnóstico de cáncer de trabajadores que van a los servicios públicos de salud no se relacionan con el origen laboral por desconocimiento o por falta de formación del personal facultativo. De ahí la necesidad de incentivar la formación de los profesionales sanitarios de salud laboral y de atención primaria y especializada en la gestión, etiología, diagnóstico y tratamiento de la enfermedad profesional y, de forma especial, el cáncer laboral.

¿Qué debe cambiar para que el personal sanitario del servicio público de salud vincule con un posible origen laboral el diagnóstico de cáncer de un trabajador?

Es necesario mejorar la comunicación entre los diversos estamentos gestores de salud y favorecer la gestión del cáncer laboral mediante trabajo en equipos interdisciplinares, implementando sistemas de alerta e indicadores que permitan la detección, seguimiento y evaluación. Si los trabajadores con estas patologías no llegan a las mutuas es imposible declararlos como EP.

Por ello, desde un punto de vista interdisciplinar y con una visión de acción de 360º, el Gobierno, las comunidades autónomas y todas las entidades con responsabilidad en el registro de EEPP, en la redacción del Cuadro de EEPP, en su reconocimiento y su prevención, tienen que trabajar conjuntamente en el objetivo de la detección temprana de los casos de cáncer, en su tratamiento y curación. Pero también tienen que gestionarlos de forma adecuada según su origen, sea laboral o no, para que sean derivados a las mutuas por el servicio público de salud. Sin olvidar su prevención, que es lo más importante.

Aun siendo indudables los avances en legislación y regulación laboral en materia de enfermedades profesionales, ¿es demasiado amplio el margen de tiempo del que disponen los estados para trasponer a su marco legal las directivas europeas que alertan sobre la exposición a nuevas sustancias que ya son consideradas cancerígenas en otros países?

Aunque el trámite legal de transposición de las directivas europeas a veces se dilata demasiado en el tiempo, desde el punto de vista técnico-científico hay mucho conocimiento sobre las medidas preventivas en materia de agentes cancerígenos, por lo que prevencionistas, personal sanitario, etc, deben trabajar en el día a día de forma interdisciplinar. Tenemos suficiente información y herramientas para actuar, incluso antes de la transposición. Yo diría que no hay excusas para intervenir desde un punto de vista preventivo con anterioridad, sin tener que llegar a la imposición por un real decreto. La información y sensibilización sobre estos riesgos es primordial para actuar más allá de las obligaciones legales. Para ello, las nuevas herramientas para percibir el riesgo y sensibilizar a los empresarios basadas en la digitalización y la gamificación son esenciales para ayudar a esas empresas a percibir estos riesgos y actuar por convencimiento.

En materia de prevención de riesgos laborales, ¿gozan del mismo nivel de información, formación y protección todos los trabajadores: autónomos, empleados de la pequeña o mediana empresa y trabajadores de grandes empresas o multinacionales?

Obviamente las empresas grandes tienen más información, están más sensibilizadas y disponen de más medios para prevenir. Realmente, y es un problema que hay que tener en cuenta, aproximadamente el 95% de las empresas en España tienen menos de diez trabajadores. En estos casos, cuando el empresario es, además de trabajador, el que se preocupa por la prevención, no puede llegar a todo. Por ello, desde el Ministerio y las mutuas tienen planes específicos para las empresas pequeñas, aunque no es una tarea fácil, por disponer de menores medios económicos, conocimiento, etcétera.

El carácter multifactorial de la enfermedad oncológica también dificulta establecer el origen de la dolencia. ¿Pueden las mutuas ayudar a los trabajadores a que el sistema considere la relación causa-efecto entre su trabajo y la enfermedad?

Por supuesto. En las mutuas existen equipos interdisciplinares compuestos por consultores en prevención, personal sanitario y personal de prestaciones que tratan los casos, de forma unitaria y a través de comités, dando soluciones personalizadas a los más complicados independientemente de su origen. Los consultores de prevención, mediante acciones de información y sensibilización, actividades de asesoramiento y asistencia técnica y estudios de innovación e investigación, tratan de prevenir estos casos y, para ello, es imprescindible sensibilizar a trabajadores, responsables de prevención y la alta dirección en adoptar medidas preventivas más adecuadas por convencimiento, sin tener que esperar a las actuaciones estrictamente legales. La visión y las acciones del personal sanitario también son imprescindibles para tratar, curar y, lo que es muy importante, intentar reintegrar cuanto antes al empleado en la empresa, hecho que evita que determinados trabajadores vivan en el ostracismo y salgan del mundo laboral a edades tempranas. Y el personal de prestaciones es imprescindible desde el punto de vista legal para calificar cada una de las patologías como enfermedad profesional, accidente de trabajo o enfermedad común y, en su caso, otorgar las prestaciones correspondientes en función de cada caso.

El lapso de tiempo entre la exposición al agente cancerígeno y la aparición de los primeros síntomas puede ser amplio, tanto que, en ocasiones, el paciente ya no trabaja en la empresa o incluso está jubilado. ¿Cómo se puede actuar en esos casos para evitar que se tramite como enfermedad común y no profesional?

En este sentido es importante el diagnóstico adecuado, la gestión del caso, su calificación... No obstante, en el caso de las enfermedades profesionales y el cáncer, por el tema de prestaciones, sea cual sea la edad a la que se diagnostique una patología, si es un cáncer de origen laboral y se reconoce, se tratará como enfermedad profesional por parte de la mutua con todas las garantías y prestaciones, independientemente de si el afectado trabaja o está jubilado.

Imagino que, pese a hablar de una situación dramática, los especialistas también deberán enfrentarse a casos de picaresca incluso en este tipo de patologías. ¿Es así? ¿Y existe el caso contrario? Me refiero a empresas que se nieguen a reconocer su responsabilidad.

La picaresca se puede dar pero para ello las mutuas, desde la recepción de los casos hasta la visita por los médicos, etc., tienen personal especializado y con experiencia para detectarlos y gestionarlos adecuadamente. En el caso de no cumplir con sus responsabilidades, las empresas pueden ser sancionadas con recargo, prestaciones y otras multas o sanciones. La Inspección de Trabajo también hace su labor para detectar estos casos y obrar en consecuencia.

Centrado en su curación, el enfermo no tiene, generalmente, tiempo ni energía para malgastarlo en trámites administrativos y legales para luchar por el reconocimiento del origen laboral de su enfermedad. ¿Cómo se le puede ayudar?

Hoy en día, desde muchas entidades y —lo que yo conozco— las mutuas, cada vez se ofrecen más facilidades con este objetivo: trámites online; cita previa para evitar esperas; ayudas en el transporte para las visitas; aplicaciones informáticas en teléfonos para ayudar en las gestiones; avisos; alarmas, etcétera.

Una enfermedad ocupacional que no se detecta y no se notifica, no forma parte de las estadísticas y no existe. Y lo que no existe no se puede prevenir. ¿Qué parte de responsabilidad para el funcionamiento óptimo de la seguridad laboral corresponde a la administración, cuál a los empleadores y cuál a los trabajadores?

Como hemos hablado reiteradamente, debe ser un trabajo interdisciplinar. Desde la administración, estableciendo unos marcos legislativos adecuados para la gestión de la prevención, estableciendo un cuadro de enfermedades profesionales más amplio y consensuado junto con las entidades especializadas en prevención —por un lado los servicios de prevención ajenos (SPA), que realizan las evaluaciones de riesgo y la planificación de las actividades preventivas, incluyendo las medidas preventivas a aplicar y la verificación de su eficacia, y las mutas en su labor de prevenir los riesgos de forma complementaria a los SPA—; mediante las actividades establecidas en el Plan de Actividades Preventivas establecidas por el Ministerio basadas en información y sensibilización; asesoramiento y asistencia técnica; estudio de innovación e investigación o, entre otras, realización de códigos de buenas prácticas. El personal sanitario, por su parte, debe incidir en la rapidez del diagnóstico, tratamiento y reincorporación al trabajo. Finalmente, en función de cada paciente, garantizar y agilizar las prestaciones correspondientes según su calificación.

¿Es importante para desarrollar protocolos de prevención efectivos que haya colaboración entre el empresario y el trabajador?

Por supuesto. Si empresario y trabajadores no colaboran la prevención no tiene éxito. De ahí la importancia de saber comunicarles los riesgos con nuevas técnicas basadas en la gamificación y la digitalización, con una prevención atractiva que enganche, que toque la emoción, con el fin de sensibilizarlos para que perciban el riesgo... Eso es también imprescindible para concienciarlos y que actúen. Queremos que vayan más allá de hacer sólo lo que están obligados, y para ello hemos entrado en la era de una prevención innovadora respecto a la clásica, con realidad aumentada, vídeos de impacto, simulaciones..., donde se aprende y convence divirtiendo y viviendo el riesgo en primera persona pero sin peligro.

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