Alfredo Kraus: una laringe para la ciencia

La técnica vocal es una de las claves del éxito de Kraus, tema que aborda el documental sobre el tenor que TV Canaria emite el jueves 30

El otorrino del artista analizó y grabó sus cuerdas vocales

Alfredo Kraus

Alfredo Kraus / LP/DLP

Miguel Ayala

Miguel Ayala

La aproximación que a la faceta más íntima de Alfredo Kraus ofrece Kraus, el último romántico, el documental de Mediareport, empresa audiovisual de Prensa Ibérica, cuyo estreno tendrá lugar esta semana, el martes en el Auditorio Alfredo Kraus de Las Palmas de Gran Canaria y el jueves 30 de mayo en Televisión Canaria, se introduce literalmente dentro del afamado intérprete gracias a la aportación de Eduardo Lucas, el otorrino del belcantista, quien ha cedido a esta producción imágenes reales de la laringe del artista canario grabadas mediante fibroscopia en la consulta del médico mientras el tenor cantaba.

Aunque a los neófitos pueda resultarles una excentricidad eso de filmarse esta delicada área del cuerpo donde se alojan las cuerdas vocales, se trata de un gesto más de la generosidad del intérprete grancanario especialmente vinculado a su función como docente: Alfredo Kraus pretendía con dicha filmación, que se incluye en el documental Kraus, el último romántico, proporcionar a los alumnos imágenes de cómo él colocaba dicha zona de su aparato fonador.

Eduardo Lucas, otorrino y, también, amigo íntimo de Alfredo Kraus, opina que el tenor canario estaba «en otra galaxia» por su voz «irrepetible», que le permitió cantar Don Giovanni en Salzburgo con ronquera, mientras que ahora hay buenas voces pero poca técnica «y los cantantes empiezan su declive en cinco años».

De hecho la técnica «insuperable» de Kraus provocó que al escuchar por casualidad, «un día que me aburría» en casa de unos primos en Barcelona, un disco de romanzas de zarzuela del tenor, sintiese «qué cosa más rara» y se decidiese a buscar más grabaciones, «lo que fue mi perdición y la culpa de que me hiciese otorrino».

Nacía así más que una relación, una devoción. Lucas cuenta en el documental que su fascinación por Alfredo Kraus le llevó a vender su propia sangre para poder verlo sobre el escenario. «Había una manera en mi época de sacar dinero, que era ir y donar sangre: por 600 centímetros cúbicos te daban 1.000 pesetas de la época». Con ese dinero se lanzaba Eduardo Lucas a la carretera para, haciendo autoestop, llegar a Madrid. «Compré mi entrada, entré al teatro y lo oí cantar... Entonces, acercarme a él, no se me ocurría ni en broma».

«Yo quería ser licenciado en Filosofía o en Literatura pero mi padre me dijo que no; tú te haces médico tanto si quieres como si no quieres», confiesa Lucas. «Pues si me hago médico», le respondió a su progenitor, «que sepas que quiero ser otorrino para verle la garganta a Alfredo Kraus».

Aquel reto —o amenaza—se produjo cuando Eduardo Lucas acababa de cumplir 13 años. «Entonces cuando yo ya tenía 32 o 33 y le vi la garganta a Alfredo fui y se lo comenté a mi padre», rememora orgulloso.

En Kraus, el último romántico sorprenderán las imágenes de la laringe del tenor. «Le metimos el fibro a la altura de la campanilla y le enfocamos las cuerdas vocales», explica el otorrino «Entonces le dije Alfredo, ¿eres capaz de cantar con el tubo metido?». El tenor respondió con un clarísimo sí y comenzó a cantar temas como Amapola o La donna è mobile «además de pronunciar las cinco vocales porque a él le venía muy bien para explicarle a sus alumnos el fundamento de su técnica». El tenor canario era capaz de igualar las cinco vocales con una voz homogénea a la que sacaba «mayor rendimiento que nadie».

«He visto cantantes con el laringoscopio y en la i todos abren su estructura pero se cae en el resto de vocales con un sonido atrás y distante, menos limpio, homogéneo y timbrado», detalla. Por eso, aunque la voz de Kraus no era «tan grande» podía proyectarla con facilidad y calidad sonora, de manera que se le oía «hasta en la última butaca».

De esos relatos se nutre la parte musical del documental Kraus, el último romántico, aunque Lucas también habla de su amistad con el intérprete en el libro Alfredo Kraus. Desde mis recuerdos, en el que rememora sus veinte años de amistad con el canario. «En ningún momento he dudado de que habrá voces más bellas o más apasionadas, pero mejor que la de Kraus ni existe ni probablemente existirá» pues fue «un fenómeno en la historia del canto y de la voz humana».

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