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Colin Arthur, en la boca de uno de los tiburones de la tienda.YAIZA SOCORRO

Entrevista

Colin Arthur: "Todos vienen a ver el decorado, me siento como el flautista de Hamelín"

¿Qué hace un especialista en efectos especiales en el aeropuerto de Gran Canaria?

Suerte o el camino de la vida. Tengo un amigo en común con Antonio González, el dueño de The Ocean Company. Cuando empezó a montar estas tiendas este amigo me dijo que Antonio me quería conocer, porque probablemente podía hacer un trabajo para él, que quería decorar una tienda. Vino a mi estudio en Madrid y vio un tiburón que tenía colgado en el techo, que hice para un spot publicitario de Fanta, y me pidió que si podía hacer uno igual para ponerlo en una techo de una tienda en Corralejo. Y allí está.

Y de ahí a esta tienda en la que ha diseñado la cabeza de un tiburón como entrada.

Esa relación creció. Ya he diseñado una tienda de Tenerife, que va muy bien, y otra en Lanzarote que ha sido otro boom. Aquí nos han dado la oportunidad de hacer una fachada espectacular.

¿Es diferente a trabajar para una película?

No hay muchas diferencias. Aquí también hay animales que se mueven, aunque no tienen los 20 ó 30 movimientos que hacían los personajes que creé para La Historia Interminable. Pero la tienda es un decorado de cine. Se puede ver como todo el mundo se acerca cuando ven el tiburón de la entrada. Ahora me siento como si fuera el flautista de Hamelín, porque con este diseño conseguimos atraer a muchísimos clientes.

¿Se siente a gusto realizando estos trabajos o le cuesta enfrentarse a un proyecto fuera de los plató de cine?

La sensación que tengo es la misma que cuando hago algo para una película. Esto es un trabajo muy creativo. Es como cuando un pintor pinta un cuadro o un mural o un diseño en tapiz. El cliente te pide una cosa y tu con tu creatividad haces realidad sus deseos.

Este año se cumplen tres décadas del estreno de La Historia Interminable

Disfruté mucho esculpiendo. Fue una gran oportunidad para hacer los diseños a mi gusto. También me valió para conocer al ingeniero italiano Giuseppe Tortora, que había trabajado para Carlo Rambaldi en los efectos especiales de la película E. T. Cuando me dijeron que si quería trabajar en la película les dije inmediatamente que quería hacerlo con Giuseppe, que él se encargara de los movimientos. Él hace los huesos, la mecánica, y yo la piel.

Usted siempre cuenta la anécdota de cómo se le ocurrió diseñar el dragón Fujur.

Para crear a Fujur me acordé de un perro que tuve de pequeño, un setter irlandés. Y cogí una foto mía de cuando tenía siete u ocho años, y de ahí me inspiré.

¿Es normal que un diseñador como usted utilice recuerdos de su infancia para dar forma a los diseños?

Cualquier artista utiliza todas las experiencias de sus primeras memorias; siempre influye en tu creatividad. Pero no sólo durante la infancia sino también las vivencias que te van sucediendo a lo largo de tu vida.

¿Cómo ha vivido los grandes cambios que han sufrido los efectos especiales desde entonces hasta ahora?

En un sentido sí que ha cambiado pero en otro no. Me explico. Por ejemplo, el grupo Pixar para crear a sus muñecos primero los esculpen en plastilina. Siempre hay un escultor, aunque los dibujos después estén hecho en un ordenador. La actividad de un artesano o el cerebro de un creador es el mismo, sólo cambia el medio. Es verdad que los programas informáticos ayudan a quitar algo de trabajo en lo que respecta a los efectos especiales, aunque ahora se está volviendo a hacer más decorados.

¿Se ha llegado a abusar de la tecnología digital?

Sí, mucho. Hay películas en la que hay elementos como el agua en las que con los ordenadores consigues la perfección. Pero a la hora de hacer animatrónica o maquillaje creo que se ha abusado. Sobre todo en los maquillajes. Ponen una tela pegada a las caras de los actores y después lo crean por ordenador. Lo hacen para evitar los gastos al mantener sentado a los actores dos o tres horas.

Usted ha trabajado con directores como Kubric, Almodóvar o Amenábar. ¿Qué destacaría de cada uno de ellos?

Hay un refrán en inglés sobre Kubric, que su traducción en español es: "No aguanta a tontos". Si una persona no entiende sus instrucciones él se siente muy frustrado. Es muy exigente. Almodóvar es una persona que está muy confiada en sí mismo, en lo que hace con los actores. Sin embargo, cuando en sus películas se introducen los efectos especiales está como fuera de su control y no es su medio. Es un poco difícil encajar los efectos especiales en sus largometrajes. Y Amenábar era muy joven cuando trabajamos en Abre los ojos. En aquel momento pensaba que iba a tener mucha más proyección. En los últimos años apenas ha hecho nuevos trabajos. Espero que vuelva a tener otra oportunidad.

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