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Entrevista | Ignacio Fernández Toxo

"La austeridad ha sido caldo de cultivo para el avance de la extrema derecha"

"Si pudiéramos poner un rostro a la pobreza laboral en España, sería uno de mujer" destacó el ex secretario general de Comisiones Obreras

Ignacio Fernández Toxo, durante la entrevista. CRIS GRAÑA

¿En qué han cambiado las condiciones para los asalariados respecto a cuando asumió la dirección del sindicato?

Hubo cambios. En 2007 existía un cuadro de derechos todavía potente, con un Estatuto de los Trabajadores que fijaba bastantes equilibrios entre la empresa y el trabajo a través de la negociación colectiva. Había una clase media potente, con unas expectativas de vida. La crisis rompió esa situación.

¿Entonces?

De la crisis salimos con menos empleo, y un volumen de temporalidad muy superior. La irrupción de formas desreguladas de empleo y la teoría del emprendimiento, que para mí es un arréglatelas como puedas, han cambiado todo. Hoy es muy distinta la clase obrera.

¿Existe conciencia de clase o estamos en esa fase que dijo Marx de "los obreros forman una masa diseminada por todo el país y dividida por la concurrencia"?

La ofensiva neoliberal es política, económica, cultural, y va calando en la gente. Lleva asociada una idea, que es la de 'háztelo tú mismo', el individualismo como paradigma de las relaciones sociales. Por eso estorba la negociación colectiva. Esa proliferación de iniciativas que conduce a la gente a pensar 'si yo me esfuerzo, lo voy a lograr' ha llevado a una pérdida evidente de esa conciencia de clase. Afortunadamente en España hay organizaciones, y el sindicato es una de ellas, que siguen cultivando esa idea de lo colectivo. No todo está perdido, es posible dar batallas exitosas por una distribución más adecuada de la riqueza.

¿Cuál es el rol de los sindicatos para revertir este cambio?

Lo primero es tomar conciencia de que el sindicato no lo puede todo, y no lo puede solo. Tiene que ganar hegemonía social en la relación con la política y otros actores de la sociedad si quiere tener éxito a la hora de revertir, al menos en parte, los cambios que se han producido en España aprovechando el clima de crisis. Y lo tengo claro: si pudiéramos poner un rostro a la pobreza laboral en España, sería de mujer.

¿Cree que este Gobierno derogará la reforma laboral?

Llegó con esa bandera, por eso a mí no me suena bien cuando deriva esa responsabilidad a que se pongan de acuerdo los sindicatos y las organizaciones empresariales. El Partido Popular legisló en favor de una parte, de los empresarios de este país, y en detrimento del mundo del trabajo. El Gobierno tiene que tomar la iniciativa y buscar los aliados suficientes para cambiarla.

Dos realidades. La inflación crece seis décimas más que los salarios; y la segunda, uno de cada tres contratos firmados por jóvenes en Galicia es de camarero o vendedor. ¿Cómo se cambia esto?

El país no puede resignarse a que la nuestra sea una economía de servicios, y además de baja calidad. Aquella apuesta del plan de estabilización franquista de los tecnócratas que impulsó el sol y playa? eso no puede seguir siendo dominante en la economía española. Este país tiene una asignatura pendiente, que es el cambio del modelo productivo.

¿CC OO ha aprendido de las lecciones de la crisis?

En 2015 nos paramos e hicimos un ejercicio de reflexión profunda. Pretendimos dotar al sindicato de elementos para enfrentar la nueva realidad. El tiempo dirá si hemos acertado o no. Hemos perdido mucho tiempo como país. Y es muy preocupante el auge de los populismos, que no es otra cosa que nuevas formas de extrema derecha; si seguimos con esta dinámica de alejar a la mayoría de la población del disfrute del crecimiento económico, la gente buscará refugio en otro lado.

¿El populismo es un refugio contra la austeridad?

Las políticas que se han desarrollado en Europa de austeridad a ultranza son las que han llevado a minar las bases del modelo social. Eso es lo que genera ese caldo de cultivo.

¿Que le parece el desbloqueo del pedido de las cinco corbetas para Arabia Saudí por el de las bombas

No me parece mal teniendo en cuenta que hay una contradicción, si éticamente es posible seguir vendiendo armas a un país que está en guerra con otro. Los astilleros se dedican a eso. Lo que no me gustó de este episodio es la manera en que se ha gestionado, las relaciones diplomáti- cas no funcionan a golpe de improvisación.

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