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Crisis del coronavirus Impacto en la agricultura

Duro golpe para el campo

El sector primario se enfrenta a un "colapso" del mercado y pide auxilio para superar una situación sin precedentes

Ascensión Robayna, integrante de la Sociedad Agraria de Transformación (SAT) El Jable, de Lanzarote, comprueba la calidad de sus uvas.

Las medidas adoptadas para tratar de frenar la pandemia global del Covid-19 han taponado muchas de las vías con las que cuenta la agricultura para comercializar su mercancía, mientras que las que siguen abiertas se estrechan cada vez más, bien sea por las restricciones a la movilidad que afectan a la clientela, o bien por la absoluta prioridad que el mercado -concentrado en las grandes superficies y las cadenas de supermercados de alimentación- está dando ante todo a los productos de primera necesidad.

Lorenzo cultiva sobre todo hoja (lechuga, acelgas, espinacas...), aunque también cebollas o brócoli, y vende el género en el mercadillo del agricultor del municipio tinerfeño de Tegueste. Los mercados de proximidad continúan abiertos si así lo decide el ayuntamiento correspondiente, pero eso no significa que funcionen como lo hacían hasta hace dos semanas.

La mayoría de la clientela procede de otras localidades. Más en concreto, de las áreas metropolitanas y en la situación actual no resulta fácil que lleguen, si bien el recinto teguestero ha aplicado "estrictas" medidas de seguridad. "El gerente nos da las pautas que debemos seguir", explica el agricultor tinerfeño.

Los compradores mantienen las distancias, tanto con los agricultores como entre ellos mismos en caso de que se produzcan aglomeraciones. Además, tiene terminantemente prohibido tocar la fruta y la verdura. Si en el puesto hay dos personas, una atiende a los clientes y la otra se encarga de manipular el dinero, detalla Lorenzo.

El efecto que se deriva del confinamiento es que, al permanecer en los lugares donde vive, la mayoría de la población acude a las grandes superficies y supermercados, que tienen sus propios proveedores, y ello deja menos espacio a una parte de los productores.

Reorientar la distribución

Los dirigentes de las organizaciones agrarias han expuesto la necesidad de que la distribución se reoriente hacia esos canales tras el cierre de hoteles y restaurantes, pero -como ya advertía el lunes la presidenta de la Asociación de Agricultores y Ganaderos de Canarias (Asaga), Ángela Delgado- este proceso no es sencillo ni rápido y difícilmente puede beneficiar a todo el sector, que reclama ayudas - el aplazamiento de las amortizaciones de préstamos y el pago de impuestos- para poder sobrevivir.

Francisco González, de la firma del sector agrario Agryenca, también da salida a toda su producción de hortalizas y frutas en el mercadillo -en su caso, el de Tacoronte-, y aunque las ventas han caído en un 50%, según sus cálculos, el no depender de los canales que han cerrado permite ir "escapando".

Aprovechando la ralentización de la actividad que ha provocado la cuarentena, está retirando las cosechas viejas. "Estamos sembrando nuevas para que en dos o tres meses, si esto cambia, podamos estar preparados", explica. Por el momento, percibe descensos de hasta el 80% de la producción ecológica y ha tenido que suspender las actividades de enoturismo que también lleva a cabo su empresa. "La situación es incierta e insegura", resume.

La crisis del coronavirus ha hecho que todo lo que no sean productos de primera necesidad - "el potaje", en palabras de González- pase a un segundo plano. De ahí los problemas que están pasando las producciones de flores y plantas o las del preciado aloe vera, aunque en este último caso se detecta una excepción, la del aloe para beber, cuyo consumo normalmente es minoritario pero que ha crecido durante los últimos días.

El porqué se halla en el súbito interés que ha despertado en la población "el reforzamiento del sistema inmunológico", desvela Carlos Marrero, vicepresidente de Afavecan (Asociación de Fabricantes de Aloe Vera de Canarias). Con el resto de las variedades no ocurre lo mismo, aunque el representante de estos productores -que desarrollan su actividad en Gran Canaria- equipara el aloe a los productos de primera necesidad. "Debería ser un producto de botiquín. Sirve prácticamente para cualquier emergencia", asegura Marrero, que considera "básico suspender cualquier carga impositiva" mientras se prolonga esta situación de estado de alarma.

Jesús Martín es un joven empresario agrícola de Buenavista del Norte, en la Isla Baja de Tenerife. La crisis del coronavirus le ha sobrevenido cuando todavía está consolidando su negocio y le quedan cargas financieras por liquidar. La pandemia y las restricciones dictadas para controlarla han llegado para él, como para todos, tras las acometidas de la larga sequía -agravadas por las insuficientes infraestructuras hidráulicas- y del temporal del pasado mes.

Martín trabaja el plátano, las papas -blancas y de color- y el aguacate. A veces, confiesa, le resulta "desalentador" el panorama del sector. "He pasado por todo: conseguir agua, tierra, ayudas desde cero, hacerme un hueco en el mercado.... Este año, la sequía y la polilla de la papa a causa del calor, ventas por debajo del coste en el plátano... Pero esto de ahora, que el mercado se colapse totalmente, nadie lo ha pasado".

En su caso, el haber empezado hace relativamente poco implica que sus rendimientos económicos estén todavía a la mitad de su potencial, pero si los precios continúan bajando ese 50% puede reducirse hasta un 25%.

Los productos que cultiva este agricultor se distribuyen en diferentes canales. Las mayores dificultades las tendrá ahora con la papa de color, dada su condición de producto de calidad. Martín se plantea reducir sus márgenes, pero sospecha que grandes superficies y supermercados pueden subir precios, con lo que el consumidor volvería a ser el gran perjudicado. Con la blanca no habrá tantos obstáculos: se seguirá comprando, aunque tal vez en menos cantidades.

Otro problema objetivo al que se enfrentan es la disminución de las frecuencias de transporte. Este adelgazamiento del sector está motivando que los productos de la Sociedad Agraria de Transformación (SAT) El Jable, de Lanzarote, no estén llegando como solían a otras islas del Archipiélago.

En este proyecto colectivo trabaja Ascensión Robayna, quien resalta la paradoja que supone que un sector "estratégico y vital" como el primario esté atravesando tantas dificultades cuando más se lo necesita. "El sector está castigado, y esto es una gota más. A perro flaco, todo son pulgas", expone esta agricultora.

La agricultura y la ganadería no solo abastecen de alimentos a la población, sino que ejercen una función de conservación de suelos, por lo que, agrega Robayna, precisan de "más sensibilidad" por parte de administraciones y ciudadanía.

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