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El hidrógeno espera por la Administración para despegar

Los proyectos para las Islas se multiplican, la financiación europea está en camino, pero falta la regulación que los haga factibles

Aerogenerador situado junto a la Plocan en la bahía de Las Palmas de Gran Canaria. | ANDRÉS CRUZ

El hidrógeno verde, obtenido a partir de fuentes renovables, está a la cabeza en la carrera por asumir el rol protagonista en un futuro energético descarbonizado. En el proceso investigador que se propone incrementar su eficiencia para alcanzar el umbral que permita su comercialización, Canarias aparece como escenario ideal. La Plataforma Oceánica (Plocan) como banco de pruebas, la financiación de los Next Generation y la proliferación de proyectos en este ámbito habilitan al Archipiélago como banco de pruebas, en general, y laboratorio de los territorios insulares. Sin embargo, mientras en otros países se avanza a grandes zancadas, en España no existe aún un marco regulatorio que ampare esta tecnología.

Es una de las principales conclusiones que se vertieron ayer en el webinar Generación de hidrógeno renovable–Oportunidades offshore, organizado por Plocan. «Estamos esperando a que la Administración acelere un poco», señaló Pilar Heras López, ingeniera de Proyectos y responsable de Certificación de Floating Power Plant, empresa de origen danés centrada en el aprovechamiento combinado del viento y las olas para la obtención de energía.

En opinión de Heras, resulta necesario «simplificar los procesos» y acortar los plazos de respuesta actuales si realmente se desea tomar el tren del futuro libre de emisiones nocivas. Perderlo por llegar tarde sería un nuevo fracaso cuando existen «la tecnología y el personal» necesarios. La ingeniera incluso recomendó preguntar en otros países cómo han resuelto el problema, ya que sus respectivos sectores públicos «empezaron antes» a pilotar hacia la generación con energías limpias.

El retraso no es achacable a la I+D+i. Pasan ya catorce años desde que el Instituto Tecnológico de Canarias (ITC) anunció la puesta en marcha de dos plantas de generación de hidrógeno a partir de energías renovables. Solo un año después, la ingeniería isleña Zecsa dio vida al Proyecto Solantes, que incluía una instalación de esas características en Fuerteventura. La iniciativa encalló en el arrecife del papeleo a pesar de contar con la declaración de interés general.

Plocan como referente

«Un marco normativo claro y conciso», demandó el director de la Plocan, José Joaquín Hernández Brito, encargado de moderar el evento. En el consorcio público que dirige se desarrollan en la actualidad diversos proyectos que ponen de manifiesto la relevancia que puede tener el Archipiélago en la generación de hidrógeno a partir de renovables marinas.

Bruselas se ha marcado la meta de tener instalados en 2024 al menos 6 gigavatios de electrolizadores, las máquinas capaces de aislar el hidrógeno de las moléculas de agua. Ese proceso demanda energía y esta la proveen el viento y otras fuentes limpias. Las autoridades europeas quieren que para entonces se produzcan hasta 1 millón de toneladas de hidrógeno renovable. En solo cinco años (2029), se deberá llegar a 40 gigavatios y 10 millones de toneladas.

El dinero a invertir hasta 2050 en este ámbito se sitúa en una amplia horquilla de entre 180.000 y 470.000 millones de euros. En el caso de España, se prevén destinar 8.900 millones de euros en esta década, sumando capital público y privado, para conseguir 4.000 megavatios y que la cuarta parte del consumo energético industrial tenga origen renovable. Si las cifras podrían aparecer en el terreno de lo inalcanzable cuando se fijaron, lo cierto es que la pandemia las ha acercado.

Es una de las escasas ventajas que aporta uno de los peores trances sanitarios y económicos de la historia contemporánea. La caída en picado de las economías ha llevado a la Unión Europea (UE) a destinar cientos de miles de millones de euros a la recuperación de los países miembros. Además, con destinos claros para esos fondos, entre otros, el cambio de rumbo en la obtención de energía para contener el cambio climático. Incluso, ahora no le cabe el adjetivo de utópico al acortamiento de los plazos. Siempre, claro está, que los legisladores aprieten el acelerador y den cabida en el ordenamiento jurídico a este nuevo vector económico. Algo esencial si el país quiere contar en diez años con 150 guaguas y 5.000 vehículos.

El sector privado y los centros académicos se muestran claramente proactivos. El Instituto Tecnológico y de Energías Renovables (ITER) comanda junto a las universidades de Galway (Irlanda) o Liverpool, organizaciones sin ánimo de lucro y empresas el proyecto Seafuel–Integración sostenible de combustibles renovables en sistemas de transporte locales. Hace un año se unieron la Autoridad Portuaria de Santa Cruz de Tenerife, Hyundai Canarias y Enagás.

En octubre del pasado, Mix Energético de Transición (MET) propuso construir siete plantas de generación en dos años. La inversión prevista es de 800 millones de euros y, por supuesto, el hidrógeno verde es el claro protagonista. De hecho, son dos actores principales del sector de las renovables –Enrique Rodríguez de Azero y Claudio Palmés– quienes pusieron el proyecto sobre la mesa del Gobierno de Canarias.

Dos centrales de hidrógeno verde –70 millones de euros y 17 megavatios en electrolizadores– son las previstas por Endesa, según hizo público el generador de referencia en las Islas el pasado febrero. Los espacios previsto para ellas son las actuales centrales de Juan Grande (Gran Canaria) y Granadilla (Tenerife).

Precisamente es la obsolescencia de algunos de los grupos con los que opera Endesa otro de los factores que está animando el panorama. Para garantizar el suministro, se prolongó la vida útil de dichas máquinas, pero todo tiene un final y está previsto que Madrid convoque para este mismo año un proceso de concurrencia en el que se adjudicará potencia.

En abril, fue el turno de Disa y Enagás, aliadas para producir y distribuir hidrógeno verde a través del Clúster Hub Hidrógeno Renovable. En este se encuadran las universidades, las autoridades portuarias, centros de investigación y empresas de transporte y la automoción. La primera fase del proyecto prevé una inversión de 100 millones de euros y puede llegar hasta 1.000 millones en 2030

Pocas semanas después, desde la ULPGC partió otra idea para obtener hasta seis fuentes energéticas distintas a partir del viento. De nuevo el hidrógeno, y el amoniaco como vector para el periodo de transición, son protagonistas de un proyecto a desarrollar en la Plocan con una inversión de 18 millones de euros.

En Dinamarca no se asustan

Pilar Heras trabaja para la empresa Floating Power Plant, una empresa de origen danés empeñada en demostrar que es posible sacar el máximo rendimiento al mar obteniendo la energía que generan sus olas y sumando a ella la del viento. Es decir, aerogeneradores que en su base cuentan con ingenios capaces de recoger y transformar la cinética del movimiento de las masas de agua. En Canarias todo está por hacerse mar adentro. En los últimos meses, las multinacionales de la energía se han lanzado a una carrera por presentar proyectos de parques eólicos off shore. Han sido tantos en tan poco tiempo que el consejero de Transición Ecológica, Lucha contra el Cambio Climático y Planificación Territorial del Gobierno de Canarias, José Antonio Valbuena, ha tenido que salir al paso para aclarar que el hecho de presentar los papeles en el Ministerio para la Transición Ecológica no significa que todos esos proyectos, concentrados en el área marina del sureste de Gran Canaria, vayan a hacerse realidad. En cualquier caso, el Atlántico está llamado a albergar aerogeneradores en algún grado y la cuestión es si esto puede restar atractivo al Archipiélago. Heras entiende que de existir algún tipo de impacto este será «positivo. En Dinamarca puedes ver molinos eólicos en muchos sitios y eso manda el mensaje de que se trata de un país verde, preocupado por el medio ambiente, no se asustan a la hora de enseñarlos», afirmó.

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