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La vaca 'Marinera' no gana para todo lo que gasta

El encarecimiento de la alimentación animal provoca que el coste de mantener a una vaca en Canarias supere al beneficio que genera la venta de sus productos

La vaca Marinera. LP/DLP

Marinera es una de las pocas vacas de raza canaria que quedan en las Islas. Tiene siete años y convive con otras cinco en la granja de Víctor Díaz, en Firgas (Gran Canaria). Allí también nació su madre y su abuela, es la tercera generación. En su rutina siempre se repiten las mismas actividades: la ordeñan dos veces, come casi todo el día, duerme y de vez en cuando, participa en alguna romería o concurso. Ahora está embarazada por cuarta vez, pero cuando no lo está produce una media de 10 litros de leche al día, que ahora se paga a 50 céntimos el litro. Cinco euros de ganancia que se van solo con la compra de los nueve kilogramos de pienso que Marinera ingiere en 24 horas. Y todo esto sin contar con los gastos de mantenimiento, mano de obra, veterinario, y un largo etcétera de costes. Marinera no es rentable, pero no solo es su caso, ninguna vaca en Canarias lo es.

El encarecimiento de los piensos, los transportes y la electricidad como consecuencia de la guerra en Ucrania está impactando en gran medida en la ganadería isleña. Los productores llevan meses quejándose de que están al límite, las granjas no solo no dan beneficios sino que para mantenerlas los productores se están hundiendo. La única solución que ven los granjeros es que se les pague más por la leche, unos 12 céntimos más que cubrirían el coste de producción, pero las industrias queseras no están dispuestas. Y mientras esta situación se alarga en el tiempo la cuenta de gastos continúa.

Díaz trabaja en el sector del transportes por las mañanas y por las tardes mantiene a las vacas como un hobby porque, según sus palabras, «nadie puede vivir de esto tal y como están las cosas». No solo es el encarecimiento del pienso importado, Marinera, con más de 700 kilogramos de peso y 1,70 metros de alza, consume «incontables» kilogramos de forraje y 50 litros de agua al día. Díaz, además de ganadero, se dedica a cultivar su propio forraje, lo que abarata la cuenta. Pero otros ganaderos como Benito López, con más de 170 vacas en Ingenio (Gran Canaria), tienen que añadir a sus gastos la compra de millo, remolacha, avena o trigo. Los productores hablan de un gasto medio diario en alimentación de 12 euros cuando se trata de vacas frisonas que dan unos 30 litros de leche al día. El que logra vender todo el producto a los 50 céntimos establecidos consigue 15 euros, que al quitar la alimentación, queda un total de tres euros para cubrir el resto de gastos.

Por ejemplo, Marinera y sus compañeras de establo, aunque no requieren de muchos cuidados, gastan una media de 100 euros mensuales en veterinario. Y esto porque se trata de una pequeña finca en la que Díaz se hace cargo hasta de los partos. En el caso de la granja de López el gasto asciende hasta los 400 euros. Solo en inseminaciones el granjero invierte 200 euros cada mes.

Teniendo en cuenta todas estas necesidades la cuenta de Marinera anda en números rojos y eso que se trata de un hobby de su dueño y no hay que sacar beneficios para pagar un sueldo. Díaz reconoce que en su caso no es «viable» tener más de seis animales porque no podría «cuidarlos adecuadamente». Antes de la pandemia llegó a tener 14 que mantenía con una media mensual de unos 300 euros, ahora gasta más y tiene menos de la mitad de vacas. Las tuvo que vender.

El granjero utiliza la leche que producen sus vacas para consumo propio y el único beneficio que recibe de la actividad es cuando los animales ganan algún concurso. Marinera sabe lo que significa eso. En 2019 ganó el oro en el concurso anual del Cabildo de Gran Canaria y este año obtuvo la plata. Pero es más el reconocimiento moral que el económico porque el premio mayor es de 300 euros. «Todo cuesta más y cada vez hay menos animales, pero los premios no suben ni un euros desde hace años», denuncia Díaz, quien asegura que solo el gasto de transporte diario ronda los 120 euros.

Lo que tienen muy claro los ganaderos es que no quieren vivir de subvenciones. «Este tipo de ayudas es lo peor que puede haber para los animales y para la agricultura», defiende Díaz, quien considera que estas partidas solo «callan» el hecho de que el precio de la leche y la carne no se mueva desde hace años. 

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