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El fin de las restricciones devuelve a la oficina a más de 14.000 canarios

El teletrabajo se desinfla en las Islas y solo un 9% de los ocupados realiza parte de su jornada en casa | El Ejecutivo lo recomienda contra la crisis energética

Un hombre teletrabaja desde su casa. | | E.P.

El teletrabajo se desinfla en el Archipiélago tras el fin de las restricciones covid. En el último año más de 14.000 canarios han vuelto a la oficina y esta fórmula laboral, que con la llegada de la pandemia parecía haber llegado para quedarse, poco a poco ha ido en retroceso en las Islas. Ahora, el Gobierno de Pedro Sánchez, a través de la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, lo ha vuelto a recomendar como una vía para afrontar la crisis energética derivada de la guerra. Aunque no está incluido en el decreto de medidas de ahorro, la vicepresidenta tercera abogó por resucitarlo para evitar desplazamientos y ahorrar en la climatización de los centros de trabajo.

Pero lo cierto es que en Canarias el teletrabajo no ha hecho otra cosa que disminuir desde que en el segundo trimestre de 2020 el estallido de la emergencia sanitaria obligó a las empresas a mandar a sus plantillas a casa para evitar los contagios. Ahora, dos años después, apenas el 9% de las personas ocupadas en las Islas desarrolla su actividad desde sus domicilios. Un 5,4% lo hace al menos más de la mitad de los días de su jornada laboral y un 3,6% de manera ocasional, según los datos de la última Encuesta de Población Activa (EPA). Unos porcentajes que suponen que en la actualidad solo 87.000 de los 949.000 trabajadores isleños realicen parte de su actividad en remoto. O lo que es lo mismo casi el 90% de los empleos en Canarias son presenciales, bien porque el tipo de ocupación no permite realizar las mismas labores en casa o porque las empresas no facilitan el trabajo en remoto. El porcentaje de personas que desarrollan su actividad a distancia en el Archipiélago está por debajo de la media nacional que se sitúa en el 12,7%, aunque el resto del país tampoco se salva de la pérdida de trabajo en remoto en los últimos meses.

Y esto ocurre en un territorio que en los últimos dos años se ha convertido en el paraíso de los conocidos como nómadas digitales, profesionales de todo el mundo que llegan a las Islas para trabajar online mientras disfrutan del buen tiempo y todos los atractivos de Canarias. Solo el año pasado recibimos unos 47.000 que dejaron en el destino 150 millones de euros. En los seis primeros meses de este año el gasto ya se ha disparado hasta los 112 millones. Y mientras miles de remote workers siguen viniendo a las Islas, cada vez más canarios vuelven a sus centros de trabajo. Pero, ¿cuál es la razón de que el teletrabajo no haya calado entre los canarios? Por un lado, la estructura económica de la región –basada en gran medida en el sector servicios– hace que un gran volumen del empleo tenga que desarrollarse de manera presencial. Camareros, cocineros, guías turísticos o recepcionistas no pueden desarrollar sus labores a distancia, lo que resta mucha capacidad para que el teletrabajo sea algo mayoritario. Pero por otro lado la fórmula se encuentra también con muchas reticencias por parte del empresariado. «En Canarias hay una cultura tradicional del empleo y las empresas no lo ven como una opción viable», comenta Héctor Fajardo, secretario de Organización, Comunicación y Relaciones Institucionales de UGT Canarias.

Los sindicatos también advierten que la Ley 10/2021, de 9 de julio, que regula el trabajo a distancia puede haber desincentivado que los empleados puedan desarrollar más del 30% de su jornada desde su hogar, ya que este es el límite a partir del que la empresa debe compensar a su plantilla por los gastos asociados de trasladar a casa su oficina. «Las empresas deben asumir estos costes pero lo que hemos visto es que han querido reducir la jornada que se desarrolla en teletrabajo para no tener que afrontarlos», señala Esther Martín, secretaria de Acción Sindical, Mujeres y Juventud de CCOO Canaria.

Sobre si esta fórmula laboral podría ser útil como vía de ahorro energético, Martín se muestra asegura que podría serlo siempre y cuando venga de la mano de otras medidas complementarias. «Implica un ahorro de costes porque se reducen los desplazamientos pero no implica per se una disminución del uso de energía», expone. Por un lado, insiste en que si no se compensan a los gastos la factura energética se trasladará desde la cuenta de las empresas a la de los trabajadores en sus domicilios. Y por otro, en los lugares de trabajo comunes se deberían impulsar también iniciativas de ahorro energético para no provocar, por ejemplo, un doble gasto en el aire acondicionado encendido en las oficinas y también en las casas de los empleados.

Fajardo es más pesimista respecto a si la necesidad de ahorrar energía puede provocar un nuevo aumento de esta fórmula laboral en las Islas. «Creo que lamentablemente va a seguir todo igual hasta que no cambie el modelo empresarial», detalla y evidencia que tampoco los sindicatos están dando la batalla con este tema, apremiados por otras prioridades como los incrementos salariales, en un momento en el que la inflación se come mes a mes un buen pedazo del sueldo de los trabajadores canarios.

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