Castilla supedita la ecotasa al consenso de todo el sector

La consejera de Turismo cree que es necesario un análisis riguroso sobre su aplicación y considera que la recaudación debe destinarse a la mejora del destino

La consejera de Turismo, Yaiza Castilla, durante el foro 'El turismo que queremos' organizado por Prensa Ibérica. | MARÍA PISACA

La consejera de Turismo, Yaiza Castilla, durante el foro 'El turismo que queremos' organizado por Prensa Ibérica. | MARÍA PISACA / Dalia Guerra

No puede haber ecotasa si no es consensuada con el sector. Así lo cree la consejera de Turismo del Gobierno de Canarias, Yaiza Castilla, que ayer supeditó su aplicación a que sea acordada con los empresarios y su recaudación revierta en la mejora del propio destino turístico. Eso sí, valoró que antes de ponerla en marcha se debe realizar un análisis «sosegado, serio y riguroso» para determinar no solo si su aplicación es pertinente o no, sino también qué fórmula sería la más adecuada y cuál debería ser el destino de los ingresos que se obtengan a través de ella. Unos fondos que para ella solo podrían tener un objetivo: la mejora del propio destino.

Castilla realizó ayer estas valoraciones después de su ponencia El turismo que queremos. Una estrategia hasta 2030, que ofreció en el foro organizado por Prensa Ibérica en Santa Cruz Tenerife. Un encuentro que contó con el patrocinio de JTI, Maarlab y Ecoener y la colaboración del Ayuntamiento de Arona. Una presentación en la que la consejera desgranó los retos que debe afrontar el sector en el nuevo ciclo turístico que ya vive el destino después de la debacle provocada por la pandemia. Por eso, insistió en que es el momento de dejar atrás «la visión corta y gestión acelerada» a la que obligaba el covid y «mirar hacia el futuro».

Un futuro que se cimienta sobre unas cifras del año 2022 que han sido muy positivas a pesar de la guerra en Ucrania y la crisis energética e inflacionista, que sin embargo, «no han podido con las ganas de viajar a las Canarias». Unos buenos datos que Castilla también achacó al trabajo realizado durante la pandemia que «reforzó nuestros atributos de seguridad, hospitalidad y de destino que cuida a sus visitantes».

La consejera destacó que el Archipiélago haya alcanzado el año pasado cifras de visitantes que rozan las precovid –recuperando a un 96% de los turistas perdidos– a pesar del contexto de incertidumbre. Y valoró todavía más el «significativo» incremento de la facturación, de unos 19.000 millones al cierre del año. Lo que supone un 16,5% más que en 2019 si se descuenta el efecto de la inflación en el gasto que realizan quienes vienen a pasar aquí sus vacaciones. Un crecimiento que, a su vez, también ha estado acompañado por buenos datos en el empleo y en los indicadores empresariales.

Conseguir mayores ingresos con un menor número de visitantes era uno de los objetivos que Castilla se marcó en el inicio de la legislatura. Tras la pandemia las previsiones de gasto turístico eran prudentes, pero a partir de marzo del año pasado mes tras mes los datos fueron mejorando hasta lograr en el cierre del año un récord de facturación. Aunque ahora el trabajo debe pasar por consolidar esta tendencia.

«Podemos considerar 2022 como el año en el que nuestra industria superó, por fin, la crisis más grave de su historia», recordó Castilla. Pero también como el ejercicio en el que «el modelo turístico canario demostró su extraordinaria capacidad para afrontar retos importantes». Entre ellos, señaló a la diversificación de los mercados emisores. Con un turismo británico y alemán todavía resentido por las consecuencias de la pandemia, Canarias ganó el año pasado visitantes procedentes de Francia, Italia o Países Bajos. Aunque la consejera detalló que, sin dejar de potenciar y promocionar las Islas en sus mercados tradicionales, el Archipiélago tiene ahora el ojo puesto en el americano. «Canarias no es conocido en Estados Unidos como un destino de vacaciones», señaló. Y por eso el año pasado la Consejería realizó acciones de promoción –como el estreno de un programa de televisión en Nueva York– para tratar de atraer así a nuevos visitantes.

Nuevos atractivos

Pero además de los mercados emisores, el tipo de turista también es más amplio. Canarias recibe cada vez más visitantes motivados por su gastronomía, por sus buenas condiciones para la práctica deportiva durante todo el año o por las excelentes características para el trabajo en remoto. Además, el peso de los visitantes silver plus, aquellos que superan los 55 años y cuyo nivel de gasto triplica al del turista convencional, es también mayor.

A pesar de los buenos datos, Castilla no quiso obviar en su ponencia las incertidumbres y amenazas que sobrevuelan al sector. «La subida de los tipos de interés está reduciendo la renta disponible de las familias», evidenció. Una situación que hace que puedan tener menos dinero para viajar. Una política monetaria restrictiva que desacelerará la economía, algo que podría afectar a la industria turística. «Sin olvidar que persiste la guerra en Europa», señaló, con toda la incertidumbre que conlleva.

Pero aún así, la responsable de la Consejería regional aseguró que las buenas expectativas para el sector en el Archipiélago se mantendrán como mínimo hasta el verano. Uno de los datos que lo atestiguan es el de las conexiones aéreas programadas para la temporada de verano. En los meses estivales, Canarias estará conectada con 122 aeropuertos de 28 países distintos. Lo que generará 2.000 frecuencias semanales. Y esto solo contando los vuelos de línea regular y a pesar de la desaparición de las rutas que conectaban la región con Rusia o Ucrania.

Durante su ponencia en el foro, Castilla enumeró como uno de los grandes retos del destino de cara a 2030 la sostenibilidad. No solo porque sea determinante hacerle frente al cambio climático para evitar que su propio avance pueda ser perjudicial para el destino sino porque a su vez este factor es cada vez más importante para el turista que nos visita. Tanto que puede hacer que en el futuro rechace viajar a uno u otro territorio en función de si ha hecho o no los deberes en esta materia.

La Consejería está acompañando al sector en este viaje hacia la sostenibilidad con medidas de apoyo –como las dos líneas de ayuda que ha propiciado a través de los fondos Next Generation– pero la consejera señaló que por mucho que se haga desde lo público «si las empresas y la ciudadanía no toman medidas, todo lo que se haga será papel mojado». Y, por lo tanto, no se logrará el objetivo marcado de reducir las emisiones de dióxido de carbono del sector turístico en un 50% en 2030 y alcanzar la neutralidad antes del año 2050.

Pero Castilla advirtió que esta apuesta por la sostenibilidad no puede convertirse en un handicap para el propio destino. Y señaló como uno de los grandes desafíos para Canarias la estricta normativa que la Unión Europea (UE) quiere aplicar para reducir la emisión de gases de efecto invernadero y en especial aquellas que están vinculadas al sector aéreo.

Al ser el Archipiélago un territorio insular, muy alejado de sus principales mercados emisores de turistas, que su conexiones con el resto de los países de la UE se vean afectadas a partir de 2024 por el régimen de comercio de derechos de emisión supone un nuevo varapalo para la industria turística en las Islas. Las aerolíneas ya han advertido que su aplicación puede suponer la llegada de un millón de turistas menos y la pérdida de 40.000 puestos de trabajo.

«Tendrá efectos muy negativos en la conectividad aérea y el turismo en Canarias», ratificó, antes de añadir que el Gobierno de Canarias sigue pelando para conseguir que la excepción que se ha logrado para los vuelos locales y nacionales se amplíe a las conexiones entre las Islas y el resto de los países de la UE. «Estamos trabajando para ampliar la mencionada excepción a los vuelos con el resto de Europa» apelando a la condición de región ultraperiférica (RUP) del Archipiélago.

Algo que consideró «fundamental para evitar una situación de desventaja, hasta ahora siempre reconocida por las instituciones europeas». Y es que, en las conexiones con el resto de destinos competidores que no pertenezcan a la UE, someterse al sistema mundial de comercio de emisiones es voluntario para las aerolíneas hasta 2027. O lo que es lo mismo, una compañía que despegue de Londres deberá comprar derechos para las emisiones que genere en sus vuelos a Canarias pero no para las de los que vayan a Egipto o Marruecos. Algo que se traducirá sin duda en el precio de los billetes.

«Conseguir ampliar la excepción no será fácil, pero esta siempre tendrá que venir acompañada de un sincero y relevante compromiso sobre la necesidad de medir, reducir y compensar la huella de carbono de la actividad turística en destino», valoró Castilla.

Aunque, también destacó que quizá Europa corre demasiado respecto a sus objetivos de descarbonización. «Debería ir más lento pero seguro», recalcó, ya que la normativa que quiere imponer Bruselas no va acompasada ni con la capacidad de producción de combustibles para las aeronaves más respetuosos con el medio ambiente ni con la fabricación de aviones más eficientes. «Un tiempo de descuento sería positivo», insistió.

Otro de los retos que marcó para Canarias de aquí al año 2030 fue la potenciación de la capacidad del turismo para generar valor en la economía canaria, tanto en términos de empleo como de bienestar social, «extendiendo su cadena de valor al resto de sectores». Y en este punto, la consejera se detuvo para desterrar la idea de que en Canarias exista «un sentimiento mayoritario de turismofobia, ni nada que se le parezca». Y lo apoyó con datos. Como los del informe 2022 de Sostenibilidad del Turismo en Canarias, realizado por un equipo de investigación de las dos universidades públicas canarias, que evidencian que un 80,1% de los isleños está de acuerdo con que el desarrollo turístico ha sido positivo para la isla en la residen y otro 82,2% que se mostró a favor de que se siga promoviendo la actividad turística.

Turismofobia

«Son datos concretos que nos sitúan en un escenario muy distinto del que algunas voces nos quieren hacer creer», puntualizó y destacó que de forma «muy mayoritaria» los canarios «confiamos en nuestro sector turístico». Algo que no significa que no deba estar sometido a la crítica, opinó.

Bajo su punto de vista, hay muchas razones que explican que, a diferencia de lo que puede ocurrir en otros territorios que reciben también cada año a millones de turistas, en el Archipiélago apenas existan brotes de turismofobia. La principal es «la propia naturaleza no estacional de nuestro turismo», que aseguró «atenúa la presión derivada del flujo de visitantes respecto de la población residente». Ya que los turistas se reparten de manera más o menos uniforme a lo largo de todo el año.

«En Canarias, para lo bueno y para lo malo, contamos con una población de 2,2 millones de personas, por lo que los 280.000 turistas que duermen cada noche suponen un más que asumible 13% de equivalencia con el total de población canaria», explicó. Aunque ese porcentaje varía dependiendo de la isla. Mientras en Tenerife, Gran Canaria o La Gomera se sitúa en el 10%, el 9% y el 11%, en La Palma baja hasta el 5% y en El Hierro es de un 2%. Eso sí, en Lanzarote o Fuerteventura la equivalencia entre turistas y residentes es del 33%.

Aún así, la consejera asumió que el sector tiene todavía mucho porcentaje de mejora para implementar los objetivos de desarrollo sostenible y revertir sus beneficios a nivel social y laboral. Y añadió algo más: «contar mejor a la población la realidad del turismo canario con la finalidad de incrementar su conocimiento y su aprecio».

En los últimos tiempos se ha reavivado el debate que trata de, tal y como señaló la consejera, identificar al turismo como causante de todos los males del Archipiélago. Llegando incluso a proponer la aplicación de una moratoria turística que pueda mitigar el efecto tractor de población que tiene el dinamismo del mercado turístico, que para algunos está detrás de problemas como la dificultad del acceso a la vivienda.

Moratoria

«No creo que el turismo sea el causante de todos los males de Canarias», ratificó Castilla, que también aseguró que la aplicación de una moratoria no sería una buena salida para el problema que existe con la vivienda. Y recordó que ya en la aplicación de la anterior moratoria turística «los efectos que hemos analizado desde el ámbito turístico fueron todo lo contrario a lo que se pretendía», ya que aceleró la compraventa de terrenos e inmuebles lo que encareció todavía más la vivienda.

Además, tampoco se mostró partidaria de que sea positivo añadir más maraña normativa al ya de por si complicado entramado de la comunidad. «Tanto Baleares como Canarias son dos de las comunidades autónomas que tienen un ordenamiento más completo y complejo si se compara con el resto de España», resaltó. Algo en lo que incide que se traten de islas y en el caso de Canarias con un gran porcentaje de su territorio protegido. En este punto, Castilla quiso también detallar que el suelo canario destinado al uso turístico «no llega ni al 4%». De todas maneras, la consejera señaló a los cabildos como las instituciones responsables de «articular su capacidad de carga», ya que la situación no es igual en cada una de las islas.

Durante la entrevista, la consejera se refirió también a la vivienda vacacional, que ya tiene un 30% de las camas turísticas que conforman la oferta del destino. Castilla recalcó que esta modalidad «forma parte de la cadena de valor de Canarias», aunque indicó que la presencia de inmuebles no regularizados puede causar fricciones entre el turismo y la ciudadanía. «Las viviendas vacacionales que están dentro de la economía sumergida deben legalizarse», insistió. Al mismo tiempo resaltó que es necesaria «una mayor implicación de cabildos y ayuntamientos» para reforzar su regulación. Aunque matizó que es consciente de la dificultad que puede significar la convivencia de residentes y visitantes en un mismo edificio, se mostró proclive a regularla a través de las ordenanzas. «No hay turismofobia pero no permitamos que por estos problemas pueda surgir un sentimiento adverso a la actividad turística», concluyó.

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