Ahora que se acerca la Navidad, repetimos mucho a los niños y niñas la premisa de que si no se portan bien, Papá Noel o los Reyes Magos no les traerán regalos. Y aunque este acto pueda parecernos del todo inofensivo, lo cierto es que no es algo que hagamos solo en estas fechas, sino que la amenaza y el chantaje son herramientas a las que recurrimos frecuentemente para conseguir que nuestros hijos hagan lo que les pedimos. ¿Pero nos hemos parado a pensar en las consecuencias de ello?

Los efectos de educar con amenazas a largo plazo

Amaya de Miguel, autora de “Relájate y educa. Soluciones eficaces para los conflictos cotidianos” , expone en su libro la siguiente situación: “Imagina que estás paseando por la calle y te encuentras con una persona que se ha caído y no puede levantarse. Mientras la miras, alguien se acerca a ti y te dice:

-      “Si le ayudas a levantarse, te regalo 2 noches en el hotel que tú quieras ir con quien quieras” (premio).

-      “Como no le ayudes a levantarse, no podrás ir a la cena del sábado con tus compañeros de trabajo” (castigo).

-      “¡Ayúdalo ahora mismo o te pego!” (amenaza).

Amaya continúa explicando que “en ese momento, ante el deseo del premio o el temor a la amenaza o el castigo, posiblemente actuarás. Pero, si siempre te han educado así, el día que nadie te ofrezca un premio, un castigo o una amenaza, será muy probable que pases de largo sin ayudar a esa persona. Te habrás habituado a actuar por motivaciones externas”.

"El respeto se gana, no se impone"

Alberto Soler - Psicólogo

En la misma línea, el psicólogo Alberto Soler afirma que "si nuestros hijos siguen las normas sólo por miedo a las consecuencias, en el momento en el que nos giremos, dejarán de seguirlas". Al fin y al cabo, debemos recordar que “el respeto se gana, no se impone”, sentencia el psicólogo.

A manipular también se aprende

Si nos relacionamos con nuestros hijos desde la manipulación, el chantaje o la amenaza, ¿cómo esperamos que aprendan ellos a relacionarse en un futuro? Y no solo con la gente que les rodea, también con nosotros, sus padres.

“Muchos padres no se dan cuenta de cómo enseñan manipulación en nombre del amor”

Jane Nelsen, Lynn Lott y Stephen Glenn - Autores de "Disciplina positiva de la A a la Z"

“La manipulación es una conducta aprendida”, afirman Jane Nelsen, Lynn Lott y Stephen Glenn en el libro “Disciplina positiva de la A a la Z”. Y añaden: “Muchos padres no se dan cuenta de cómo enseñan manipulación en nombre del amor”. Al final, somos sus principales referentes, nos aprenden a nosotros, y el mensaje que les estamos mandando es que el chantaje y la amenaza son formas válidas y efectivas de relacionarse con las personas.

¿Existen las niñas y los niños malos? ¿Y los buenos?

En uno de los eventos de Educar es Todo, Alberto Soler preguntó a los asistentes qué es una niña o niño “bueno” o “malo”. Las respuestas fueron que los niños buenos son “obedientes, tranquilos, no dan problemas, sacan buenas notas...”. Por otra parte, los niños malos fueron catalogados como “inquietos, desobedientes, sacan malas notas…”. Sin embargo, el psicólogo afirmó que “los niños buenos o malos no existen, sino los que dan más trabajo y los que dan menos trabajo, los fáciles de llevar y los difíciles de llevar”. “¿Y por qué es un problema un niño demandante?”, continuó Alberto. La respuesta es clara, porque no tenemos fuerza, ni tiempo. “Con el ritmo de vida que tenemos, que el niño no se quiera vestir se interpreta como que es malo”.

"Las etiquetas son muy fáciles de poner, pero muy difíciles de quitar"

Alberto Soler - Psicólogo

Con este tenemos que tener mucho cuidado, ya que etiquetar a nuestros hijos e hijas puede ser muy perjudicial. “Las etiquetas tienen dos problemas fundamentales: el primero es que son muy fáciles de poner, pero muy difíciles de quitar”, explica Alberto Soler. Y añade: “El segundo problema es que, una vez etiquetamos a una persona, tiende a comportarse de acuerdo con la etiqueta que le hemos puesto, lo cual acaba condicionando sus oportunidades y su desarrollo”.

Soler también hace referencia a los peligros de educar en el “porque lo digo yo”: “Pensamos que podemos educar a los niños para que sean obedientes, y esperamos que de repente un día se levanten siendo fuertes, empáticos y asertivos. Pero las personas no funcionamos así”. “Cada día atiendo a pacientes para ayudarles a desarrollar esas habilidades. Muchos de los cuales no las han podido desarrollar de pequeños porque, simplemente, tenían que obedecer. Porque les decían esto es así y punto o como no me hagas caso te vas a enterar. Y luego llegan a ser adultos sin capacidad para defenderse, porque les han educado para agachar la cabeza. Como decía Frederick Douglas, es más fácil construir niños fuertes que reparar adultos rotos”, sentencia el psicólogo.

Entonces, y sabiendo todo esto, ¿ha sido tu hijo un niño bueno este año o no?