Los hay que le añaden piel de naranja a las torrijas. Otros la incluyen entre los ingredientes necesarios para elaborar rosquillas o como toque especial, junto a la canela, en un buen arroz con leche. Algunos conocen sus propiedades preventivas contra el colesterol o el cáncer, a pesar de que la gran mayoría tira la cáscara de naranja a la basura una vez ingiere la fruta. Karina Robles va más allá y entre sus manos la piel del cítrico cobra formas y figuras tan creativas como originales. Eso sí, la naranja de Telde brilla como el diamante.

Pendientes, broches, collares, anillos o pulseras, las posibilidades son infinitas, si bien es un proceso que requiere de paciencia y tiempo. Es un trabajo minucioso. "Hay que limpiar bien la piel", asegura la artesana afincada en el barrio de La Herradura. Y al igual que los de Coca Cola no desvelan la fórmula de su éxito, ella no tiene pensado tampoco revelar el "truco con el que consigue un secado totalmente ecológico" en sus afrutados complementos. "¿Que cómo lo hago? No te lo digo", declara entre risas.

Lo que sí contó fue la manera en la que se vio embarcada en este proyecto al que le dedica mucho tiempo de su vida. Dicen que la necesidad agudiza el ingenio y en el caso de Karina también la creatividad. Tras quedarse hace cinco años en paro comenzó a hacer bouquets de fruta. Fue en ese momento en el que se dio cuenta de las posibilidades que ofrecía la piel de la naranja. "Hacía figuras con ella y observé que se desperdiciaba demasiado y que se podían hacer muchas más cosas", explica mientras muestra alguno de los artículos.

La oportunidad de darse a conocer le llegó de la mano de la Feria de la Naranja que se celebró en el municipio el pasado mes de diciembre. "Un día vi el cartel y me vinieron a la mente recuerdos de cuando era una chiquilla y me hacía cintos, collares o pulseras con la piel de la fruta y entonces me planteé participar, pero no sabía cómo", comenta la actual monitora de manualidades. La solución se la dio en seguida la Concejalía de Agricultura, a cuya edil, María Calderín, tuvo que mostrar antes sus cítricas labores. "Pasé varios días sin dormir, dándole la vuelta a cada complemento para lograr que se secase a tiempo ya que me reunía con María en menos de una semana desde que me lo dijeron. Y esto tiene un proceso de elaboración largo". El esfuerzo mereció la pena. No solo estuvo presente en el evento, sino que además logró vender "un montón" de bisutería.

"Pura artesanía", para lucir una de estas joyas ecológicas es necesario hacerlo previo encargo, aunque "todo es relativo", especifica Robles. "Cada naranja es diferente y su proceso de secado también. Las hay a las que se les oscurece la piel y las hay que encogen más que otras a pesar de utilizar en ellas el mismo molde", explica a lo que añade que sin duda alguna, la naranja de Telde es diferente. "Es increíble trabajar con ellas por su porosidad e hidratación y la verdad es que la de otros lugares no me sirve".

De otra cosa puede que no, pero de esta fruta Karina entiende. "Llega un momento en el que las naranjas me abarcan, porque también hago jabones, como consumo muchos kilos y a todo el que viene por mi casa le digo: llévate unas naranjitas, anda", comenta divertida. Y es que para ella esto no es solo una forma de ganar dinero, y donde algunos ven una mera peladura, ella encuentra una forma de realizarse. "Me siento feliz con lo que hago y me ayuda a desarrollarme como artesana", apostilla.