Son las 12 del mediodía de un viernes de otoño. Ocho jóvenes emprendedores han quedado en la Fundación Universitaria de Las Palmas (FULP) para compartir su experiencia tras pasar por su programa de asesoramiento y convertir su idea de negocio en un proyecto real.

Fernando García, Gustavo Martín, Sebastián Hoyos, Carlota Hernández, Amit Babani, Carolina Villen y Desiré Santana son graduados universitarios. Conocen bien de lo que están hablando porque pasaron años formándose. Y a pesar de haber cursado estudios tan diferentes como Informática, Ingeniería, Empresariales, Psicología o Turismo, tienen una misma percepción: en la universidad no hay mecanismos que permitan a los docentes detectar a los alumnos con perfil emprendedor. Tampoco se vuelcan conceptos vinculados al emprendimiento en las asignaturas que se imparten.

Consideran que el mayor escollo que se encontraron al principio fue la fiscalidad y la complejidad de cumplir con aspectos burocráticos como por ejemplo, solicitar una subvención. Creen que con el asesoramiento de la FULP ganaron confianza y se dieron cuenta de que podían pasar de la idea feliz al proyecto real.

Carlota y Desiré son ejemplos de emprendedoras que decidieron no acudir a financiación externa. Su esfuerzo personal y los ahorros propios fueron suficientes para el comienzo de la actividad. Al igual que el resto, preferirían no tener que buscar ayuda externa, ni en entidades bancarias ni en otro socio capitalista. La opinión general es que desde el momento en el que aceptas compartir tu idea a cambio de una inyección monetaria, pierdes el control sobre tu producto. "Normalmente el nuevo socio tiene su manera de enfocar el negocio y a menudo no es la tuya. Y lo peor que te puede pasar es que tu sueño pase a convertirse en tu pesadilla", asegura Fernando. Por su parte, Sebastián se muestra cauto y recomienda que "debes pararte, piensa, y quizás sea mejor buscar una fórmula asociativa antes que vivir atado a un banco".

También Gustavo cree que "no nos gusta compartir nuestra idea, hay resistencia a contar tu proyecto porque puede que se lo quede otro. Esto, unido a que a veces la idea inicial no es viable, hace que te embarques en un proyecto que quizás no es el adecuado. El producto tiene que cubrir una necesidad, si no, no tiene futuro".

Carolina insiste en que "como emprendedor siempre estás apostando, todos los días estás corriendo riesgos. Y no basta con el asesoramiento. Hace falta el dinero que te permita poner en marcha tu idea. Además, no puedes pretender desarrollar una buena idea con unos recursos pobres."

La familia, al igual que la edad en la que por fin decides lanzarte, también influye. "El apoyo de mis padres ha sido muy importante porque siempre me han dejado libertad para armar mi personalidad y abrirme a nuevas ideas. El problema es que en la universidad no identifican al estudiante emprendedor, y eso que es un perfil que canta mucho entre los alumnos, pero no le prestan atención", asegura Carolina.

Respecto al tiempo que tienen que dedicar a gestionar su empresa, Sebastián señala que "la vida social queda completamente lapidada. Pero si me entran dudas, me sirve de mucho pensar dónde estaba antes y dónde estoy ahora. No quiero volver a donde estaba antes, a pesar de las dificultades y de echarle tantas horas". Carlota también ha perdido las ganas de vida social aparte del trabajo: "son muchas horas y cuando terminas no quieres salir, estás muy cansada. Pero al no tener hijos tampoco tengo presiones. Al mismo tiempo, mi juventud hace que no me vean capaz de llevar a cabo el negocio, mucha gente se cree con derecho a opinar, a orientarme y a indicar el camino que ellos creen que debo tomar, simplemente porque me ven muy joven". Fernando por el contrario, ve la juventud como un momento perfecto para emprender: "tienes menos que perder porque aún no tienes obligaciones familiares. Cuando empiezas, el mundo es tuyo, puedes incluso pensar en irte fuera de tu país, pero en el momento en el que tienes hijos ya es más difícil. El problema es que en España emprendemos muy tarde porque terminamos los estudios demasiado tarde."

De cara al futuro inmediato, para Gustavo "lo importante ahora es la escalabilidad de mi empresa. Creo que la FULP nos podría ayudar a hacer un seguimiento para ver dónde lo hemos hecho bien o de dónde viene el fracaso. Nosotros no tenemos tiempo para hacer un estudio de mercado, pero desde la Fundación como enlace entre los universitarios emprendedores y el mercado laboral, se podría hacer vigilancia y detectar oportunidades de negocio". Desiré también cree que seguir formándose es importante como un paso más en su proyecto, ya que "ahora que sé de mi sector, lo que necesito es aprender más sobre otros aspectos que me ayuden a posicionarme mejor, como marketing o fórmulas para la escalabilidad de mi empresa". Otros como Sebastián o Carlota están en un momento crítico puesto que "necesitamos asesoramiento en acciones de marketing, saber cómo comunicar lo que hacemos para ganar clientes. Tenemos que encontrar la forma de comunicar para asentarnos y alcanzar más mercado". En este sentido Amit se une al comentario: "me gustaría invertir más tiempo en investigar qué proyectos son viables, porque muchas veces al principio crees que tu idea es buena pero con el tiempo compruebas que no es así".