Santa Cruz y La Laguna, ante el reto del «equilibrio» acústico

Los dos principales municipios tinerfeños intentan un maridaje difícil entre los actos en la calle y el descanso

Santa Cruz y La Laguna, ante el reto del «equilibrio» acústico

Santa Cruz y La Laguna, ante el reto del «equilibrio» acústico / La Provincia

Domingo Ramos

«Los casos de afectados por la contaminación acústica han aumentado porque se han dado cuenta que tienen derecho a un medio ambiente saludable», resalta Yomara García Viera, presidenta de Juristas contra el Ruido. El Diputado del Común recibió en 2022 un total de 50 quejas y en lo que va de año ya son 42. Repartidas por siete de las ocho Islas, estas no se limitan a locales de copas y terrazas; hay supermercados y hasta locales de ensayo de murgas. La puesta al día de las normativas -las de las dos capitales canarias superan los 20 años de antigüedad-, su aplicación y el diálogo son fundamentales para lograr la convivencia ciudadana con respecto a un problema «enquistado» y que está en busca de un «equilibrio».

Santa Cruz y La Laguna no escapan a los problemas de ruidos. El Carnaval, en el primer caso, y la zona de ocio nocturno del Cuadrilátero, en el segundo, generaron durante años los mayores conflictos en materia acústica. Las cosas han cambiado. Ahora el foco se encuentra en la dinamización de los centros históricos y en las actividades musicales y de ocio. Ambos municipios conforman una conurbación de unos 250 kilómetros cuadrados y con 208.688 y 157.815 habitantes, respectivamente, según cifras del Instituto Nacional de Estadística para 2022. Y confluyen ahí mucha gente, actividades, intereses... y ruidos.

Las autoridades locales de uno y otro municipio refieren el «equilibrio» como eje de sus actuaciones en este campo. Actos en la calle, turismo y actividad empresarial, de una parte, y el derecho al descanso y a la tranquilidad de los vecinos, de otra. Ahora bien, compensarlo no es fácil cuando hay unas leyes claras, con valores acústicos determinados, y al afectar a un ámbito tan capital como el descanso. Y es que el ruido puede parecer algo menor hasta que hay que sufrirlo.

Santa Cruz de Tenerife no ha sido una ciudad demasiado amiga del ruido, ni siquiera de aquel que genera actividad económica y puestos de trabajo, la convierte en un lugar vivo y atractivo desde el punto de vista del ocio o la sitúa como una auténtica capital turística. Ejemplo de ello son los numerosos movimientos vecinales que han surgido a lo largo de los años para intentar que Santa Cruz sea una ciudad silenciosa.

Ni siquiera el Carnaval chicharrero, declarado Fiesta de Interés Turístico Internacional, se ha escapado de esta lucha contra el ruido en Santa Cruz. Eso sí, en este caso, el baile en la calle logró ganar la batalla. No tuvieron la misma suerte, por ejemplo, la edad de oro del ocio nocturno en la avenida de Anaga; las terrazas de verano que amenizaban las noches de la capital; las fiestas, bodas y otras celebraciones en las piscinas del Parque Marítimo, o los Amaneceres Latinos de la playa de Las Teresitas.

En la actualidad, el Ayuntamiento de Santa Cruz, con su Ordenanza de Protección del Medio Ambiente contra la Emisión de Ruidos y Vibraciones, la cual se ha quedado obsoleta pues fue aprobada en 1995, sigue intentando encontrar un equilibrio ante el constante enfrentamiento entre aquellos que reclaman una ciudad más viva y los que exigen poder descansar. De esta forma, en la capital chicharrera, los músicos callejeros prácticamente tienen que esconderse para poder exponer su arte; los chiringuitos de la playa de Las Teresitas deben cerrar sus puertas cuando se va el sol, y el ocio nocturno vive sus horas más bajas, en comparación con épocas anteriores.

Santa Cruz modifica los condicionantes y limitaciones para que los espectáculos puedan celebrarse en cualquier zona de la ciudad y con un «sonido de calidad», a 105 decibelios

Pero ante el dilema de conciliar el descanso de los vecinos con la actividad, el ocio, la calidad turística y la generación de economía en Santa Cruz, el actual concejal de Servicios Públicos, Carlos Tarife, del PP, decidió, el pasado mes de marzo, dar un golpe sobre la mesa y aprobar un decreto que permite a la capital tinerfeña, al menos, acoger grandes conciertos y eventos al aire libre. Este decreto ha modificado los condicionantes y limitaciones para que los espectáculos puedan celebrarse en cualquier zona de la ciudad y con un «sonido de calidad», a 105 decibelios. El objetivo es dinamizar Santa Cruz y «convertirla en un lugar atractivo para traer a reconocidos artistas, así como para celebrar importantes eventos».

Hasta ahora, para poder celebrar un gran concierto o espectáculo en Santa Cruz con un «sonido de calidad», se tenían que cumplir dos requisitos: que el aforo fuese superior a 5.000 personas y que se llevara a cabo en espacios diáfanos o alejados de zonas residenciales (200 metros). Si no se cumplían estas dos condiciones, la música no podía superar los 96 decibelios. Con el decreto municipal, solo será necesario cumplir uno. Por lo tanto, será suficiente con tener un aforo superior a 5.000 personas, «aunque se desarrolle en espacios próximos a zonas residenciales», o con llevarse a cabo en lugares alejados a las viviendas, «aunque tengan un aforo inferior a los 5.000 asistentes». 

Con respecto al Carnaval, el citado decreto señala que en los grandes escenarios de la fiesta se podrán superar los 105 decibelios, aunque también establece zonas de «ruido reducido» en algunas calles, en las que no se podrán superar los 85 decibelios. Esta medida acústica equivale al paso de un tren o a la maquinaria de una fábrica.

A lo largo del año pasado, la Concejalía de Medio Ambiente tramitó un total de 448 expedientes relacionados con quejas por ruidos nocturnos en Santa Cruz. De éstos, 363 corresponden a la comprobación de actividades y eventos que se celebraron en el municipio, y 85 corresponden a denuncias. En concreto, 62 denuncias se referían a actividades, 14 a ruidos vecinales y nueve a otros motivos. En relación a las multas, la mayoría de las infracciones que son sancionadas en la capital tinerfeña están relacionadas con la práctica del botellón en la calle y el uso de los coches como discotecas móviles. 

Por otro lado, el Ayuntamiento ha anunciado la actualización de la ordenanza municipal del ruido de hace casi 30 años, aumentando la cuantía de las sanciones e introduciendo novedades, sobre todo con respecto a los ruidos vecinales, para que la Policía Local pueda interponer multas, por ejemplo, por gritos en los domicilios o por poner la música muy alta. Asimismo, se introducirán medidas para alcanzar el anhelado equilibrio entre una ciudad viva y el descanso vecinal.

Solo 14 páginas

La ordenanza que se encuentra en vigor, de sólo 14 páginas, establece los diferentes niveles de ruido que se pueden alcanzar en el municipio. Con respecto al «ambiente exterior», por la noche, no se pueden superar los 55 decibelios, medida acústica que equivale, por ejemplo, al volumen medio de un televisor. Asimismo, entre las prohibiciones se encuentra la del uso de altavoces antes de las 8:00 horas y después de las 20:00 horas.

En el «ambiente interior» de las viviendas, está prohibido, por ejemplo, el trabajo nocturno y la actividad de máquinas o equipos a partir de las 22:00 horas. Asimismo, la normativa obliga a «guardar» los animales domésticos dentro de los domicilios de sus propietarios, «donde no molesten con sus ruidos al vecindario». Las cuantías de las sanciones oscilan entre los 60 y 90 euros.

En relación a la contaminación acústica provocada por el ruido del tráfico y de otras actividades en la calle, el Ayuntamiento de Santa Cruz aprobó en 2020 un Plan de Acción de Mejora del Ambiente Sonoro, con el objetivo de disminuir dicha contaminación. Entre las medidas incluidas en este plan se encuentran la reducción de la velocidad en aquellas vías con elevados niveles de contaminación acústica provocada por el tráfico; el incremento de la vigilancia a los locales de ocio y a las terrazas para disminuir progresivamente los niveles de ruido en las noches de fin de semana y otros festivos; la incorporación de la variable acústica en los proyectos de ordenación del territorio, urbanismo y edificación; y la creación de espacios «acústicamente protegidos». 

La Laguna tiene la asignatura pendiente de aprobar su ya elaborada ordenanza del ruido, pero cuenta con una norma de convivencia que regula esta materia ante vecinos y empresas

Con respecto al tráfico, el Consistorio ya ha manifestado su intención de reducir el número de vehículos en el centro de la ciudad, con la implantación de la Zona de Bajas Emisiones y regulando el aparcamiento, mediante zonas de pago.

Por su parte, el Puerto de Santa Cruz de Tenerife, una de las principales fuentes, junto a la del tráfico, de generación de contaminación acústica en la ciudad, ha aprobado una ordenanza para reducir tanto la contaminación atmosférica como la relacionada con los ruidos en sus instalaciones, sobre todo en «horario nocturno».

Más allá de la capital

Los problemas de ruidos se extienden a todo Tenerife. Prueba de ello son los datos facilitados en materia de ruido desde la Diputación del Común, que indica que se han recibido en lo que va de año 16 quejas de toda la Isla. «Al igual que en el año 2022, los problemas de ruidos no se centran exclusivamente en los grandes núcleos urbanos (Santa Cruz-Laguna), sino que se distribuyen por varios municipios», exponen desde este órgano autonómico equivalente al Defensor del Pueblo.

«La temática de las quejas ciudadanas que se comunican a esta defensoría son por ruidos procedentes de locales de restauración, (terrazas y restaurantes), así como de los guachinches, locales de ocio nocturno, ruidos procedentes de supermercados y ruidos por maquinaria tipo motores generadores de luz», detallan, antes de añadir que, además, existen quejas por ruidos y molestias causados por los ensayos de murgas.

Imagen de la Plaza de España, primera fase de todas las planificadas para el litoral de Santa Cruz de Tenerife desde 1999.

Imagen de la Plaza de España, primera fase de todas las planificadas para el litoral de Santa Cruz de Tenerife desde 1999. / La Provincia

La Laguna también tiene experiencia en este tipo de problemas. Un análisis del ruido obliga a mirar a la noche y, más particularmente, al denominado Cuadrilátero, uno de los epicentros que fue del ocio nocturno en Tenerife. Su progresiva pérdida de fuelle ha facilitado el descanso vecinal y ha puesto al centro de la ciudad como principal foco de atención en esta materia. Allí se suceden actos de dinamización y ferias diversas para los que la Asociación de Vecinos Casco Histórico pide desde hace años una solución. 

Pablo Reyes es el presidente de ese colectivo vecinal y lleva perseverando junto a su equipo en que la senda seguida no es la más adecuada. Lo dice por las molestias generadas, pero también por una derivada preocupante: un casco antiguo con muchas terrazas y tiendas y cada vez con menos vecinos. Entre otras medidas, Casco Histórico ha propuesto que los eventos no se realizasen siempre en las mismas ubicaciones. El más reciente comunicado de esta entidad sobre la situación del centro, difundido el pasado mes, llamaba a la necesidad de «ciudades sanas y sin ruidos», al tiempo que urgía la «aprobación y puesta en funcionamiento de la ordenanza del ruido y de otras que hoy se incumplen de forma reiterada».

Mención aparte merece el aeropuerto. Una instalación de este tipo casi en la misma ciudad tiene su contrapartida: un importante foco de emisión de ruidos. Se trata del Aeropuerto de Tenerife Norte-Ciudad de La Laguna, popularmente conocido como Los Rodeos, cuya pista discurre muy próxima a barrios como Camino de La Villa. Ahora bien, este problema parece contenido con las medidas de aislamiento que se han ido adoptando desde Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA).

Según cifras del Plan de Aislamiento Acústico facilitadas por el Ayuntamiento de La Laguna, el censo de viviendas con derecho a solicitud es de 2.199, mientras que el total de peticiones recibidas es de 1.369. Explican desde el Consistorio que el Aeropuerto ha realizado tres evaluaciones sonoras y otros tantos mapas estratégicos del ruido. «Cada mapa va después con un plan de acción, donde a las personas afectadas con una serie de usos (principalmente residenciales, docentes y sanitarios asistenciales) se les proponen obras de aislamiento para que, dentro de las edificaciones, el nivel de ruido no supere unos límites que establece también la ley y los reglamentos que la han desarrollado», detallan.

La Laguna le quita hierro

«No hay muchos problemas», expresa el actual concejal de Medio Ambiente, Ángel Chinea (PSOE), sobre el ruido en el municipio, y circunscribe los conflictos a determinados lugares. «Es un problema común a todas las ciudades», manifiesta el edil, que apuesta por lograr un «equilibrio entre la actividad que se desarrolla en la vía pública, la actividad empresarial y el descanso de los ciudadanos». El encaje de este planteamiento no es sencillo. Y es que el Real Decreto 1367/2007, por el que se desarrolla la Ley del Ruido en lo referente a emisiones, establece unos valores límite determinados.

Ahora mismo, la gran asignatura pendiente es la aprobación de la Ordenanza Municipal de Protección contra la Contaminación Acústica y Vibraciones. Se trata de un documento minucioso de más de 70 páginas que impulsó (y dejó terminado) el pasado mandato el por entonces concejal de Medio Ambiente, José Luis Hernández (Unidas). Desde el Consistorio explican que el texto está en Urbanismo y en las áreas de Seguridad Ciudadana y Participación para que los técnicos informen sobre él. «No es una decisión mía», expresa Chinea sobre los pasos venideros del documento, aunque añade que la idea es que esté pronto. «Cuanto antes, mejor», afirma.

En concreto, la Gerencia de Urbanismo de La Laguna tramitó 21 expedientes de denuncia por ruidos en 2021, 18 en 2022 y 11 en lo que ha transcurrido de año. «Las denuncias por ruidos son de muy diversa naturaleza. No todo son casos de denuncias por actividades musicales. También proceden de otro tipo de actividades derivadas del sector de la restauración (aparatos de extracción de humos, terrazas…), establecimientos como gimnasios…», indican. 

¿Y cuál es el papel de la Policía Local? «Atiende a diario denuncias por ruido entre particulares, especialmente en horario nocturno, pero no faltan los casos durante el día. Los motivos por los que se solicita la presencia de la Policía son muy variados: fiestas en pisos, volumen de la música, ruidos derivados de actividades domésticas o procedentes de la vía pública, actuación de músicos callejeros. En la gran mayoría de estos casos, los agentes tratan de mediar entre los particulares para garantizar la convivencia y restablecer la normalidad sin necesidad de tramitar un expediente sancionador», aseguran desde el Ayuntamiento.  

Ordenanza de Convivencia

Preguntados si, aparte de sobre particulares, los agentes actúan cuando los avisos vecinales son en relación a empresas, confirman que también intervienen en esos supuestos. No hacerlo sería incumplir con la Ordenanza Municipal de Convivencia Ciudadana, el documento que, en ausencia de una ordenanza específica del ruido, da cobertura a los ciudadanos en esta materia. Este texto dedica su capítulo cinco al ruido, bajo el título Derecho a un entorno sin ruidos. El artículo 3, sobre el ámbito de aplicación, indica que la Ordenanza es de aplicación «a todas las personas que están en el término municipal de San Cristóbal de La Laguna, sea cual sea su concreta situación jurídica administrativa». Personas se refiere tanto a las físicas como a las jurídicas (empresas). Lo corroboran los artículos 49 y 52, en los que, sobre las infracciones, se hace referencia a «personas jurídicas».

La tranquilidad en horario nocturno queda salvaguardada en el artículo 36, que impide los ruidos molestos entre las 22:00 y las 8:00 horas en días laborables y desde las 22:00 hasta las 10:00, en domingos y festivos. Otro artículo capital es el 34. Su apartado primero expone: «Toda persona tiene derecho a la intimidad personal y familiar, y en particular a un entorno sin ruidos». El segundo recoge: «La producción de ruidos deberá ser mantenida dentro de los límites que exige la convivencia ciudadana y el respeto a las demás personas. Se entiende por límites que exige la convivencia ciudadana o límites tolerables de la buena convivencia vecinal los niveles de ruido permitidos en el Real Decreto 1367/2007, de 19 de octubre, por el que se desarrolla la Ley 37/2003, de 17 de noviembre, del Ruido, en lo referente a zonificación acústica, objetivos de calidad y emisiones acústicas o norma que lo reemplace».

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