El negocio blanco que faena en Canarias

El último Informe Mundial de la cocaína de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) destaca al Archipiélago como uno de los nodos fundamentales en el tráfico de drogas desde Sudamérica hacia Europa

El negocio blanco que faena en Canarias.

El negocio blanco que faena en Canarias. / La Provincia

A lo largo de la historia Canarias se ha posicionado, e incluso autodenominado, como plataforma tricontinental al conectar Europa, África y Latinoamérica. Una conexión, fundamentalmente comercial que ha ido variando con el paso de los siglos, desde la caña de azúcar o el vino pasando por la cochinilla. Esas rutas marítimas, usadas durante siglos, están siendo explotadas por los grandes cárteles de la droga, sobre todo del tráfico de cocaína. El último Informe Mundial sobre la cocaína de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) califica a las Islas como uno de los principales nodos en el tráfico internacional de esta droga, junto con la costa gallega y la andaluza.

Y es que, la posición geográfica del Archipiélago, el intenso tráfico marítimo de mercancías y la ingente cantidad de veleros que pasan por nuestras aguas son tres elementos atractivos para estas redes internacionales, por eso han redoblado en los últimos años su apuesta por la vía atlántica con una parada obligada en las Islas y sus cercanías.

Las corrientes marinas, el oleaje y los vientos también favorecen el uso de esta autopista para la introducción de estupefacientes. Las Islas junto a Cabo Verde se posicionan como los dos grandes nodos del Atlántico en las rutas de las organizaciones criminales. Son auténticos centros logísticos de este comercio ilícito y nocivo.

El informe destaca el tráfico transnacional de contenedores como una de las principales bazas usadas por las organizaciones criminales para la introducción de grandes alijos de cocaína desde Sudamérica hacia Europa.

Las Islas y Cabo Verde componen una de las rutas más usadas por las mafias de la droga para trasladar por mar la cocaína desde Brasil hasta Europa

Estas explotan la oportunidad que supone poder trasladar toneladas de estupefacientes camuflados muchas veces entre mercancía legal, como plátanos o muebles. Es en este punto donde el informe, de 184 páginas de extensión, menciona por primera vez a las Islas, y lo hace poniendo el foco en Las Palmas de Gran Canaria.

Y es que el puerto capitalino se coloca como una de las siete puertas de entrada de estos grandes alijos junto con los de Róterdam (Países Bajos), Hamburgo (Alemania), Antwerp (Bélgica), Valencia o Algeciras.

Para ello se ha tenido en cuenta los datos aportados a la Organización Mundial de Aduanas por las autoridades de trece países de Europa con acceso directo al mar.

Así, durante 2020 las incautaciones de cocaína en estas zonas se elevaron hasta las 141 toneladas, representando el 97% del total de esta droga intervenida durante ese año por las autoridades europeas.

Y todo en un año marcado por el cierre de fronteras debido a la crisis sanitaria de la Covid-19.

Un parón que sirvió para que los grandes cárteles de la droga almacenasen ingentes cantidades de droga, provocando un descenso en el precio de esta e inundando el mercado europeo tras el levantamiento de las restricciones impuestas. La producción no cesó pese a que las condiciones para su transporte hasta su mercado final no eran viables.

Si bien estos grandes alijos siguen saliendo desde Sudamérica hacia Europa, con la escala canaria incluida en la ruta, en los últimos años las autoridades han detectado ligeros cambios en el lugar de procedencia, dejando a un lado Colombia para centrarse en salidas desde la amplia costa brasileña o incluso desde Ecuador o Paraguay, a través de la hidrovía Paraná-Paraguay.

Canarias tiene dos puntos negros en su vigilancia del tráfico de drogas. Uno de ellos al norte de La Graciosa y otro al sur de El Hierro

Otros puntos de salida de esta droga, pero en menor medida que las mencionadas, serían Panamá o Costa Rica. El estudio internacional pone especialmente el foco de análisis en Brasil, que ha acaparado desde el periodo 2020-2021 los mayores movimientos de cocaína hacia Europa.

Y es esta vía, que tiene al Archipiélago como uno de sus puntos de atraque como paso previo al mercado europeo, la que acapara la atención y los esfuerzos de los cuerpos policiales europeos y transnacionales.

Dos caminos

Los barcos que parten desde el gigante sudamericano usan normalmente dos rutas para introducir la droga. Por un lado ponen rumbo hacia el archipiélago de Cabo Verde y hacia la costa occidental de África o incluso más al sur hasta el Golfo de Guinea.

Por otro lado, alguna de estas embarcaciones recogen la cocaína en Brasil y navegan directamente hacia el continente europeo. En otras ocasiones, se ha acreditado que estos barcos, que llegan a usar pequeñas embarcaciones como veleros de recreo para repartir la droga, en un intento de llegar a Europa de forma más camuflada, hacen una parada en Azores girando hacia el este hasta Canarias o Cabo Verde.

Esta variedad de rutas, tiene el denominador común de salir desde la extensa costa brasileña, está en pleno auge, de ahí el aumento de las incautaciones de cocaína en el Atlántico en las cercanías al Archipiélago.

El traspaso de la droga desde los barcos nodriza hasta veleros con menor capacidad, y que pasan más desapercibidos, es otra práctica que se está extendiendo entre los cárteles de la droga como paso previo a su introducción en Europa. Aquí, Canarias también desempeña un papel protagonista. Por un lado el tránsito constante de veleros de recreo por las aguas del Archipiélago, en muchas ocasiones rumbo al Caribe o América Latina, facilita que estos transportes de droga pasen más desapercibidos y sean por tanto más difíciles de localizar, perseguir y detener. Dificultando la acción policial o, al menos, haciendo que el trabajo de estos sea aún más complicado.

Clanes del este

Otra de las novedades contrastadas tiene que ver con la logística. Las mafias están usando a clanes o grupos criminales procedentes de las antiguas repúblicas soviéticas, y de países de la extinta Yugoslavia como Croacia, Serbia o Bulgaria, para realizar dichas acciones delictivas.

Estas organizaciones, contratadas por las mafias de narcotraficantes, se encargan de asegurar el traspaso de la mercancía de los grandes barcos que cruzan el Atlántico con destino a Europa a embarcaciones más pequeñas, como veleros, para intentar pasar más desapercibidos y eludir, en la medida de lo posible, la acción policial y garantizarse la llegada de la droga a su destino.

Cuentan con una formación militar, están acostumbrados a trabajar de forma jerarquizada y son muy violentos. De hecho, en las últimas operaciones policiales contra el tráfico de drogas en Canarias, realizadas por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, la mayoría de los detenidos procedían de Croacia, Serbia o Bulgaria. Dejando patente el reparto de funciones en este comercio ilícito entre mafias europeas y latinoamericanas.

El negocio blanco que faena en Canarias.

El negocio blanco que faena en Canarias. / La Provincia

Lo reseñable es que no son redes que estén de forma permanente en las Islas, sino que viajan hasta aquí antes de realizar los encargos y, si estos acaban en éxito, suelen abandonar luego las Islas.

A medida que Brasil ha ido ganando posiciones como punto de partida de la cocaína con destino a Europa y África, el panorama criminal en el país ha ido evolucionando a peor.

Según fuentes de la fiscalía carioca el tráfico de drogas en el pasado estaba dominado por individuos, que trabajaban de forma independiente para obtener la cocaína que luego vendía directamente a Europa o en el mercado local a través de otros grupos criminales, de pequeña o mediana escala.

Tras la detención de los principales capos de la droga, lejos de amainar, el tráfico ha crecido estableciéndose en los últimos cinco años tres grandes organizaciones criminales que acaparan todo el negocio ilegal.

Estas serían el Comando Vermelho, PCC y la Familia do Norte. Cada una domina una parte del territorio brasileño y el mercado localizado en estas zonas.

Además, son extremadamente violentas y las disputas por el control del mercado son constantes y una auténtica amenaza para la seguridad nacional. La PCC, la organización más potente, se ha hecho fuerte como hub de tráfico en el entorno de Sao Paulo y su puerto, está considerada como la mayor y más poderosa organización criminal del momento. Además, es la que mayor implicación tiene en el tráfico de cocaína hacia Europa y África, a través de las rutas atlánticas. El paso de pequeños traficantes a grandes organizaciones, que monopolizan este comercio, ha llevado también a un cambio en las operaciones y la estructura empleadas para llevarlo a cabo.

Por ejemplo, el PCC está formado por múltiples facciones con un liderazgo grupal difuso y con una toma de decisiones colectiva, incluso a nivel de barrio. Un mayor entramado que dificulta la labor policial encaminada a su desmantelamiento.

Esta organización nació como una pandilla carcelaria estableciendo un código de conducta estricto para mantener el orden dentro de las prisiones brasileñas, pero rápidamente se extendió a los espacios fuera de los centros penintenciarios, y parece haberse involucrado en otras actividades ilícitas, como la minería ilegal, además de al tráfico de drogas, el que mayores beneficios le reporta.

Se dividen en varias facciones, cada una de ellas especializada en una actividad concreta de la cadena que se pone en marcha para el tráfico de cocaína. Realizan su actividad como una corporación, con un comando horizontal y sin una única cara visible.

Las células autónomas están lejos de ser homogéneas. Controlan todos y cada uno de los pasos necesarios para el tráfico de drogas, desde la producción de hidrocloruro de cocaína en el extranjero, pasando por la adquisición de la droga en los países productores o su transporte desde Brasil hacia Europa y África.

Sin vigilancia

Dentro de la ruta canaria, que usan estas bandas criminales, el informe apunta a varios puntos negros en la vigilancia marítima que facilitan en parte la labor de estas organizaciones criminales. En este sentido, destacan una amplia zona al norte de La Graciosa y Lanzarote, que escapa a la vigilancia del Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (Sive) implantado para la detección de pateras y cayucos, y que además cuenta con un régimen de vientos y mareas que facilitan la navegación. A este se suma el blanco que existe en el monitoreo de embarcaciones al sur del Archipiélago, sobre todo al suroeste de El Hierro.

Por ello, el estudio de la ONU apunta a la necesidad de mejorar la vigilancia en estos dos enclaves geográficos del Archipiélago.

No obstante, subraya la dificultad de implementarlo dada la magnitud y la extensión de las aguas, que rodean a las Islas, y a la gran afluencia de embarcaciones de recreo con fines totalmente legales y legítimos, pero que sirven como camuflaje para las embarcaciones usadas por las organizaciones criminales. A este respecto, apuntan que sería como buscar una aguja en un pajar.

Aun así, durante el periodo 2007-2021 el Centro de Análisis y Operaciones Marítimas en materia de Narcotráfico coordinó en las Islas nueve operativos contra el tráfico de cocaína que culminaron con la intervención de grandes alijos. De estos, ocho de ellos fueron capturados en veleros. Estas aprehensiones han llevado, según la ONU, a «un fuerte incremento» de las toneladas de cocaína interceptadas en Canarias durante el 2021 en comparación con el año anterior. Una subida que fue superior en la provincia de Las Palmas que en la de Santa Cruz de Tenerife.

Ruta de ida y vuelta

Otra de las novedades que destaca, es la constatación del crecimiento de la ruta usada por las organizaciones criminales para cruzar el Atlántico de este a oeste, invirtiendo el camino utilizado para la cocaína y usada en acuerdos de trueque como pago por la droga traficada de oeste a este. En este intercambio de estupefacientes a través de la ruta usada para la cocaína estarían, según el informe de la ONU, el éxtasis y la metanfetamina, pero también el hachís y la resina de cannabis. Al respecto, Brasil sería el destino preferente de este trueque de estupefacientes, sobre todo de la resina de hachís desde el norte de África, como Marruecos, o Europa.

Prueba de ello es el alijo interceptado en septiembre de 2020 en un velero cercano a Fuerteventura que llevaba a bordo seis toneladas de hachís, o las 4,5 toneladas de la misma droga intervenida ese mismo mes en otra embarcación cercana a la costa de Mauritania. Su destino, según las investigaciones, era el mercado brasileño.

También destaca las 4,3 toneladas de este estupefaciente apresadas en junio de 2021 en aguas internacionales a unos 420 kilómetros del puerto brasileño de Recife en un barco que había salido desde la costa de Portugal y que habría pasado, en su vía, por el Archipiélago.

Tres golpes que son un ejemplo de la importancia que esta ruta está cogiendo en ambos sentidos. Por un lado, desde Sudamérica hacia Europa para traer cocaína y en sentido inverso para traficar con hachís.

La expansión de las rutas de tráfico de drogas en el entorno de las Islas está teniendo ya sus efectos en el cercano continente africano.

El tránsito constante de veleros de recreo por las aguas del Archipiélago, en ocasiones rumbo al Caribe o América Latina, facilita que los narcoveleros pasen más desaparecibidos y dificultan así la acción policial

La región utilizada como zona de tránsito para las remesas enviadas desde América del Sur a Europa, notificó incautaciones de varias toneladas de cocaína al remitir la pandemia de la Covid-19.

En abril de 2022, las autoridades confiscaron seis toneladas de cocaína en un buque que se encontraba en las aguas territoriales de Cabo Verde, y, en ese mismo mes, las autoridades de Costa de Marfil se incautaron de dos toneladas de la sustancia en Abiyán y San Pedro.

A pesar de que muchos países de la región no han comunicado datos oficiales, varios países de África Occidental siguen notificando incautaciones sin precedentes de cocaína procedente de América del Sur en tránsito hacia Europa.

Las aprehensiones excepcionalmente grandes comunicadas por Cabo Verde y Costa de Marfil, unidas a otras más pequeñas notificadas por otros países, hacen pensar que el África Septentrional y Occidental se siguen utilizando como centro de reexpedición para el tráfico de cocaína. El tráfico y el uso indebido de tramadol continúa representando una grave amenaza, especialmente para los países de África Occidental y Central.

En crecimiento

El tráfico de cocaína no ha dejado de aumentar cada año desde 2017; la cocaína se introduce principalmente en la región mediante contenedores de transporte marítimo que llegan a los puertos europeos desde América del Sur, pero el tráfico por vía aérea parece haber repuntado después de verse muy afectado por las restricciones asociadas a la pandemia de Covid-19.

Según el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías, la Unión Europea se está convirtiendo en una región de tránsito para el tráfico de cocaína hacia países de fuera de la Unión, hacia Europa Oriental, Oceanía y, probablemente, Asia.

Un movimiento que en gran medida pasa por Canarias dentro de la extensa ruta marítima que ha desplegado.

Europol también subraya el papel de la Unión Europea como lugar de tránsito del tráfico de cocaína hacia países de fuera de la Unión, concretamente hacia Europa Oriental, Oceanía y, probablemente, Asia.

Especialización

Pocas actividades delictivas transnacionales hay que tengan un grado de especialización y maximización de la eficiencia en cada etapa de la producción y la distribución tan alta como la fabricación y el tráfico ilícitos de cocaína.

El punto de partida de la producción de cocaína es el arbusto de coca, que se cultiva a gran escala solo en tres países: Bolivia, Colombia y Perú.

Si bien el cultivo del arbusto de coca está muy localizado, las redes mundiales de distribución del producto final se han ampliado recientemente, de modo que el tráfico de cocaína se lleva a cabo en cantidades sin precedentes y en países que antes no se veían afectados por esa actividad.

En este punto, la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes muestra su preocupación por la creciente amenaza que plantea el aumento del cultivo del arbusto de coca y de la fabricación y el tráfico ilícitos de cocaína.

Los cambios recientes en el panorama delictivo de las principales regiones asociadas a su cultivo y fabricación han dado lugar a la especialización de la cadena de suministro de la cocaína y al establecimiento de nuevas alianzas entre los narcotraficantes.

Esto se ha traducido a su vez en un aumento del cultivo del arbusto de coca, la fabricación de cantidades cada vez mayores de cocaína de gran pureza mediante precursores específicos y la utilización de nuevos métodos y rutas de tráfico. Todo ello ha puesto a disposición de las personas que consumen drogas cantidades mayores de un producto de mayor pureza a precios más reducidos . De ahí que haya aumentado la incidencia anual de consumo alcanzando en 2020 al 0,4% de la población adulta mundial, lo que representa solo una subida con respecto a 2010; sin embargo, debido al crecimiento de la población en el mismo período, el número de personas que consumían cocaína aumentó a 21,5 millones en 2020, un incremento del 32 % con respecto a la cifra registrada en 2010.

La prevalencia anual del consumo de cocaína varía considerablemente de unas regiones a otras, desde el 2,7 % de Oceanía hasta algo menos del 2 % de América del Norte, el 1,6 % de América del Sur y el 1,4 % de Europa Occidental y Central. En Europa Oriental y Sudoriental, en África y en Asia, era inferior a la frecuencia mundial del 0,4 %. El tráfico de cocaína desde los laboratorios ilícitos de América del Sur hasta los consumidores de todo el mundo seguía rutas bastante bien definidas.

Las principales son la ruta que, bordeando la costa del Pacífico, va desde Colombia hasta Centroamérica o México y luego continúa hacia los Estados Unidos; la ruta transatlántica, que conecta la subregión andina con los puertos de Europa, desde donde prosigue el tráfico, y la ruta que atraviesa el Brasil en dirección hacia Europa, pasando por el Atlántico o por África Occidental, tras pasar por el Archipiélago.

A Australia llegan cantidades similares de cocaína, sobre todo de origen colombiano, en mercancías transportadas por vía aérea y marítima, de las que México es el principal país de embarque.

A pesar de la pandemia de Covid-19, la incautación mundial de cocaína (sin ajustes según el grado de pureza), que desde 2015 venía experimentando un aumento exponencial, alcanzó un nivel récord de 1.424 toneladas en 2020. La mayor parte de las incautaciones realizadas en el mundo (61 %) corresponde a América del Sur y, en segundo lugar, a Europa Occidental y Central (15 %), aquí se incluyen las incautaciones realizadas en Canarias.

En los últimos años, fuera de los grandes mercados ilícitos, también se han comunicado incautaciones de cocaína en Asia que alcanzaron cifras sin precedentes.

En 2019, por segundo año consecutivo, las incautaciones de cocaína en Asia, que sumaron 19 toneladas, superaron a las realizadas en África, donde durante muchos años se había registrado la mayor cantidad de incautaciones fuera de las Américas y de Europa.

Las mayores remesas de cocaína se descubrieron en contenedores a bordo de buques de carga. Los principales puertos de destino del tráfico transatlántico de cocaína se encuentran en Bélgica (Amberes) y los Países Bajos (Róterdam), si bien recientemente también se han hecho incautaciones de cocaína en otros lugares de Europa, lo que indica que los traficantes están intentando entrar por lugares en los que las medidas de interceptación tal vez no sean tan rigurosas.

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