En España y Europa, la primera desaladora se construyó en 1965 en Lanzarote con la tecnología de evaporación, que hoy apenas se utiliza y que se ha sustituido por la ósmosis inversa. Más allá de su valor como instalación pionera, que lo tiene, la puesta en marcha de dicha infraestructura en Lanzarote vino a solucionar el gravísimo problema del agua en la isla de los volcanes.

Además, convirtió a la Isla en un referente a nivel mundial en el ámbito de la tecnología de la desalación de agua del mar y en el primer territorio de Europa en poner en marcha una planta potabilizadora de agua de mar para el consumo humano.

De entre muchas personas relevantes por sus aportaciones a la isla de Lanzarote, destaca uno y su relación con un segundo: Manuel Díaz Rijo y Ginés de la Hoz, ingeniero naval el primero y alcalde de Arrecife el segundo.

Manuel Díaz vivió la época en que se guisaban las papas del vecindario de forma comunal en un solo espacio y recipiente o cuando se sobrevivía apenas con el agua recogida de la lluvia. Tras graduarse como ingeniero naval, tuvo la oportunidad de trabajar en la época franquista en el Canal de Experiencias Hidrodinámicas de El Pardo y allí conocer proyectos de gran calado; hubo uno en especial cuando supo que los barcos de guerra llevaban una desaladora integrada por lo que no era descabellado pensar que Lanzarote pudiera tener una.

Ahí comenzó la aventura y entró en escena Ginés de la Hoz, al que le comentó la idea y comenzó la gran aventura del agua. Tras recibir no poco apoyo y el respaldo del Ayuntamiento de Arrecife, llegó 1965 y con él, el milagro «por el que de los grifos conejeros manaba agua dulce».

Demolición por delito ecológico

La demolición en 1989 del Hotel Dunas, localizado en el parque natural de las Dunas de Maspalomas, en la isla de Gran Canaria, es la primera medida de su tipo que afectaba a una obra ilegal. Así, el Centro Helioterápico, S.A., fue obligado a demoler un hotel de su propiedad, de 240 habitaciones, cuya estructura, en avanzada fase de construcción y que permaneció años abandonada, ocupaba ilegalmente un ecosistema dunar, protegido por la ley de Espacio Naturales de Canarias. Los titulares del hotel Dunas recibieron como permuta un terreno de 160.000 metros cuadrados en San Bartolomé de Tirajana, el mismo donde edificaron irregularmente.