La Responsabilidad Social Corporativa (RSC) se define como la contribución que de manera activa y voluntaria se realiza por parte de las empresas para contribuir a la mejora social, económica y ambiental de las comunidades donde llevan a cabo su actividad. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) define la RSC como el conjunto de acciones que toman en consideración las empresas, para que sus actividades tengan repercusiones positivas sobre la sociedad y que afirman los principios y valores por los que se rigen, tanto en sus propios métodos y procesos internos, como en su relación con los demás actores, siendo una iniciativa de carácter voluntario.

La Responsabilidad Social Corporativa por parte de las empresas y entidades debe ir más allá del cumplimiento de las leyes y las normas, dando por supuesto su respeto y su estricta aplicación. En este sentido, la legislación laboral y las normativas relacionadas con el medio ambiente son el punto de partida de la responsabilidad ambiental. El cumplimiento de estas normativas básicas no se corresponde con la responsabilidad social, sino con las obligaciones que cualquier empresa debe llevar a cabo simplemente por el hecho de realizar su actividad. Es por ello que sería difícilmente comprensible que una empresa alegara realizar actividades de RSC, si no ha cumplido o no cumple con la legislación de referencia para su actividad. Las actividades de RSC se desarrollan generalmente a partir del cumplimiento de la normativa, con el objetivo de mejorar la situación competitiva, el prestigio y el valor añadido de la empresa. Bajo este concepto de administración y gestión, se engloban un conjunto de prácticas, estrategias y sistemas de funcionamiento empresarial que persiguen un nuevo equilibrio entre las dimensiones económica, social y ambiental de las empresas. Los antecedentes de la RSE se remontan al siglo XIX, en el marco del cooperativismo y el asociacionismo que buscaban conciliar la eficacia y el éxito empresarial con principios y valores sociales de democracia, apoyo a la comunidad y justicia distributiva. Sus máximos exponentes en la actualidad son las empresas socialmente responsables o de economía social.​

El concepto de responsabilidad social empresarial tiene diversas acepciones, dependiendo de quien lo utilice. Las más progresistas hacen referencia a que una empresa es socialmente responsable cuando en su proceso de toma de decisiones valora el impacto de sus acciones en las comunidades, en los trabajadores y en el medio ambiente.

Las principales responsabilidades éticas de la empresa con los trabajadores y la comunidad son: servir a la sociedad con productos útiles y en condiciones justas, crear riqueza de la manera más eficaz posible, respetar los derechos humanos con unas condiciones de trabajo dignas favoreciendo la seguridad y salud laboral y el desarrollo, tanto humano como profesional de los trabajadores. Procurar la continuidad de la empresa y, si es posible, lograr un crecimiento razonable. Respetar el medio ambiente, evitando en lo posible cualquier tipo de contaminación, minimizando la generación de residuos y racionalizando el uso de los recursos naturales y energéticos. Cumplir con rigor las leyes, reglamentos, normas y costumbres, respetando los legítimos contratos y compromisos adquiridos con el trabajador. Procurar la distribución equitativa de la riqueza generada. Seguimiento del cumplimiento de la legislación por parte de la empresa. Mantenimiento de la ética empresarial y lucha contra la corrupción. Supervisión de las condiciones laborales y de salud de la plantilla. Seguimiento de la gestión de los recursos y los residuos. Revisión de la eficiencia energética de la empresa y un correcto uso del agua. Luchar contra el cambio climático. Evaluación de riesgos ambientales y sociales. Supervisión de la adecuación de la cadena de suministro. Diseño e implementación de estrategias de asociación y colaboración de la empresa. Implicar a los consumidores, comunidades locales y resto de la sociedad. Implicar a los empleados en las buenas prácticas de RSC. Desarrollar un marketing y construcción de la reputación corporativa y, por último, mejorar las posibilidades y oportunidades de la comunidad donde se establece la empresa.

La aplicación de políticas de RSC otorga beneficios a la empresa aunque son relativos a la naturaleza de la misma y difíciles de cuantificar. Los estudios realizados encuentran que hay una relación directa entre el desempeño social y ambiental con el financiero, revelando que no solo la imagen de la empresa experimenta una mejora con la implementación de la RSC, sino que adicionalmente aumenta la motivación, la productividad y el sentimiento de pertenencia de sus equipos, refuerza la atracción y retención del talento, a la vez que mejora el clima laboral. Aunque generalmente aquellas empresas que aplican RSC no buscan un rédito financiero a corto plazo, queda demostrado que pueden desempeñar un papel importante en la vida de las personas, no solo como proveedoras de empleo y riqueza, sino como agente de desarrollo en las comunidades en la que operan.