Toda actividad económica basada en la creación y el impulso de políticas públicas que tienen en la cultura y la identidad del territorio su eje central de desarrollo se denomina economía púrpura. Su objetivo es incorporar la cultura en bienes y servicios como fórmula de desarrollo sostenible.

El concepto designa una economía que se adapta a la diversidad humana dentro de la globalización y que se basa en la dimensión cultural para poner en valor bienes y servicios.​ Estas dos tendencias, horizontal y vertical, se alimentan mutuamente. El aumento del componente cultural asociado a los productos está ligado a la vitalidad cultural de cada territorio. La gentrificación y la masificación de las ciudades, acelerada por la multiplicación de las franquicias, provoca una pérdida de identidad de los núcleos urbanos. La economía púrpura intenta arrojar cierta luz sobre la alianza entre la industria cultural y la economía, impulsando la cultura como rasgo identitario y motor de crecimiento de la economía local. Es una forma de enriquecer todos los bienes y servicios mediante la capitalización de la dimensión cultural. El crecimiento sin cultura conduce a la estandarización de los productos y a la pérdida de identidad de los territorios.

Gráfico alusivo al concepto y evolución de la economía púrpura.

No es posible hablar de la creatividad sin una base cultural sólida, y tampoco mantener la cultura como un mero instrumento de vocación pública sin la aplicación de un modelo económico que permita su preservación y desarrollo. La economía debe incorporar elementos culturales en sus procesos, producción y modo de organización. Es necesario visibilizar la dimensión cultural en cualquier bien o servicio que se ofrezca potenciando el crecimiento sobre una base ética y sostenible. Todo los actores de un territorio deben recurrir a la dimensión cultural para evitar la tendencia del consumo uniforme y sin raíces locales. Por ejemplo, si una gran superficie de venta de alimentos se establece en Canarias, aumentará el espacio dedicado al pescado, carne, frutas y hortalizas de proximidad, es la integración horizontal, y también incorporará marcas locales y productos elaborados de la zona, es la integración vertical.

La transición púrpura tiene como objetivo incluir la huella cultural en todos los bienes y servicios para desarrollar una economía culturizada y por ende, territorializada. Un bien o un servicio que ha incorporado el uso de materiales extraídos, cultivados o transformados localmente ayuda a difundir y preservar la cultura local y por tanto es más sostenible. Entre los efectos de la economía púrpura se pueden destacar la diferenciación en el mercado, el impulso de la innovación en la creación de bienes y servicios, el aumento de los ingresos del sector turístico y restauración, creación de empleo y la preservación de la identidad y la cultura local.