Carmen Sevilla era uno de esos mitos intergeneracionales. Lo fue todo lo que quiso en la vida. Para los más veterano fue una coplera con solera, para otros un estrella del cine internacional, con un belleza que siempre quitó el aliento, y para los menos veteranos una de las presentadoras de televisión más cercanas, simpática y dicharachera. A lo largo de todas sus etapas vitales la artista siempre estuvo vinculada con el Archipiélago. Desde esos primeros comienzos, en la pantalla en blanco y negro, pasando por la llegada del color desembarcando a todo ritmo, las órdenes de otro mito de la pequeña pantalla como fuera Valerio Lazarov con la miniserie española 360 grados en torno a…, grabada en el Puerto de la Cruz en Tenerife en 1972.
Carmen Sevilla era uno de esos mitos intergeneracionales. Lo fue todo lo que quiso en la vida. Para los más veterano fue una coplera con solera, para otros un estrella del cine internacional, con un belleza que siempre quitó el aliento, y para los menos veteranos una de las presentadoras de televisión más cercanas, simpática y dicharachera. A lo largo de todas sus etapas vitales la artista siempre estuvo vinculada con el Archipiélago. Desde esos primeros comienzos, en la pantalla en blanco y negro, pasando por la llegada del color desembarcando a todo ritmo, las órdenes de otro mito de la pequeña pantalla como fuera Valerio Lazarov con la miniserie española 360 grados en torno a…, grabada en el Puerto de la Cruz en Tenerife en 1972.
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