La rompedora "visita no guiada" de la artista Alicia Pardilla

Más allá del confín del Archipiélago, a medio camino entre Canarias y Madeira, el horizonte tropieza con un islote denominado Salvaje Grande. Este territorio, que se abre paso entre las aguas atlánticas, pertenece al espacio protegido y deshabitado de las Islas Salvajes.

La artista canaria Alicia Pardilla embute la esencia nativa del archipiélago mediante una "visita no guiada" de su exposición audiovisual El horizonte expandido. Islas Salvajes, después de visitar Salvaje Grande hace dos años. Una partida de cartas a la 'Bica' y un ponche artesanal maderiense sientan a 'paliquear' a los interesados por el trabajo de la artista investigadora en el Centro de Artes Plásticas del Cabildo de Gran Canaria.

El horizonte expandido. Islas Salvajes, es un trabajo que recopila 17 fotografías, vídeos, objetos y documentos que narran las conclusiones extraídas durante el viaje inédito de corte artístico a Salvaje Grande. El acto tendrá lugar mañana a las 18.30 horas y supone la última actividad de la exposición.

Laboratorio de investigación

Constituido en 1976 como Reserva Natural, pocas personas moran estas tierras en la actualidad. Solo un grupo selecto de profesionales biólogos, científicos u ornitólogos, además del personal de vigilancia se han deleitado por la belleza castiza de las Islas Salvajes.

El tiempo y la paciencia dieron la razón a Pardilla cuando obtuvo el visto bueno de las instituciones para investigar desde las disciplinas artísticas este conjunto de islas pertenecientes a la Macaronesia. Una incursión inédita de 18 días a lo desconocido en la que se embarcó junto a la poeta Acerina Cruz y el fotógrafo Alfonso León.

"La experiencia en la isla nos atravesó a los tres". Con esta realidad poética describe la artista esta experiencia. Los tres autores convivieron durante más de dos semanas en Salvaje Grande con su única población: dos guardas de la naturaleza y dos policías. Todos los días, los 'residentes' esperaban con ansia que el reloj marcara las siete de la tarde para disputar una partida de cartas. La 'Bica', le llamaban al juego. Acompañados de la baraja y una bebida alcohólica afrutada, Pardilla exploró cómo perciben la insularidad estos isleños. "Mediante las partidas de cartas salían temas potentes de conversación de forma natural y orgánica", relata.

"Yo no saco de mi mochila un microscopio, sino un bolígrafo o una cámara de fotos"

Alicia Pardilla

— Artista e investigadora

Para diseñar las dinámicas de la exposición, la autora se inspira en el día a día vivido en la isla para lograr involucrar el feedback del público en el trabajo audiovisual. Una "visita no guiada" que rechaza la unidireccionalidad conversacional, y obliga a participar en el diálogo a los asistentes.

Los que quieran disfrutar del trabajo de Pardilla y Alfonso León realizarán un breve recorrido en el que se les pedirá apuntar sus impresiones; luego, jugarán una partida a la 'Bica' y podrán probar el ponche macaronésico. El ganador de cada ronda podrá animarse a compartir sus opiniones, o bien involucrar la participación de otro jugador.

Compromiso medioambiental

"Tenemos que cambiar nuestra forma de relacionarnos con el mundo. Esto también implica al arte". Es el alegato que hace Pardilla para señalar la necesidad de un compromiso medioambiental presente en el proceso creativo. Propone crear productos efímeros para desmaterializar el arte, es decir, prácticas que no produzcan objetos ni extraigan materiales de los ecosistemas. En cambio, defiende aquellas acciones artísticas que sean más performáticas y que involucren experiencias, situaciones o acciones perecederas.

La incursión al archipiélago conforma la columna vertebral de su tesis doctoral, aún en construcción. Titulada El horizonte expandido. Práctica artística y ecología en el contexto de las islas de la Macaronesia en el siglo XXI, la investigadora busca dar respuesta a cómo nos relacionamos con el territorio y "si el arte manifiesta esta preocupación", explica la investigadora. Su insistencia en visitar la isla nace de una necesidad reivindicativa de posicionar las artes como disciplina científica. "Yo no saco de mi mochila un microscopio, sino un bolígrafo o una cámara de fotos", concluye.