La plaza que levantaron los vecinos de Isla Perdida a pulso duró más de 30 años aunque no tenía ni pavimento, sólo un encascado que echaron los residentes hasta que el Ayuntamiento puso una pequeña capa de asfalto, pero la que construyó una empresa encima no ha aguantado ni un asalto. Tras las primeras lluvias fuertes, los muros de piedra vista empezaron a perder los teniques, algunos de buen tamaño, que pegaron a salir disparados hacia la calle de abajo. A medida que el terreno cedía se iban agrandando las grietas de las paredes y se levantaban las losetas. El espigón que sobresalía en una de las esquinas tuvo que ser retirado tras caerse una parte de la estructura al suelo. Los vecinos temen que si llegan lluvias fuertes, los muros acaben en la calle de abajo. Alertan de que los continuos derrumbes son un peligro para los residentes y creen que el deterioro de la plaza es un ejemplo más del abandono que sufre el barrio.
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JC GUERRA
La plaza que levantaron los vecinos de Isla Perdida a pulso duró más de 30 años aunque no tenía ni pavimento, sólo un encascado que echaron los residentes hasta que el Ayuntamiento puso una pequeña capa de asfalto, pero la que construyó una empresa encima no ha aguantado ni un asalto. Tras las primeras lluvias fuertes, los muros de piedra vista empezaron a perder los teniques, algunos de buen tamaño, que pegaron a salir disparados hacia la calle de abajo. A medida que el terreno cedía se iban agrandando las grietas de las paredes y se levantaban las losetas. El espigón que sobresalía en una de las esquinas tuvo que ser retirado tras caerse una parte de la estructura al suelo. Los vecinos temen que si llegan lluvias fuertes, los muros acaben en la calle de abajo. Alertan de que los continuos derrumbes son un peligro para los residentes y creen que el deterioro de la plaza es un ejemplo más del abandono que sufre el barrio.
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La plaza que levantaron los vecinos de Isla Perdida a pulso duró más de 30 años aunque no tenía ni pavimento, sólo un encascado que echaron los residentes hasta que el Ayuntamiento puso una pequeña capa de asfalto, pero la que construyó una empresa encima no ha aguantado ni un asalto. Tras las primeras lluvias fuertes, los muros de piedra vista empezaron a perder los teniques, algunos de buen tamaño, que pegaron a salir disparados hacia la calle de abajo. A medida que el terreno cedía se iban agrandando las grietas de las paredes y se levantaban las losetas. El espigón que sobresalía en una de las esquinas tuvo que ser retirado tras caerse una parte de la estructura al suelo. Los vecinos temen que si llegan lluvias fuertes, los muros acaben en la calle de abajo. Alertan de que los continuos derrumbes son un peligro para los residentes y creen que el deterioro de la plaza es un ejemplo más del abandono que sufre el barrio.
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La plaza que levantaron los vecinos de Isla Perdida a pulso duró más de 30 años aunque no tenía ni pavimento, sólo un encascado que echaron los residentes hasta que el Ayuntamiento puso una pequeña capa de asfalto, pero la que construyó una empresa encima no ha aguantado ni un asalto. Tras las primeras lluvias fuertes, los muros de piedra vista empezaron a perder los teniques, algunos de buen tamaño, que pegaron a salir disparados hacia la calle de abajo. A medida que el terreno cedía se iban agrandando las grietas de las paredes y se levantaban las losetas. El espigón que sobresalía en una de las esquinas tuvo que ser retirado tras caerse una parte de la estructura al suelo. Los vecinos temen que si llegan lluvias fuertes, los muros acaben en la calle de abajo. Alertan de que los continuos derrumbes son un peligro para los residentes y creen que el deterioro de la plaza es un ejemplo más del abandono que sufre el barrio.
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La plaza que levantaron los vecinos de Isla Perdida a pulso duró más de 30 años aunque no tenía ni pavimento, sólo un encascado que echaron los residentes hasta que el Ayuntamiento puso una pequeña capa de asfalto, pero la que construyó una empresa encima no ha aguantado ni un asalto. Tras las primeras lluvias fuertes, los muros de piedra vista empezaron a perder los teniques, algunos de buen tamaño, que pegaron a salir disparados hacia la calle de abajo. A medida que el terreno cedía se iban agrandando las grietas de las paredes y se levantaban las losetas. El espigón que sobresalía en una de las esquinas tuvo que ser retirado tras caerse una parte de la estructura al suelo. Los vecinos temen que si llegan lluvias fuertes, los muros acaben en la calle de abajo. Alertan de que los continuos derrumbes son un peligro para los residentes y creen que el deterioro de la plaza es un ejemplo más del abandono que sufre el barrio.
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La plaza que levantaron los vecinos de Isla Perdida a pulso duró más de 30 años aunque no tenía ni pavimento, sólo un encascado que echaron los residentes hasta que el Ayuntamiento puso una pequeña capa de asfalto, pero la que construyó una empresa encima no ha aguantado ni un asalto. Tras las primeras lluvias fuertes, los muros de piedra vista empezaron a perder los teniques, algunos de buen tamaño, que pegaron a salir disparados hacia la calle de abajo. A medida que el terreno cedía se iban agrandando las grietas de las paredes y se levantaban las losetas. El espigón que sobresalía en una de las esquinas tuvo que ser retirado tras caerse una parte de la estructura al suelo. Los vecinos temen que si llegan lluvias fuertes, los muros acaben en la calle de abajo. Alertan de que los continuos derrumbes son un peligro para los residentes y creen que el deterioro de la plaza es un ejemplo más del abandono que sufre el barrio.
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La plaza que levantaron los vecinos de Isla Perdida a pulso duró más de 30 años aunque no tenía ni pavimento, sólo un encascado que echaron los residentes hasta que el Ayuntamiento puso una pequeña capa de asfalto, pero la que construyó una empresa encima no ha aguantado ni un asalto. Tras las primeras lluvias fuertes, los muros de piedra vista empezaron a perder los teniques, algunos de buen tamaño, que pegaron a salir disparados hacia la calle de abajo. A medida que el terreno cedía se iban agrandando las grietas de las paredes y se levantaban las losetas. El espigón que sobresalía en una de las esquinas tuvo que ser retirado tras caerse una parte de la estructura al suelo. Los vecinos temen que si llegan lluvias fuertes, los muros acaben en la calle de abajo. Alertan de que los continuos derrumbes son un peligro para los residentes y creen que el deterioro de la plaza es un ejemplo más del abandono que sufre el barrio.
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La plaza que levantaron los vecinos de Isla Perdida a pulso duró más de 30 años aunque no tenía ni pavimento, sólo un encascado que echaron los residentes hasta que el Ayuntamiento puso una pequeña capa de asfalto, pero la que construyó una empresa encima no ha aguantado ni un asalto. Tras las primeras lluvias fuertes, los muros de piedra vista empezaron a perder los teniques, algunos de buen tamaño, que pegaron a salir disparados hacia la calle de abajo. A medida que el terreno cedía se iban agrandando las grietas de las paredes y se levantaban las losetas. El espigón que sobresalía en una de las esquinas tuvo que ser retirado tras caerse una parte de la estructura al suelo. Los vecinos temen que si llegan lluvias fuertes, los muros acaben en la calle de abajo. Alertan de que los continuos derrumbes son un peligro para los residentes y creen que el deterioro de la plaza es un ejemplo más del abandono que sufre el barrio.
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La plaza que levantaron los vecinos de Isla Perdida a pulso duró más de 30 años aunque no tenía ni pavimento, sólo un encascado que echaron los residentes hasta que el Ayuntamiento puso una pequeña capa de asfalto, pero la que construyó una empresa encima no ha aguantado ni un asalto. Tras las primeras lluvias fuertes, los muros de piedra vista empezaron a perder los teniques, algunos de buen tamaño, que pegaron a salir disparados hacia la calle de abajo. A medida que el terreno cedía se iban agrandando las grietas de las paredes y se levantaban las losetas. El espigón que sobresalía en una de las esquinas tuvo que ser retirado tras caerse una parte de la estructura al suelo. Los vecinos temen que si llegan lluvias fuertes, los muros acaben en la calle de abajo. Alertan de que los continuos derrumbes son un peligro para los residentes y creen que el deterioro de la plaza es un ejemplo más del abandono que sufre el barrio.
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La plaza que levantaron los vecinos de Isla Perdida a pulso duró más de 30 años aunque no tenía ni pavimento, sólo un encascado que echaron los residentes hasta que el Ayuntamiento puso una pequeña capa de asfalto, pero la que construyó una empresa encima no ha aguantado ni un asalto. Tras las primeras lluvias fuertes, los muros de piedra vista empezaron a perder los teniques, algunos de buen tamaño, que pegaron a salir disparados hacia la calle de abajo. A medida que el terreno cedía se iban agrandando las grietas de las paredes y se levantaban las losetas. El espigón que sobresalía en una de las esquinas tuvo que ser retirado tras caerse una parte de la estructura al suelo. Los vecinos temen que si llegan lluvias fuertes, los muros acaben en la calle de abajo. Alertan de que los continuos derrumbes son un peligro para los residentes y creen que el deterioro de la plaza es un ejemplo más del abandono que sufre el barrio.
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La plaza que levantaron los vecinos de Isla Perdida a pulso duró más de 30 años aunque no tenía ni pavimento, sólo un encascado que echaron los residentes hasta que el Ayuntamiento puso una pequeña capa de asfalto, pero la que construyó una empresa encima no ha aguantado ni un asalto. Tras las primeras lluvias fuertes, los muros de piedra vista empezaron a perder los teniques, algunos de buen tamaño, que pegaron a salir disparados hacia la calle de abajo. A medida que el terreno cedía se iban agrandando las grietas de las paredes y se levantaban las losetas. El espigón que sobresalía en una de las esquinas tuvo que ser retirado tras caerse una parte de la estructura al suelo. Los vecinos temen que si llegan lluvias fuertes, los muros acaben en la calle de abajo. Alertan de que los continuos derrumbes son un peligro para los residentes y creen que el deterioro de la plaza es un ejemplo más del abandono que sufre el barrio.
La plaza que levantaron los vecinos de Isla Perdida a pulso duró más de 30 años aunque no tenía ni pavimento, sólo un encascado que echaron los residentes hasta que el Ayuntamiento puso una pequeña capa de asfalto, pero la que construyó una empresa encima no ha aguantado ni un asalto. Tras las primeras lluvias fuertes, los muros de piedra vista empezaron a perder los teniques, algunos de buen tamaño, que pegaron a salir disparados hacia la calle de abajo. A medida que el terreno cedía se iban agrandando las grietas de las paredes y se levantaban las losetas. El espigón que sobresalía en una de las esquinas tuvo que ser retirado tras caerse una parte de la estructura al suelo. Los vecinos temen que si llegan lluvias fuertes, los muros acaben en la calle de abajo. Alertan de que los continuos derrumbes son un peligro para los residentes y creen que el deterioro de la plaza es un ejemplo más del abandono que sufre el barrio.