Cuando a Isidoro Díaz le preguntan si vende carne de conejo siempre responde entre carcajadas: “¡Qué va!, esto es el Conejo Alegre, no podemos”. El pequeño restaurante de la calle Joaquín Costa lleva desde 1982 deleitando a sus clientes con flambeados que encienden las cenas incluso en las noches más oscuras.
Comercios y restaurantes históricos: El Conejo Alegre
Andrés Cruz
Cuando a Isidoro Díaz le preguntan si vende carne de conejo siempre responde entre carcajadas: “¡Qué va!, esto es el Conejo Alegre, no podemos”. El pequeño restaurante de la calle Joaquín Costa lleva desde 1982 deleitando a sus clientes con flambeados que encienden las cenas incluso en las noches más oscuras.
Comercios y restaurantes históricos: El Conejo Alegre
Andrés Cruz
Cuando a Isidoro Díaz le preguntan si vende carne de conejo siempre responde entre carcajadas: “¡Qué va!, esto es el Conejo Alegre, no podemos”. El pequeño restaurante de la calle Joaquín Costa lleva desde 1982 deleitando a sus clientes con flambeados que encienden las cenas incluso en las noches más oscuras.
Comercios y restaurantes históricos: El Conejo Alegre
Andrés Cruz
Cuando a Isidoro Díaz le preguntan si vende carne de conejo siempre responde entre carcajadas: “¡Qué va!, esto es el Conejo Alegre, no podemos”. El pequeño restaurante de la calle Joaquín Costa lleva desde 1982 deleitando a sus clientes con flambeados que encienden las cenas incluso en las noches más oscuras.
Comercios y restaurantes históricos: El Conejo Alegre
Andrés Cruz
Cuando a Isidoro Díaz le preguntan si vende carne de conejo siempre responde entre carcajadas: “¡Qué va!, esto es el Conejo Alegre, no podemos”. El pequeño restaurante de la calle Joaquín Costa lleva desde 1982 deleitando a sus clientes con flambeados que encienden las cenas incluso en las noches más oscuras.
Comercios y restaurantes históricos: El Conejo Alegre
Andrés Cruz
Cuando a Isidoro Díaz le preguntan si vende carne de conejo siempre responde entre carcajadas: “¡Qué va!, esto es el Conejo Alegre, no podemos”. El pequeño restaurante de la calle Joaquín Costa lleva desde 1982 deleitando a sus clientes con flambeados que encienden las cenas incluso en las noches más oscuras.
Cuando a Isidoro Díaz le preguntan si vende carne de conejo siempre responde entre carcajadas: “¡Qué va!, esto es el Conejo Alegre, no podemos”. El pequeño restaurante de la calle Joaquín Costa lleva desde 1982 deleitando a sus clientes con flambeados que encienden las cenas incluso en las noches más oscuras.