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Andrés Cruz
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Cuando Rosario Morales llegó de niña a Guanarteme, el barrio era un grupito de casas terreras al pie de las plataneras y vaquerías de El Rincón. Era la década de los años 30, su familia acababa de llegar de Fuerteventura. Casi un siglo después, este punto de Las Palmas de Gran Canaria ha dado un vuelco.
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Cuando Rosario Morales llegó de niña a Guanarteme, el barrio era un grupito de casas terreras al pie de las plataneras y vaquerías de El Rincón. Era la década de los años 30, su familia acababa de llegar de Fuerteventura. Casi un siglo después, este punto de Las Palmas de Gran Canaria ha dado un vuelco.
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Cuando Rosario Morales llegó de niña a Guanarteme, el barrio era un grupito de casas terreras al pie de las plataneras y vaquerías de El Rincón. Era la década de los años 30, su familia acababa de llegar de Fuerteventura. Casi un siglo después, este punto de Las Palmas de Gran Canaria ha dado un vuelco.
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Cuando Rosario Morales llegó de niña a Guanarteme, el barrio era un grupito de casas terreras al pie de las plataneras y vaquerías de El Rincón. Era la década de los años 30, su familia acababa de llegar de Fuerteventura. Casi un siglo después, este punto de Las Palmas de Gran Canaria ha dado un vuelco.
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