David L. G, el presunto homicida del joven grancanario Cristian Santana Guerra este miércoles en Puerto del Rosario, regresó ayer de nuevo a la escena del crimen para la reconstrucción de los hechos. Allí explicó a la comitiva judicial como le clavó el cuchillo al joven de 20 años en el salón de la vivienda tras haberle reclamado una deuda de 100 euros y ante la negativa de éste de decirle dónde escondía dinero. La juez firmó un auto imputándole un delito de homicidio, al tiempo que dictó prisión provisional, comunicada y sin fianza. David se enfrenta también a un delito de homicidio en grado de tentativa, tras haber herido gravemente a la novia de la víctima, la joven británica Maddison Wriston.

David L. G. ratificó ante la juez Débora Ruiz, lo que el día anterior había confesado a la Policía: que se encontraba drogado, y que no sólo fue a cobrar la deuda, sino a robar, ya que en los días anteriores había visto que su amigo manejaba dinero. Como quiera que ni Cristian ni Maddison le decían dónde estaban los euros, comenzó a pincharlos para presionarlos. Según su relato a la juez, tras un primer navajazo, presuntamente ató las manos de Cristian con un cintillo para inmovilizarlo y lo siguió pinchando en varias ocasiones, lo mismo que hizo con su novia.

A medida que transcurría el tiempo, según su versión ante la magistrada, David comenzaba a ponerse nervioso y las cuchilladas eran cada vez más intensas, hasta llegar a ensañarse con Maddison. Sin embargo, para atemorizar más a la chica supuestamente lanzó un navajazo mortal contra Cristian que le alcanzó el corazón y lo dejó fatalmente herido.

El presunto homicida compareció ayer ante la juez sustituta del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Puerto del Rosario, Débora Ruiz Molina entre grandes medidas de seguridad. Por espacio de una hora y media, David L. G. fue desgranando su actuación delictiva en el interior de la vivienda ubicada en la calle República de Ecuador. Así, explicó que había organizado la visita a la casa de su amigo desde el día anterior con algunos amigos, pero éstos se negaron a acompañarle.

Cuando David abandonó la casa no se imaginaba que su amigo estaba muerto. Sin embargo, el testimonio de Maddison habría sido determinante para su detención a las pocas horas. La joven se recupera de sus graves heridas en el hospital Virgen de la Peña.

Tras presuntamente cometer el crimen, David L. G. se dirigió a la vivienda de su madre en el barrio de las 90 viviendas, a escasos metros del lugar del crimen. Allí se deshizo de la ropa ensangrentada, se duchó y limpió con lejía el suelo para borrar toda huella de restos de sangre. Posteriormente fue detenido por la policía.