Las Cuevas de Ajuy, están consideradas Monumento Natural, tiene una superficie de 31,8 hectáreas y se encuentra en la costa oeste de la isla, dentro del Parque Rural de Betancuria, uno de los Espacios Naturales Protegidos de Fuerteventura.

Las rocas más antiguas de Canarias afloran a la superficie en las Cuevas de Ajuy, declaradas Monumento Natural, y localizadas en la localidad del mismo nombre, al norte del pueblo de Pájara. La maravilla geológica consiste en observar a simple vista los sustratos sedimentarios que se formaron en las profundidades oceánicas en el periodo cretácico, hace entre 100 y 150 millones de años. Es un hecho que supone un misterio, pues se data la formación de Fuerteventura en unos 30 millones de años. Del acceso a las cuevas destaca el recorrer una duna fosilizada, y el poder observar en el camino unos antiguos hornos de cal, singulares por embarcar la piedra directamente al mar.

El entorno de este paraje ha tenido una historia relacionada con la extracción, explotación y exportación de la cal principalmente. Testigo de ello son los hornos de cal que hay en la zona y los restos del pescante junto al pequeño embarcadero cercano. En ellos, y el conocido como Puerto de la Peña, llegaron a embarcarse cereales, papas, algodón y ganado hacia el resto de islas.

Pueblo marinero, playa negra y otros atractivos

Situado entre dos barrancos, el barrio de Ajuy apenas cuenta con un puñado de casas, unos de 150 habitantes y algunos restaurantes en los que el olor a mar lo envuelve todo. La carta rebosa con pescados frescos y productos de la tierra, un buen lugar frente al mar donde detenerse a saborear lo mejor de la gastronomía de Fuerteventura tras la visita a las Cuevas de Ajuy y, si el tiempo acompaña, tras disfrutar de una de las pocas playas de arena negra que hay en la antigua Maxorata.

La localidad de Ajuy es también interesante por tratarse de un pueblo marinero de unas pocas decenas de casas, donde degustar pescado fresco y disfrutar del baño en una playa de arena oscura. En las cercanías de Ajuy, se encuentran también atractivos como el palmeral canario de la Madre del Agua, recorriendo el mismo barranco que los conquistadores hace 600 años, o el acceso sur al Barranco de Las Peñitas.

A la hora de visitar las Cuevas de Ajuy lo más importante es disfrutar del camino. Mirando hacia el mar a mano derecha se puede observar una senda que serpentea ligeramente sobre el acantilado y que en su punto más alto permite un vista fantástica del pueblo y la playa. El viento sopla fuerte, cosa habitual en esta vertiente de Fuerteventura, y fresco por lo que a pesar del sol nos abrigamos antes de toparnos con la primera de las cosas interesantes que ver durante el recorrido, unas dunas fósiles que se asemejan a una ola petrificada.

Las Cuevas de Ajuy, el paraíso natural infravalorado de Canarias

Durante el camino también se puede disfrutar de las vistas desde un mirador que se cierne a unos 20 metros sobre el mar, además de un antiguo horno de cal que fue utilizado en uno de los principales negocios de la historia de la industria majorera. Desde el puerto cercano se transportaba la cal hacia otras islas como Gran Canaria y Tenerife.

Desde las alturas, levantando la mirada hacia el océano infinito, el paseante se puede encontrar con remolinos de agua en los que el sol crea reflejos imposibles mientras que la espuma de las olas y el viento golpean las rocas para moldearlas a su antojo.