Estuvo lloviendo durante casi todo el día, pero al final parece que el tiempo se apiadó de los carnavaleros teldenses, que pudieron acompañar a la Sardina hasta la Barranquera donde ardió, en medio de una honda tristeza del personal. La lluvia dio una tregua y el desfile de la Sardina pudo recorrer sin mayores contratiempos el trecho que va desde la plaza de San Gregorio hasta la Barranquera. La gente no faltó a la cita pese al mal tiempo y la afluencia superó las previsiones de la organización.

Los carnavales teldenses, que este año han sido bastante austeros, cumplieron su ciclo un año más y las llamas acabaron con el pescado, símbolo de la fiesta más transgresora.

Al cortejo fúnebre, formado por unas 200 personas, acudieron viudas desesperadas y otras la mar de contentas y también muchas mascaritas revoltosas, que después de la quema disfrutaron de la última noche carnavalera de este año en el festival de DJ que comenzó nada más arder la última escama.

No faltó tampoco una importante representación de la curia, de la que formaron parte varios obispos y cardenales, quienes se encargaron de oficiar la ceremonia de despedida de doña Sardina.

Algunas viudas se tiraban por el suelo, debido al dolor que sentían por el fin del Carnaval, pero se consolaron pronto, porque luego se las vio tan contentas, haciendo planes con las fiestas del Sur, que están a punto de iniciarse.

En el desfile participaron el alcalde de Telde, Francisco Santiago, y los concejales de Festejos, José Luis Pérez; de Educación, Carmen Hernández, así como el de Vías y Obras, Agustín Arencibia

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En el desfile también participaron la comparsa Lianceiros y la murga Las Apurás.

Durante la tarde tuvo lugar un espectáculo para los más pequeños, que se lo pasaron en grande con una gala infantil.