El terremoto de 8,9 grados que sacudió Japón el pasado 11 de marzo fue registrado desde Gran Canaria, a más de 12.400 kilómetros de distancia de su epicentro, a través de potentes sismógrafos instalados en la Cueva Pintada de Gáldar, según ha anunciado hoy el Cabildo de la isla.

Aunque la incidencia del fenómeno en el yacimiento arqueológico de la Cueva Pintada fue baja, desde el lugar se ha podido constatar la amplitud del terremoto y que se prolongó a lo largo de más de tres horas, merced a unos aparatos instalados con la colaboración del Consejo Superior de Investigaciones Científicas español, se explica en un comunicado del Cabildo.

La corporación, de la que depende el denominado Museo y Parque Arqueológico de la Cueva Pintada, destaca que esos aparatos están destinados al seguimiento de los movimientos sísmicos que pudieran afectar a su estabilidad, que se lleva a cabo en el marco del proyecto de conservación preventiva de las instalaciones.

La potencia de esos sismógrafos, empleados para registrar cuál es la afección real de todo tipo de movimiento que se produce en el entorno próximo o lejano de la cámara decorada con pinturas prehistóricas, ya sea el paso del tráfico rodado por los alrededores, el deambular de los visitantes por el recinto o un terremoto, ha quedado contrastada con este episodio, se subraya.