"Señores pasajeros, les habla la sobrecargo Mercedes Azcona. En mi nombre y en el de la tripulación les doy la bienvenida al vuelo NT 7000 con destino Maspalomas, de una duración aproximada de 20 minutos. No fumen, y pongan sus respaldos en posición vertical".

Son las doce y un minuto del mediodía de ayer, y Óscar Martín Salinas, comandante, y Juan Diego Suárez, copiloto, le dan macho a los dos motores turbohélices del flamante ATR 72-500, una aeronave de paquete que, desde ayer, se incorpora a la flota de Binter con un nombre 50 aniversario: Maspalomas Costa Canaria.

Momentos antes el presidente y el vicepresidente de la aerolínea isleña, Pedro Agustín del Castillo, y Rodolfo Núñez, respectivamente, acompañados del alcalde de San Bartolomé de Tirajana, Marco Aurelio Pérez, y de la delegada del Gobierno en Canarias, María del Carmen Hernández Bento, corrían un apañado visillo verde situado en la proa del aeroplano. Debajo, su nombre de pila.

Del Castillo, previo al descubrimiento, ponía a la asistencia en situación. Bautizar con la marca Maspalomas Costa Canaria a la última incorporación de la flota, "es la forma de brindar un particular homenaje a una iniciativa que cambió la vida de todos los canarios y ayudó a que el archipiélago fuera conocido en todo el mundo".

En su propia dicotomía, como parte de una zaga que contribuyó, formulando hace ahora medio siglo, el concurso internacional que dio forma al que hoy es uno de los destinos turísticos más importantes del mundo, el también presidente de Binter recordó "el gran esfuerzo de unas pocas personas", que formularon "una iniciativa visionaria" que emplea en estos momentos a más de 200.000 personas poniendo "el nombre de Canarias en todo el mundo".

Marco Aurelio Pérez, por su parte, consideraba que su municipio, la isla y Canarias "están de enhorabuena", tanto por lucir el nombre de Maspalomas a unos miles de metros sobre tierra como por la dificultad "de mantener en el tiempo" la viabilidad de un destino turístico que crece "como la propia Binter lo hace en su expansión al exterior", recogiendo así las palabras del presidente sobre la incursión de la compañía en África, como plataforma de los negocios que mantienen en el continente los emprendedores canarios.

Dicho esto se estiba al pasaje, compuesto, además de por los ya citados, por el viceconsejero de Turismo del Gobierno de Canarias, Ricardo Fernández de la Puente, la corporación sureña en peso, empresarios del sector turístico y una caterva de representantes de los medios de comunicación. Y en la fila 14, Pepe Dámaso, autor del logotipo conmemorativo del 50 aniversarios y, de lejos, el que más disfrutó de este viaje con salida y llegada al mismo aeropuerto de Gran Canaria. A las 12.09 minutos, el comandante ya ha llegado a cabecera de pista. Ahora sí.

Al medio minuto, con el ATR 72 dejando por babor a Ojos de Garza da un giro de 180 grados y enfila proa al Faro. En off surge una voz de cabina segundos antes de sobrevolar San Agustín. Lo que parecía una ficha de vuelo, su altitud, temperatura exterior, velocidad del viento, se convierte en una exhaustiva descripción de San Bartolomé de Tirajana que comienza con sus pinares cumbreros, y termina con sus balos de bajura, incluyendo el ecosistema de La Charca, las vicisitudes de los primeros canarios que deambularon por sus lindes e, incluso, la identificación del primer turista: el mismísimo Cristóbal Colón, que en su cuarto viaje al Nuevo Continente, allá por el 1502, tuvo a bien llenar las garrafas de sus naos a la vera del palmeral.

El Maspalomas Costa Canaria ATR 72-500 llega, antes de que alongue el refrigerio -agua, vino tinto y unas botellas de champán-a la vertical de Montaña Arena. Rianga otro giro de 180 grados y los que por babor disfrutaban del estupendo paisaje se quedaron compuestos a favor de los de estribor. Los primeros se levantan y cambian de lado, sin que el valiente aeroplano diera visos de capotar.

Es entonces que empieza una parranda de giros, subidas y bajadas, en las que se va apreciando como una maqueta 1:1 el objeto de homenaje. Hoteles a vista de pájaro, complejos de apartamentos, algún que otro centro comercial que ni a 500 metros de altitud escapan de lo obsoleto, y un fantástico campo dunar -"ah, las dunas, los harenes, las mil y una noches", jaleaba Dámaso-, rematado por La Charca y el Faro, o "santo faro", según otra aportación del artista, que a sus 79 años llevaba suficiente fuelle como para llegar a Japón sin perder una pizca de su entretenido enrale.

Tras descorchar unas botellas, a las 12.38 Azcona volvía a los micrófonos, y sobre Juan Grande, "la antigua puerta del desierto", como llegó a denominarlo la misteriosa voz en off que declaró a Colón primer turista, pedía volver a poner los asientos en posición vertical.

Seis minutos más tarde Óscar Martín posaba la aeronave con la habilidad de un mirlo en una higuera y listo para pasear a Maspalomas por los cielos del Atlántico.