Eustasio López, presidente del grupo Lopesan, está decidido ahora más que nunca a hacerse con el control del grupo Anfi del Mar SL. La operación de comprar a los Cárdenes un crédito de 14 millones, dinero que le debía a esta familia la sociedad Santana Cazorla por unos terrenos en el barranco de Tauro, forma parte de una estrategia similar a las que se llevan a cabo en el juego del Monopoly. Lopesan ha optado por hacerse poco a poco con parte de los bienes de Anfi, en este caso a través de la subasta de unas parcelas, para después con habilidad y solvencia financiera lanzarse a comprar todo el grupo, que preside su contrincante en el Sur, Santiago Santana Cazorla. Fuentes del grupo Lopesan confirmaron que una vez que lleguen a adquirir el 50% de Anfi del Mar, que está en manos de los de los herederos del fallecido empresario noruego Björn Lyng entrarían a negociar con Santana Cazorla la adquisición del otro 50% . Las mismas fuentes rechazaron la posibilidad de una alianza entre Lopesan y Santana Cazorla, y argumentaron al respecto que "son modelos de gestionar el negocio turístico muy distintos".

El descontento de los herederos de Lyng con el grupo Santana Cazorla que, aprovechando la acción de oro les ha dejado fuera de la toma de decisiones en las juntas generales y en los consejos de administración, pone en bandeja la jugada de Lopesan con los noruegos. Por ello, lo s herederos de Lyng han ofrecido recientemente a Lopesan su participación en Anfi del Mar y le han animado a adquirir también las acciones de Santana Cazorla. Pero el entendimiento con los noruegos no es nuevo. De hecho el difunto Björn Lyng ya tanteó a Eustasio López cuando TUI, el gigante de los operadores, mostró intención de abandonar la empresa. Entonces fue más hábil Santiago Santana Cazorla que se hizo con el trozo del pastel por una cantidad que se situó en 150 millones de euros.

Aunque en el acuerdo suscrito en 2004 entre Anfi International BV y Ragnar Lyng, que conforman la participación de los herederos de Lyng y y la entidad Hermanos de Santana Cazorla SL era de que cada entidad tuviese una participación del 50% en las sociedades Anfi Sales SL y Anfi Resort SL y desarrollaran en régimen de igualdad la toma de decisiones en los órganos sociales, lo cierto es que el poder decisorio de la compañías es exclusivo de Santana Cazorla, no sólo por los privilegios que gozan como son, entre otros, la de designación del director general y el nombramiento de los consejeros delegados que han de representar a las sociedades en sus filiales. Además, la aparente participación del 50% de Anfi BV y Ragnar Lyng no es tal porque este último tiene condicionado su voto en las juntas generales y en los consejos de administración cuando se trata de aprobar las cuentas anuales, el informe de gestión, y la designación de auditores, puesto que este heredero de Lyng tiene su voto cautivo en el sentido de no poder votar en contra en tales cuestiones viéndose obligado a abstenerse en las votaciones bajo la amenaza de sufrir sanciones.

Ahora bien, lo que nadie entiende es que el grupo Anfi, líder en la comercialización de la multipropiedad haya dejado que se subasten unas parcelas turísticas en su proyecto estrella de Tauro. Tan solo una complicada situación financiera explica que este grupo no haya podido hacer frente al crédito de 14 millones que compró Lopesan.