¿Qué vinculación guarda usted con el barrio de San Gregorio?

Bueno, nací en él hace 84 años y, como es lógico, pasé buena parte de mi infancia en él. Me formé como ingeniero de minas y mis primeras prácticas las hice en la antigua Cinsa. También trabajé en Madrid y en Avilés y acabé mi vida laboral trabajando para Emalsa. Allí, en la empresa municipal de aguas de la capital grancanaria, era el encargado por último, en 1995, de los pozos y la desaladora.

Ser pregonero del barrio en el que uno nació debe ser un honor.

Desde luego, pero tengo que confesarle que cuando me hicieron la invitación respondí que tenía que pensármelo un poco. Para ser sincero, siempre he tenido envidia de los pregoneros, que mire que he asistido a unos cuantos. Será un orgullo cumplir con esta tarea.

¿Y de qué va a hablar?

Me voy a sumergir en el San Gregorio de los 40 con un homenaje a los maestros y maestras de entonces, que tanto hicieron por nosotros. Fueron años duros, al igual que en el campo de la medicina porque también eran muy pocos los profesionales en esta materia con los que contaba la ciudad. Después, en los 50, la cosa mejoró con los universitarios y luego se creó el primer colegio de enseñanza.

Las formas de celebrar las fiestas han cambiado mucho...

Los jóvenes nos reuníamos en torno a los fuegos, los bailoteos y las tocatas de San Gregorio en los domingos de verano, que se alternaban con los de San Juan. Los carnavales tampoco tenían nada que desmerecer y, en resumidas cuentas, la manera de disfrutar era otra. Hoy en día los jóvenes tienen de todo y veo que poco a poco se están perdiendo las tradiciones, como la feria de ganado, algo que me da bastante pena porque soy hijo de agricultores y exportadores. Tampoco veo muchos juegos infantiles y entiendo que la juventud, aun estando mejor preparada, tiene menos responsabilidad que nosotros.

Tiene un sobrino que es ministro, José Manuel Soria, y una hija suya, Covadonga López, fue concejala. Estará orgulloso de ellos...

(Risas) Bueno, a José Manuel sólo puedo desearle que tenga suerte. Vivimos un mal momento, pero no sólo en Telde, sino en todo el planeta. Pero saldremos de esta.