"Era una persona entrañable y dejó huella en todos los que le conocieron, con esa típica socarronería canaria que podemos ver proyectada en su personaje de Cho Juaá", recuerda Malena Millares Ley, hija mayor del artista y designada por la familia para recoger esta noche el título de Hijo Predilecto de la Isla. "A mí a mis hermanos, Eduardo y Otilia, nos hace mucha ilusión este premio, y también nos gusta que haya coincidido con el centenario del Cabildo, con el que él tuvo una fructífera relación", comenta.

Al otorgar la distinción, el Pleno de la corporación insular consideró que el título de Hijo Predilecto "le coloca en el lugar que merece en la Isla que le vio nacer y en la que creó una obra que le inmortaliza y que le convierte en un artista en toda su extensión, o lo que es lo mismo, en un gran pintor cuando había que captar los colores, las emociones o el alma de los que tuvieron la suerte de quedar inmortalizados por su trazo, y también cuando había que sacar ese humor tan canario que Eduardo Millares supo siempre llevar a sus viñetas".

La biografía artística de Eduardo Millares Sall estaba casi marcada desde la cuna. Nació el 21 de junio de 1924 en Las Palmas de Gran Canaria, hijo de Juan Millares Carló, profesor de Segunda Enseñanza del Instituto Pérez Galdós, y de Dolores Sall Bravo de Laguna. Fue el quinto hijo del matrimonio tras Agustín, Juan Luis, José María y Sixto, y antes de Manolo María del Carmen (Jane), Dolores (Yeya) y Luis (Totoyo). Toda la saga familiar ha destacado en campos como la literatura, la pintura o la música.

Eduardo firmó sus primeros dibujos con su propio nombre, o tan sólo con la letra E, para más adelante utilizar el apellido materno, Sall, y finalmente con Cho o Cho Juaá. Con veinte años presentó su primera exposición de caricaturas en el Club PALA de Las Palmas, con la que inició una extensa actividad tanto dentro como fuera de las Islas Canarias. 1953 fue un año clave en su carrera, pues comenzó su relación con el periódico Diario de Las Palmas, con una viñeta diaria titulada Humor Isleño. Esta colaboración se mantuvo durante 34 años, hasta 1986. También diversificó su estilo y personajes en otras colecciones de caricaturas, como los Golpitos Deportivos en el mismo Diario de Las Palmas (bajo el seudónimo de Orsai), las del semanario Sansofé, Faycán, Canarias 80 o Roque Nublo.

Junto con Manolo Padrón Noble, Rafael Bethencourt (Rafaely) y los tinerfeños Paco Martínez y Harry Beuster creó a mediados de la década de 1950 la Agrupación Vanguardista Canaria de Caricaturistas, que llevó el humor gráfico isleño fuera del Archipiélago, a los mismísimos Salones del Humor que se celebraban en el Círculo de Bellas Artes madrileño.

También ilustró y escribió algunos libros, entre ellos Los cuentos famosos de Pepe Monagas, de Pancho Guerra. 1965 fue otro año importante para él, pues entró en producción la primera Baraja Canaria de Heraclio Fournier. Ese año recibió el premio Bayfo de Oro de manos de la Agrupación de Caricaturistas de Gran Canaria. En 1968 Eduardo Millares puso en marcha la segunda etapa del que sería el único semanario de humor permitido durante la dictadura en Canarias, El Conduto, que duró hasta mayo de 1980.

En 1969 se inició su relación con el grupo Los Gofiones. En 1979 participó en el Primer Encuentro de Humoristas Gráficos celebrado en Granada, con diversos dibujantes como Mingote, Forges, Máximo, MartinMorales, Mena, OPS, Julio Cebrián, Pablo, o Cesc. Los problemas de salud le obligaron a bajar el ritmo y en 1992 falleció.