Con tres en la capital, siete en la comarca norte, cuatro en el sur de la isla, otros siete en la costa suroeste y cuatro en los municipios de medianías y cumbres, Gran Canaria acumula un total de 25 mercadillos y rastros que permiten a sus visitantes realizar sus compras semanales al aire libre.

A excepción de La Aldea y Agaete, municipios que no organizan este tipo de muestras por falta de demanda, la mayoría de estas citas comerciales se celebran los fines de semana. Aunque también los hay que repiten edición en días laborales, como el caso de Gáldar o Agüimes que abren sus puertas al público los jueves.

Algunos destacan por sus dimensiones. Otros por su temática especializada o por el tipo de productos o visitantes que presentan.

Con una parcela de aproximadamente 14.000 metros cuadrados y 560 puestos, el mercadillo de San Bartolomé de Tirajana se impone como el más grande. Genera empleo a más de 1.200 personas, entre los que destacan artesanos del vidrio y el cuero, caricaturistas, pintores, escultores y profesionales de la agricultura y panadería. Según Manolo Cabrera, director del sector en el Ayuntamiento, alrededor de 10.000 turistas visitan el mercadillo en los meses de invierno. Sin embargo, los vendedores sostienen que sus ventas han caído considerablemente en los últimos años. "Se trata de un turismo de todo incluido que se ha implantado en nuestra Isla y no gasta mucho dinero. Si acaso algún souvenir de recuerdo, pero no suelen comprar mucho más", afirma Mohammed Beny que regenta un puesto de verduras y frutas desde hace más de 25 años en el mercado.

Además, un recinto de tales dimensiones presenta algunos problemas en cuanto a la limpieza y la organización del espacio.

En concreto, María del Carmen Rodríguez, vicepresidenta de la asociación La Unión, se queja del polvo y las hojas de árboles que caen sobre la mercancía que vende al estar los puestos situados en una explanada de tierra y rodeada de arbustos. Por su parte, Cabrera asegura que la disposición de los puestos en la zona de aparcamiento se debe a razones de aprovechamiento de espacio y que el movimiento del polvo es algo que no se puede controlar.

Una cita a señalar en el calendario son los miércoles por la mañana en Vecindario. Además de los tradicionales productos agrícolas, se puede encontrar ropa, accesorios, utensilios de cocina, herramientas y curiosos objetos de segunda mano. Según el alcalde del municipio, Silverio Matos, las ventas y la demanda de este tipo de productos ha aumentado considerablemente en los últimos tiempos debido a la crisis económica.

Una situación que ha hecho que además del bueno, bonito y barato, el público desarrolle nuevas pautas de comportamientos. Como la detectada por María del Pino Pérez, puestera en el rastro desde hace cinco años. "Algunos clientes traen sus libros usados y me preguntan si los pueden dejar a cambio de otros. No buscan bestsellers, sino llevarse a casa simplemente alguno que les llame la atención sin haberse gastado nada de dinero", explica la vendedora. Y añade, "sé de otros mercadillos en la Península que sí incluyen esta forma de intercambio de objetos de segunda mano, pero aún no tengo claro si resulta lo suficientemente rentable como para intentarlo aquí". Toda una nueva tendencia que despierta cuanto menos incertidumbre entre los vendedores y más capacidad de negociación para los compradores.

Otro de los mercadillos que levanta pasiones entre sus visitantes es el que se celebra los martes en el pueblo de Arguineguín. A menos de 50 metros de la cofradía de pescadores, decenas de turistas de todas las nacionalidades se mezclan con lugareños para probar algunas exquisiteces de la tierra o buscar alguna de su propio país. Así, al pan de puño de Tunte se le suma una gran variedad de dulces de centeno de origen alemán y escandinavo. "Dada la abundancia de residentes nórdicos y alemanes que ha registrado el municipio a lo largo de estos años, hemos creído conveniente incluir en la oferta del mercadillo un punto con los productos internacionales más demandados", destaca Carmen Delia Alonso, concejala del área de mercadillos de Mogán. Pero este carácter internacional no solo deja huella en la comida, sino también en el tipo de artesanía que venden algunos artistas extranjeros afincados en la isla. Pintaderas abstractas, cuadros con amaneceres radiantes o tallas de agua que recuerdan a tuneras son algunos de los ejemplos más comunes. Una interculturalidad que representa la convivencia entre locales y extranjeros en el sur de la isla.

Ya lejos de la costa, situado en la zona de cumbres y medianías, el municipio de Valleseco espera con mucho entusiasmo estrenar su nuevo mercadillo ecológico a finales de este mes. Único en Gran Canaria, esta innovadora iniciativa ofrecerá alimentos frescos que no han incluido ningún proceso químico durante su elaboración.

"La idea es combinar el respeto al medioambiente con las prácticas agrícolas tradicionales, poniendo al alcance de los consumidores productos que no se encuentran con mucha facilidad en los convencionales supermercados urbanos", explica el alcalde del municipio, Dámaso Arencibia.

Bajo el lema Vendemos salud, la muestra contemplará no solo alimentos como leche de origen vegetal, pan y repostería sin aditivos o verduras y frutas cultivadas ecológicamente, sino también habrá un sector dedicado a la alimentación animal, productos de limpieza y semilleros ecológicos. Todos ellos avalados y certificados por el ROPE (Registro de Operadores de Producción Ecológica de Canarias), un aspecto importante que recalcan desde el área técnica del ayuntamiento del municipio. "Dado que estos alimentos tienen como fin último el consumo y humano, es imprescindible que reúnan todos los requisitos fitosanitarios que establece la ley para su venta. Y para conseguirlo hemos coordinado esfuerzos entre la Sociedad Agraria de Transformación (SAT), el Consistorio y los propios vendedores que residen en el municipio", afirma Óscar González.

Con su puesta en marcha, se estima que el nuevo punto de venta creará alrededor de 20 puestos de trabajo entre los agricultores, ganaderos y profesionales de la restauración de la zona. Para ello el Ayuntamiento sacará a subasta la adjudicación de las diez casetas que incluirá el recinto. "Sin embargo, los perfiles de los candidatos deben cumplir con esta filosofía medioambiental que estamos promoviendo. Lo que queremos es crear empleo verde y comenzar con el desarrollo de una producción agrícola y ganadera sostenible", señala Arencibia.

Lo que inicialmente se plantea como una apuesta local por la especialización de estos espacios abiertos al público no descarta incluir productos ecológicos de otras islas en un futuro. Es lo que describe Arencibia como "una despensa natural para toda Canarias".

En definitiva, estos mercadillos son algunos ejemplos destacados del amplio abanico de posibilidades comerciales que ofrece la Isla en sus diferentes municipios. Opciones varias al gusto del consumidor, que invitan a hacer la cesta de la compra lejos del convencional supermercado urbano.

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