Es símbolo natural del Archipiélago. Y ha logrado traspasar las fronteras insulares para extenderse por todo el mundo, gracias a su singular belleza. Sin embargo, la Phoenix canariensis sigue siendo una gran desconocida, pese a que está constatada la existencia de palmerales naturales anteriores a la propia población aborigen. Por este motivo, la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria se ha embarcado en su primer gran estudio, aprovechando las más avanzadas técnicas genéticas, las mismas que se emplean en la investigación forense de los crímenes.

Los estudios recabados por Isabel Saro para la elaboración de su tesis doctoral constatan la especial singularidad de Gran Canaria. ¿Por qué? Porque las muestras reflejan la existencia de dos grandes regiones aisladas dentro de la Isla. Por un lado la zona de neotamarán, cuyo principal exponente es el conjunto localizado en la vega de plataneras de Arucas, y que es representativa del área Norte y Noreste . Y, por otro lado, el acervo histórico del paleotamarán, en Santa Lucía, como ejemplo de esta gran zona del Sur y Suroeste.

Pero, a su vez, hay una gran barrera de separación con Fuerteventura, cuya isla guarda también un gran aislamiento y una genética muy distinta al resto del Archipiélago, con origen en ambos casos milenario.

Haría y sus 1.000 ejemplares

Lanzarote presenta sus peculiaridades. Aunque se habla de que geológicamente la isla pudo estar unida a Fuerteventura, lo cierto es que la influencia genética de las palmeras está ligada más al núcleo de Tenerife y al resto de islas de Santa Cruz de Tenerife, que conforman un conjunto semejante. Y los datos recabados muestran dudas sobre la antigüedad real de las llamadas '1.000 palmeras de Haría', aunque en realidad se cifran en casi un centenar, cuyo origen se desconoce aunque en el siglo XVIII se citan por primera vez en los textos históricos . La teoría que se baraja es que las semillas pudieron introducirse a través del comercio de la palma y la cestería. Por tanto, se trataría de un palmeral 'artificial'.

Isabel Saro publicará en una revista especializada, Tree Genetic and Genomes, todas esas conclusiones del estudio molecular de la palmera canaria dentro de su tesis doctoral, tras tomar muestras representativas de más de 1.600 palmeras de 33 poblaciones naturales en las distintas islas, en proporción a su volumen, salvo en El Hierro, que carece de palmerales naturales.

Su investigación tendrá continuidad con nuevas aportaciones, que ahora está desarrollando.

La autora del estudio y su tutor, el catedrático de Botánica del Departamento de Biología de la Universidad de Las Palmas de Gran canaria y miembro del grupo de investigación Bioconter, Pedro Sosa, hablan de que, al igual que las plantas, aquí se produce un aislamiento por distancia, según los resultados obtenidos a través de marcadores moleculares. ¿Esta especie se fue introduciendo de este (provincia de Las Palmas) a oeste (Santa Cruz de Tenerife) a través de las distintas islas del Archipiélago, o bien siguió otro proceso? Pedro Sosa tiene claro, a falta de confirmación científica, que se trata del primer caso.

Machos y hembras

La investigadora ya publicó un primer análisis sobre la Phoenix canariensis, que se dio a conocer en la revista especializada Heredity, donde se apuntaba que el principal vector que influye en la propagación de los palmerales es el viento, tras tomar muchas muestras en Acusa Verde.

Isabel Saro espera acabar la tesis el próximo año, una vez publique en medios internacionales especializados el tercer análisis, con sus nuevas aportaciones.

Gran Canaria cuenta con 280 palmerales y unas 64.000 ejemplares naturales. Mientras, en Canarias hay 771, según un estudio previo del técnico del Cabildo grancanario, Marco Márquez. Los expertos hablan de la necesidad de mantener aislada a la palmera canaria de las datileras, para evitar su pérdida de identidad. El técnico apunta que Gran Canaria cuenta con una población uniforme de palmeras macho y hembras.