Unas 3.000 personas, según la organización, protagonizaron ayer una nueva entrega de movilizaciones en protesta por la inacabable carretera de La Aldea-Agaete, una vía que acumula años de retrasos y cuyo estado de obras, que obliga a los aldeanos a desplazarse hasta el resto de la isla casi de forma exclusiva por Mogán, ha trastocado en los últimos meses la vida a sus más de 8.000 habitantes.

La cita de ayer, a las seis de la tarde en el parque de San Telmo de la capital grancanaria, es la última de incontables manifestaciones y actos que han incluido caminatas desde el pueblo hasta Las Palmas de Gran Canaria, para tratar de desactivar una situación que acumula años de retraso.

En esta ocasión se sumaba, además de los ayuntamientos del norte que han participado de manera incondicional desde el primer minuto de lucha, el Cabildo de Gran Canaria, con su presidente Antonio Morales al frente, y el Gobierno de Canarias, representado ayer por el vicepresidente del Ejecutivo y titular del área del Obras Públicas, Pablo Rodríguez.

Rodríguez, minutos antes de la lectura del manifiesto, que corrió a cargo del jurista José Mateo Díaz, aseguraba que sus consejería ya se encuentra trabajando en la revisión del proyecto de la segunda fase de la carretera, que debe ser actualizada en relación a los precios dado el tiempo que ha pasado desde su redacción original para tratar de licitar esa última parte de la obra, que tiene un costo de 180 millones de euros, antes de fin de año.

La incertidumbre se centra en la financiación de los trabajos, que o bien deben ser sufragados por un nuevo convenio entre el Gobierno de Canarias y el Estado, para lo que deben aprobarse previamente los presupuestos nacionales, o en su defecto "mediante el método alemán", tal y como se ha hecho con el tramo Puerto Rico-Mogán o con el anillo insular de Tenerife, y en el que las empresas constructoras adelantan la inversión, algo que agilizaría de manera sustancial el movimiento de la maquinaria.

Pero más allá de los tecnicismos, las soluciones políticas o los procesos administrativos lo que rondaba ayer en San Telmo era la frustración de los presentes ante el nuevo estado de cosas. Con el cierre de la antigua carretera que les unía con Agaete y su comarca natural del Norte, cada aldeano guarda una historia casi inverosímil para el siglo XXI. Como la que narraba Tere Vega, con un padre de más de 80 años que tiene "sus consultas hospitalarias en Gáldar", a 140 kilómetros tras la nueva 'reubicación' de La Aldea,ciudad a la que le cuesta llegar más de dos horas y media bordeando la isla para ser atendido. "Eso cuando se puede ir en coche, porque el que tenga que hacer el trayecto en guagua tiene emplea de entre cuatro a seis horas".

La situación afecta a toda la población, como a los niños y jóvenes a partir de los ocho años que juegan en equipos de liguillas comarcales. Vega apunta que se levantan a las cinco o seis de la mañana los fines de semana para estar a las nueve o diez de la mañana en los campos del norte, y aseguran que viven "con miedo un aislamiento que se hace patente cuando enferman niños y hay que llevarlos al Negrín", en la capital grancanaria.

Tanto Tere Vega como los demás aldeanos son especialmente críticos con el Gobierno central, y aseguran no creer que la crisis haya ralentizado el vial. "Durante la crisis se invirtió en el AVE, o en el anillo de Tenerife, en Fuerteventura..., no es por es por ese motivo, es porque no han querido hacerla", esto en una localidad "con un 50% de paro, y donde para muchos llenar un depósito o trasladarse en transporte público resulta un lujo".

De idéntica opinión era Juan Tomás Rodríguez, con una empresa de guaguas y de repuestos, y para el que la nueva realidad le resulta un quebradero de cabeza. Llegar ahora a la capital con alguno de sus vehículos es 50 euros más caro, sin contar las interminables horas que pierde en el camino. Asevera que hay personas que hoy prefieren pagar las consultas sanitarias en el sur que acudir a sus centros hospitalarios de la Seguridad Social en el norte, y que "los chiquillos se han perdido la Navidad" en la capital y otros puntos de la isla por no tener que emprender la larga ruta.

Arriba, en la tarima del parque San Telmo, el jurista José Mateo termina de leer el manifiesto: "Buenas noches, y feliz regreso". Un regreso de más de cien kilómetros de distancia, de casi dos horas de autovía y curvas para volver a la primera mitad del siglo pasado, cuando se tardaba casi lo mismo.